Capítulo 14

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Any –ignorando sus palabras-: Por favor, Poncho... Si de verdad somos amigos como dices... Haz lo que te pedí. Y si lo que sientes por mí es lástima porque vivo de ser una prostituta... También haz lo que te pedí...
Poncho –sin poder sostener las lágrimas-: Está bien... Si eso quieres, eso tendrás. Pero te advierto algo... Tampoco me busques tú a mí, porque yo vine para decirte que si querías, podías dejar de trabajar ahí y trabajar en mi empresa como modelo, y no por lástima, no me dejo llevar por ese sentimiento nunca... Sé que te hace daño trabajar donde estás, y cuando te conocí te dije que te iba a ayudar a salir de ahí, pero ya veo que...
Any –cortándolo-: ¡¡Que te vayas!! ¡¡No quiero que me ayudes! ¿Que no entiendes? Desde que llegaste a mi vida todo empeoró –entonces lo mira-... No te quiero volver a ver. Y no quiero nada de ti... Ya no más. Ahora por favor sal de mi casa. Por favor, Poncho 
Poncho: Ok... Adiós entonces.
Any: Me encargaré de que así sea...

Any acompañó a Poncho hasta la puerta, se quedó mirándolo y él a ella...

No se quería ir realmente y ella no quería que se fuera, le hacía bien tenerlo a su lado, pero no hacía bien en su relación con Julián... Poncho fue caminando poco a poco a su coche y antes de subirse, le lanzó una última mirada a Any, quien cerró la puerta con su carita empapada en lágrimas.

Tras cerrar la puerta, se dejó caer en el suelo, llorando sin poder parar, llorando por haberle pedido a Poncho que por favor, saliera de su vida para siempre. Y fue entonces ahí, justo cuando Any más la necesitaba, que llegó Ale.

Ale: Any... ¿Era él?
Any -se levantó del suelo y se abrazó a su amiga llorando-: Ya tomé una decisión, Ale... Y posiblemente me arrepiente durante toda mi vida...
Ale: Ven, amiga... Vámonos a dormir...

Mientras Any caminaba, Ale aprovechó para echarle una mirada a Poncho, pero no lo vio porque éste ya estaba en el coche. 

Poncho miró a todas las ventanas, no vio a nadie y decidió marcharse. El no ver a Any le hizo pensar que fue sincera al decirle que se marchara para siempre.

Pasaron varios días después de aquella situación tan triste para Anahí y, aunque al principio se mostraba muy rara con Julián, él decidió no opinar del tema.

Ale por su parte, habló con su hermana para que ya le respondiera al novio las llamadas, puesto que ya era hora de terminar con esa relación.
Pasaron varias semanas y Any necesitó volver a ver a su amiga, pero esta vez, Any la citó en un parque.

Any: Ale... Al fin llegas...
Ale: ¿Qué te pasa, Any?

Any estaba muy nerviosa por lo que tenía que contarle a Ale, y ella por su parte, se mostraba muy fría.

Any: Ale, es que... Tú ya sabes que mandé al diablo al otro chavo, ¿no? ¿Te acuerdas que te conté?
Ale: Sí... ¿por? ¿Te volviste a ver con él?
Any: ¡¡No!! Para nada, no es eso... Solo que... Todo coincide...
Ale: ¿Qué coincide?
Any: Ale... Julián... Bueno... cuando él y yo hacemos el amor, él no usa protección, y pues... Yo no tomo nada, porque es mi novio... Pero es que... No sé si... Bueno... pues... No sé si el otro sí la usaba o si de pronto no la usaba tampoco... Jamás me fijé en si se lo ponía o no... Y...
Ale: ¿Y qué?
Any: ¿Cómo que y qué? Alejandra, tengo un retraso de una semana y no me llega...
Ale: Ajam... ¿estás embarazada?
Any: No sé... Ojalá que no, pero es que ya es una semana, Ale... Y... No sé qué hacer... 
Ale: ¿Y por qué no hablas con Julián y lo hablas conmigo?
Any -molestándose por la actitud de su amiga-: Oye, ¿te pasa algo?
Ale: A mí nada... ¿Te acuerdas de mi cuñado?
Any -extrañándose por su pregunta-: Ale, no conozco a tu cuñado, ¿por qué me lo preguntas?
Ale: ¿Segura, Any? ¿Nunca lo viste en mi casa?
Any: Claro que no, Alejandra, lo sabes perfectamente pero, ¿qué pasa?
Ale: No, nada... Ya terminó con mi hermana, eso es todo.
Any -dudando de la actitud de su amiga-: A ti te pasa algo y no me quieres contar. Alejandra, somos amigas, dime.
Ale: No me pasa nada, en serio. Solo que no entiendo por qué me dices a mí lo de tu embarazo... Mío de seguro no es el bebé. Eso tendrías que hablarlo con tu novio.
Any: Pero... ¿Y si no es de él? Ale, entiende. Tengo miedo.
Ale: ¿Tú de quién quieres que sea?
Any: De Julián, obviamente...
Ale: Pues dile a Julián que es de él y ya.
Any: Ajá... ¿Y sabes a dónde me envía cuando el niño crezca y crezca y crezca y vea que no se parece a él? Además, Ale... Julián de seguro quiere hacerse pruebas de paternidad. Tengo miedo. No puedo mentirle... No es tan fácil.

En ese momento, Poncho paseaba por ese mismo parque con su sobrinita, y al ver a Anahí hablando tan preocupada, decidió quedarse cerca para oír todo, pero no veía con quién estaba hablando.

Ale: Bueno, entonces corta con tu novio y ya...
Any: Ni que fuera tan fácil, Alejandra... Tú sabes cómo es Julián... Además ya te dije que si hago eso, él hace lo posible porque mis papás se enteren de toda la verdad... Y tampoco quiero eso, amiga... No puedo dejar a Julián, por eso de mis papás es que yo debo seg -se queda sin poder seguir hablando cuando voltea pensando y ahí ve a Poncho-.

Alejandra se da cuenta de la situación, se levanta, agarra a Any del brazo y la lleva a donde Poncho.

Ale: Habla con Rodri entonces... ¿O es qué tú lo conoces por su nombre? Alfonso... ¿O tal vez Poncho?
Poncho: ¿Ale?
Ale: La misma que viste y calza -con cara de desprecio hacia Poncho-. Todo me imaginé menos que el otro hombre serías tú.
Any: ¿Qué? Espera, Ale.... ¿Que Poncho es...?
Ale: Sí, Anahí, Poncho era mi cuñado, y yo pensé que un amigo... Amiga, te felicito, tu amante no está nada mal, pero hizo lo mismo con mi hermana, lo mismo que ella le hizo. Y lo mismo que tú le hiciste a Julián.

Dicho esto, Alejandra se dio la vuelta y se fue.

Any: ¡Ale! ¡Ven acá! ¡Alejandra!

Any iba a salir corriendo detrás de Alejandra, pero Poncho se lo impidió agarrándola del brazo.

Any: Suéltame –dijo a punto de llorar-.

Any no podía resistir que Poncho la tocara, ni siquiera quería estar en frente de él. Recordaba todos los momentos que había pasado con él, recordaba las sonrisas que le dedicaba a él y a otros no, recordaba el momento que lo conoció, el momento en el que le dijo que se marchara para siempre.

Poncho la soltó, pero ella no se dio ni cuenta, hasta que una mano pequeña agarró la suya.

Silvia: ¿Eres la novia de mi tío?
Any -estaba a punto de llorar mirando los ojos de Poncho-: ¿Este señor es tu tío?
Poncho: Silvia, por favor... Vete a jugar con los niños, ¿sí? -se arrodilla ante su sobrina-: yo tengo que hablar con esta mujer -marcando la palabra "mujer"-.
Silvia: ¿No me puedo quedar?
Poncho: No, mi amor... Tenemos que hablar cosas de mayores.
Silvia: Pero ya tengo estos, tío -diciendo con su mano que tenía cinco añitos-.
Poncho: Son cosas de adultos. Tú eres muy grande, pero no eres adulta -le hace un gesto de cariño en su nariz-. Hazle ese favor al tío Poncho, ¿sí?
Silvia: Bueno... Está bien... Los dejo solos, pero con una condición.
Poncho: ¿Cuál?

Any se llenaba de ternura viendo a Poncho hablando con esa niña, era tan... Tan él... Un hombre tierno, amable, sin enojarse por nada, ni siquiera porque una pequeña lo desobedeciera. Cada vez le entraban más ganas de llorar y salir corriendo, pero la niña aún la tenía de la mano.

Silvia: Que te cases con ella y me des muchos primitos, porque Domínica no me gusta... Tío, yo quiero que te cases con Anahí.

Eso le llegó a Any al corazón.

Any: ¿Cómo sabes mi nombre? -sonriéndole a la niña y arrodillándose también con ella-.
Silvia: Ale acaba de decirlo. Bueno, los dejo solos con la condición de que se casen -comienza a andar, pero se voltea-. ¡Ah! Y me lleven al viaje de novios, ¿eh? Ámense como mis papás...

Pasión y Amor van UnidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora