Capítulo 49

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Jorge: Dado que la empresa no tiene nuestro nombre...
Poncho: Y en el contrato de Any tampoco aparecería...
Jorge: Déjame pensarlo... Y... Consultarlo con la almohada, con la gestoría... Pero... Voy a intentar todo lo que esté en mi mano.
Poncho: ¿Sabes, papá? No es la primera vez que tengo esta idea... Hace seis años también la tuve.
Jorge –sonríe-: Cuando Jimena se embarazó de Silvia, ¿no es así?
Poncho: Exacto. Oye, ¿hablaste con Jorge?
Jorge: Desde el fin de semana no sé nada de él. Lo llamé con Silvia para que también ella pudiera hablar con él. Se extrañan mucho. Pero a tu sobrino le va todo muy bien por allá. En verano vendrá y pasará un mes acá en México.
Poncho: Qué bueno, 'pá. Ya tengo ganas de verlo... Pero oye, voy a llevar a Silvia a la escuela, antes de que sea tarde.
Jorge: Hijo –le dijo antes de que abriera la puerta-: Lucha por Any –Poncho sonrió-. Lucha por ella y, si crees que pueda ayudarte en algo con tu lucha, cuenta conmigo.
Poncho –lo abraza-: Muchas gracias, papá. Esa mujer sí supo hacerme feliz.
Jorge: Lo sé. No tienes que decírmelo. Te brillan los ojos como nunca cuando hablas de ella.

Poncho se despidió de sus padres, quienes salieron de casa para irse a la empresa, y luego fue a por Silvia.

Poncho –llamando a la puerta-: ¿Puedo pasar?
Silvia: No –enojada con él-.
Poncho: ¿Por qué no? ¿Estás enojada conmigo?
Silvia: Olvídame.
Poncho –entrando y cargando a Silvia-: Usted y yo vamos a hablar, señorita. ¿Qué es eso de que te olvide?
Silvia: ¿Dónde estabas anoche?
Poncho –suspiró-: Estuve con Any.
Silvia: ¿Durmieron juntos? ¿Ya son novios?
Poncho: No, mi amor... Estuvimos platicando. Y justamente de eso quería hablarte, pero antes me tienes que decir, ¿qué fue lo que te pasó princesa?
Silvia: No lo sé, papá –comienza a llorar-. Tuve un sueño muy feo con Any. Soñé que ella estaba embarazada y que se casaba contigo.
Poncho: ¿Y por eso llorabas?
Silvia: No. Es que también soñé que me decía cosas muy feas, y que me decía que nunca me iba a acercar a su bebé, que no era mi hermano y que ella no era mi mamá. Que sólo se casaba contigo para mandarme a España con mi hermano y que ustedes estuvieran solos con su bebé. Y luego ella perdía a su bebé y me culpaba a mí –llorando-.
Poncho: Mi amor... Pero eso no va a pasar, princesa. Tú sabes que Any te adora, ¿verdad?
Silvia: Sí, pero tuve mucho miedo toda la noche.
Poncho –la abraza-: No quiero que tengas miedo por esos sueños, ¿sí? –La mira y salen del sótano-. Esas cosas no te van a pasar.

Se subieron al coche y en el camino a la escuela, Poncho le explicó todo a Silvia, como pudo y sin entrar en demasiados detalles, que ella no tenía por qué saber.

Después de acompañar a Silvia hasta su aula –puesto que llegaron algo tarde-, se fue a la oficina.

Algunos días después, Poncho se sentó en su silla, encendió su equipo de trabajo y dejó su celular en el escritorio, mirándolo fijamente. Lo tomó en sus manos y escribió:

"El miércoles es el día de la madre en la escuela de Silvia. No la dejes, por favor. Poncho."

No lo envió, sólo se quedó unos instantes leyéndolo una y otra vez, hasta que alguien tocó la puerta y lo sacó de sus pensamientos. Era Enrique, que quería que Poncho lo pusiera al día en todo los pendientes que tendría, al menos, para ese día. Se estuvieron poniendo al día y el mensaje se envió sin Poncho darse cuenta.

Mientras ellos se ponían al día, en casa de Any sonó el timbre cuando Edurne se fue a hacer la compra.

Any –abriendo-: ¿Qué haces aquí?
Julián: Quiero hablar contigo.
Any: Yo contigo no quiero hablar, así que por favor –trata de cerrar la puerta, pero él lo impide-.
Julián: Any, por favor. No quiero pelear, en serio.
Any –suspira y lo invita a pasar-: ¿Qué quieres, Julián?
Julián: ¿Puedo invitarte a desayunar?
Any: Ya desayuné.
Julián: ¿Podemos ir a dar un paseo?
Any: Julián, obvio no. ¿Qué quieres?
Julián: Quiero que me expliques lo de hace algunas noches.
Any: ¿Qué quieres que te explique? –Any estaba muy distante con él-.
Julián: No sé. Dime tú. ¿Qué hacía Alfonso aquí?
Any –rió irónicamente-: ¿De verdad quieres saber?
Julián: Sí. Quiero saber todo, Any. Porque te seguí llamando y no me respondías. ¿Puedo? –le preguntó señalando el sofá; ella asintió-.
Any: Vino para hablar conmigo. Vino para pedirme que terminase contigo y que me vaya con él. Me pidió que nos fuéramos lejos, que no me apartase de Silvia –Julián la interrumpe-.
Julián: Pero él me dijo que –lo interrumpe Any-.
Any: Sé lo que te dijo. Julián, dime una cosa... ¿Vienes a burlarte de algo?
Julián: No Any, claro que no. Ya te dije, no quiero pelear, sólo quiero hablar contigo.
Any: Pues ya te respondí, ¿no?
Julián: ¿No tienes nada más que decirme? No quiero que me mientas, ¿eh?
Any: ¿Qué más quieres que te diga, Julián?
Julián: Te fuiste con él, ¿no?
Any: ¿Me espías? ¿Me enviaste un detective o algo así?
Julián: Nada de eso. Cuando te llamé fue para decirte que estaba en tu puerta, pero él fue quien respondió. Después de eso me colgó, me subí al coche y antes de ponerlo en marcha te vi salir con él. De la mano.
Any –titubeó nerviosa-: Es mi amigo.
Julián: Any, no soy tonto. Y tampoco quiero pelear, te lo repito. Sólo quiero empezar de nuevo contigo, desde cero, de buenas formas. Pero para eso necesito saber muchas cosas. ¿Desde cuándo lo conoces? ¿Cómo lo conociste? ¿Qué te ha hecho para que no quieras saber nada de mí?
Any –suspiró y se sentó en una silla-: Esto va para largo. Espero que tengas tiempo suficiente.
Julián: Lo tengo.
Any: ¿Quieres toda la verdad, Julián?
Julián: Sí, mi amor. Necesito saberlo todo.
Any: Lo conocí hace un tiempo. No te sabría decir cuándo exactamente.
Julián: Y, ¿cómo lo conociste?
Any: Porque tu amiga Belén pensó que estaba borracho y lo mandó a mi cuarto en el club.
Julián: ¿Te acostaste con él?
Any: Era mi trabajo, ¿no?
Julián: ¿Y después? ¿Qué pasó?
Any: Regresó.
Julián: Tú no repetías. Con los clientes, digo.
Any: Julián... No quiero seguir hablando de esto. ¿Para qué? Me estás incomodando con tus preguntas. ¿Para qué quieres saber todo?
Julián: Ya te lo dije. Quiero estar contigo y empezar de nuevo. Respóndeme, por favor. ¿Qué pasó?
Any: Regresó y estuvimos hablando –le mintió después de un suspiro-.
Julián: ¿En el club? –ella asintió-. ¿Para eso volvió? ¿Para hablar?
Any: Sí. Necesitaba hablar y, bueno... Vino a hablar conmigo.
Julián: ¿De qué hablaron?
Any: Eso no importa.
Julián: A mí sí.
Any –puso los ojos en blanco-: Estuvo contándome que aceptó el sexo por venganza a su novia. Vino a pedirme perdón.
Julián: Tiene novia.
Any: Tenía. La primera noche que lo vi fue porque él la vio a ella acostándose con su mejor amigo. No entendí por qué quiso ir hasta Cuernavaca exclusivamente a pedirme perdón.
Julián: Le cobraste, ¿verdad?
Any: No. No trabajé.
Julián: Pero te quitó tiempo que podrías haber trabajado. Para eso estabas allí.
Any: Bueno, Julián, no le cobré y ya –enojándose-. También yo me aproveché de esa situación. Me venía bien hablar con alguien. Me sentía mal. Como bien te dije el otro día, acabaste con mi vida. Estaba sola. Y agradecí que alguien viniera hasta allí para tratarme bien, y no como si yo fuera una basura. Vino porque soy una persona, y como tal me trató.
Julián: Ey, tranquila. Ya me dijiste esas cosas, y no quiero volverlas a escuchar.
Any –mirando su reloj-: ¿Qué más quieres saber? Mi mamá debe estar al llegar.

Julián convenció a Any para ir a dar un paseo por la ciudad mientras hablaban de todo. Any le iba explicando todo a Julián. Todo lo que él le preguntaba.

Julián: Entonces... ¿Te enamoraste de él?
Any –mintiéndole de nuevo-: No. Sólo me gustaba lo que me daba. Su manera de hacerme sentir mujer en la cama, y no un objeto. Tú y yo casi no teníamos relaciones desde hacía tiempo y, si las teníamos, sólo era por tu placer. Contigo me sentía violada.
Julián: Lo siento.
Any: Ya es tarde para sentirlo, Julián. El daño ya está hecho.
Julián: ¿De verdad no te enamoraste de él?
Any: No.
Julián: ¿Y por qué me dijo anoche que yo había ganado?
Any: Porque –dudando de sus propias palabras- él sí se enamoró de mí. Por eso me fui anoche con él.
Julián: ¿A dónde fueron?
Any: Pasamos la noche en un hotel. Yo quería volver a sentirme mujer. Ya te dije que me gustaba el sexo con él. Y él quería despedirse de mí. Le pedí que me olvidara porque, al final de cuentas, tú y yo seguimos juntos, ¿no?
Julián: Supongo. ¿Y así nada más? Quiero decir, ¿tan fácil accedió a olvidarte?
Any: Sí, no sé. Sólo me puso una condición. Me pidió que no me apartara de su sobrina. Pero yo le dije que lo tenía que pensar, puesto que no quiero seguir viéndolo a él.
Julián: ¿Por qué no?
Any: Porque no quiero hacerle daño. Julián, me vas a perdonar que te diga esto, pero me estás pidiendo toda la verdad.
Julián: Sí, Any, claro. Dime.
Any: Cada vez que veo a Poncho quiero tenerlo dentro de mí, quiero acostarme con él. Sexualmente me encanta. Esa es la verdad. Y no quería seguir acostándome con él mientras él se enamora más de mí. Además, ya quería terminar con esa relación sexual; puesto que no me podía sacar de la cabeza que de alguna manera, te estaba siendo infiel a ti. Por eso es que no quiero volverlo a ver.
Julián: ¿Y qué vas a hacer con su sobrina?
Any: No lo sé. Pero no me puedo separar de ella. No te haces una idea de la manera en la que a mi mamá le devolvió la sonrisa. Incluso a mí. Esa niña es muy especial para mí, y también para mis papás.
Julián: Si quieres... No sé... Se me ocurre que yo te puedo echar la mano.
Any –se rió-: ¿De verdad crees que voy a dejar que te acerques a esa niña?
Julián: ¿Por qué no?
Any: ¿Después de que buscaste a su tío más de una vez? Julián, por favor... Que no somos tontos.

-En la oficina de Poncho-.

Jorge –llegando a la oficina-: Hijo, necesito hablar contigo de los nuevos empleados.
Poncho: ¿No puede ser en otro momento? Voy de salida, papá.
Jorge: Sí, claro. Pero, ¿a dónde vas?
Poncho –suspiró-: A la casa. No puedo estar aquí.
Jorge: ¿Qué te pasa?
Pocho: No dejo de pensar en ella. No puedo. Y no me concentro. No hago más que mirar el celular para ver si le llegó mi mensaje.
Jorge: ¿No decías que no iban a tener contacto?
Poncho: Sólo fue un mensaje para recordarle que el miércoles tiene que acompañar a Silvia a la escuela.
Jorge: ¿Y por qué no le dices a su papá?

Pasión y Amor van UnidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora