Capítulo 43

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Any: Julián, se acabó la niña buena y se acabaron con ella todas las mentiras. En este mismo momento me dices qué o quién fue lo que te hizo que cambiaras.
Julián: ¿A qué te refieres, mi amor?
Any: No te hagas, Julián. Sabes perfectamente a lo que me refiero. Tú nunca has sido así... No sé... Jamás hubieras aceptado mi embarazo, y lo peor... Jamás me hubieras pedido matrimonio. Mucho menos me hubieras dejado salir del club. ¿Por qué cambiaste de un día para otro?

Julián se sirvió también un vaso de agua, le puso un hielo y lo mantuvo en sus manos.

Julián -extendiéndole la mano a Any-: Ven, mi amor... Vamos al salón y ahí hablamos mejor.
Any -sin darle la mano-: Conozco el camino.

Al llegar al salón, Julián se sentó en el sofá y Any en un sillón enfrente del sofá, para poderle ver bien los ojos. Guardaron unos segundos de silencio, hasta que Any decidió hablar.

Any: ¿Me vas a responder? ¿O vas a seguir perdiendo mi tiempo? Porque como sabrás, no eres dueño de él.
Julián: Pero no entiendo qué es lo que quieres saber.
Any: El por qué de toda esta situación. Y quiero la verdad, Julián; así que no me quites la mirada de encima.
Julián: Tesoro, relájate –suspiró-. Te voy a decir la verdad, pero por favor no creas que te estoy mintiendo.
Any: Sin prólogo, Julián; que no tengo toda la noche.
Julián -suspiró y tomó un poco de agua-: Mi amor... Lo nuestro siempre fue una historia de amor de verdad, siempre ha sido hermosa, y desde que decidimos abrir el club...
Any -lo cortó-: No te confundas. No decidimos. Yo no te apoyaba en esa idea. 
Julián: Bueno, si... Perdón. Desde que decidí abrir el club fui cambiando, volviéndome un hombre grosero, celoso... Poco detallista.
Any: Nunca fuiste detallista, Julián.
Julián: Tal vez no, pero nunca te traté mal. Es más, hasta en varias ocasiones te salvé la vida, ¿no?
Any: ¿Supiste que hace no mucho tiempo estuve en el hospital?
Julián: ¿Qué? –Se levantó y se puso delante de Any, agarrándole la carita y sentándose en la mesita-. Mi amor, ¿qué te pasó? ¿Por qué nadie me avisó?
Any -girando la cara para quitarse las manos de Julián de encima-: ¿Podrías decirme quién fue?
Julián: ¿Qué? No, a ver, espérate. ¿Cómo eres capaz de culparme de algo así?
Any: Las preguntas las hago yo esta vez. Puedes continuar con el por qué te volviste otro hombre.
Julián -respiró hondo-: Como te iba diciendo... Me fui convirtiendo en un monstruo, ni yo mismo me conocía. Días antes de que me dijeras que querías dejar el club lo estuve pensando y caí en la cuenta de que o volvía a ser el de antes, o te iba a perder. 
Any: Me usaste como a un juguete sexual.
Julián -suspiró, fingiendo arrepentido-: Sí, lo sé... Pero no soportaba la idea de verte en la cama con otros hombres más guapos, más apuestos, más elegantes o más ricos que yo.
Any: ¿Y por qué aceptaste que trabajara de eso? ¿Es que nunca te importó mi dignidad?
Julián: Necesitabas el dinero, tú misma lo dijiste. Mi amor, no entiendo a qué viene todo esto, ¿me puedes explicar?

Any: No, no tenía dinero, eso es verdad. Por eso seguí... Y tuve que ayudar a mis papás en la casa, pero jamás moviste un solo dedo para que yo no trabajara en ese lugar, para buscarme otro empleo, aunque haya sido el de mesera. ¿Qué hubiera pasado si alguno de los hombres con los que traté me hubiera querido ayudar? O peor aún... ¿Qué hubiera pasado si alguno de ellos me hubiera contagiado algo? El VIH, por ejemplo.
Julián: ¿Qué me quieres decir con eso? ¿Es que no usabas protección?
Any: Julián, yo siempre te he amado. Siempre he tenido fe en ti, en que volverías a ser el de antes, pero... 
Julián –cortándola-: Si vas a decirme que cambié tarde, lo sé. Y lo siento, pero ya te pedí disculpas por ello.
Any: Y yo no sé si algún día podré perdonarte. Julián, me humillaste. Acabaste con mi dignidad, me hiciste sentir el peor ser humano del mundo. Dejé de quererme y valorarme a mí misma. Llegó el momento en el que pensé quitarme la vida –dijo comenzando a llorar-. Necesitaba hablar con alguien, con algún amigo; pero no tenía a nadie. Me dejaste sola en la vida y tuve que aprender a compartir mis problemas con nadie. Hiciste que me quedara sin amigos.
Julián -sentía que esas palabras si le estaban ablandando el corazón-: Perdón. Perdóname. Mi intención no fue jamás dejarte sola. Pero tenías a Alejandra, ¿no? A Edgar, a Lorena, tenías a tu papá.
Any: Y siempre conté con el apoyo de alguien más.
Julián: ¿A quién te refieres?
Any: ¿Sabías que Aarón regresó de su viaje?
Julián: Claro, como no... De quién ibas a hablar sino de él... 
Any: ¿Lo sabías?
Julián: No, no sabía nada. Me vengo enterando ahorita. ¿Y qué onda, eh? ¿Ya se te declaró?
Any: Gracias, Julián... Justo en esa respuesta me acabas de demostrar que no has cambiado nada.

Pasión y Amor van UnidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora