Capítulo 23

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Enrique: Anahí, ya sabes lo que pienso de tu novio... Cuando llego y él está aquí lo saludo por educación, hija, sabes que no lo soporto.
Any: Pues te aguantas, ¡papá! Porque Julián y yo nos vamos a casar. Y no te preocupes... Que si te avergüenza que tu hija haya traído dinero a esta casa de esa manera, me largo.

Any se fue a su cuarto y Enrique se quedó en el salón, sabía que era mejor no buscar a Anahí. 

Ella se quedó llorando en su cama, pensando en que Poncho fue quien envió ese mensaje a su padre, pues Julián la amenazó con eso si rompía con él, y no lo hizo. No sabía cómo, pero tenía que ir a ver a Poncho. Y así fue. Salió de la casa tan solo diciendo "en un rato vuelvo".

Cuando llegó a la casa de Poncho, abrió la puerta la madre, estando Silvia detrás.

Any: Buenas tardes, señora... ¿Se encuentra Alfonso?
Silvia: ¡Anahí! -Salió corriendo hacia ella y la abrazó por las piernas-.
Any: Hola, princesa -se le escaparon unas lagrimillas, se agachó y la abrazó fuerte-.
Viviana: Silvia, mi amor... Vete a tu cuarto a recoger la ropa que te puse en la cama, ¿sí?
Silvia: Abu, yo me quiero quedar con Anahí
Any: Mi amor -acariciándole el pelito-, hazle caso a tu abuela, ¿sí? Yo vine nada más a platicar con tu tío.

Silvia obedeció a su abuela y Viviana invitó a Any a entrar.

Viviana: Así que tú eres la famosa Anahí –le dijo seria-.
Any -con miedo-: Si, señora... Soy yo... Imagino que usted es la madre de Alfonso, ¿no?
Viviana: La misma que viste y calza. Soy Viviana. Siéntate, niña, enseguida viene mi hijo.
Any: No, no importa, prefiero esperarlo de pie, gracias.

Viviana fue al despacho que Poncho tenía en su casa a avisarle de que tenía visita, pero ya era tarde, Silvia fue a avisarlo. Poncho iba hablando por teléfono, terminando una conversación. Any estaba allí en el salón, de pie, escuchando cómo se iba acercando él.

Poncho: Ok, está bien... Entonces ponlo en envío urgente, y el lunes en la mañana lo enviamos para que lo tenga el mismo lunes en la noche // Sí, sí, siempre hacemos lo mismo con lo urgente y llega el mismo día, sino, lo tendrán el martes en la mañana // Sí, está bien, el lunes nos vemos // Bye -mirando a Anahí-. ¿Me corres de tu casa y ahora vienes a buscarme? -Acercándose a ella-. ¿A qué viniste?

Any tan sólo lo miró llorando, y no fue capaz de decir palabra, tan sólo le dio una cachetada, seguida de las palabras "Te odio".

Poncho se quedó con la cara girada, y sin mirarla le preguntó qué hizo él.

Any -con lágrimas-: ¡No te hagas, estúpido! ¡No te hagas, porque sabes perfecto lo que hiciste!
Poncho -levantando la voz-: ¡¡No!! ¡¡No lo sé!! ¿Qué hice? ¿Hablar con tu papá?
Any: ¡Tú le enviaste ese mensaje, Alfonso!

Silvia y Viviana llegaron al mismo tiempo al salón, al oír los gritos de Poncho, puesto que no estaban acostumbradas a esas voces. Poncho jamás levantaba la voz, y menos a una mujer.

Viviana: ¿Qué está pasando?

Ambos guardaron silencio.

Poncho: Nada, mamá... Por favor, déjame a solas con Anahí.
Viviana: Pero, mi amor, ¿qué son esos gritos?
Poncho: Mamá, por favor te lo pido... Perdí los nervios por un momento... No pasa nada.

Viviana se fue, pero Silvia se quedó escondida debajo de la mesa.

Any: ¿Por qué no le dices a ella también? ¿Eh? ¡Contesta, Poncho!

Algo dentro de Poncho le dijo que era mejor hablar en su despacho, así que comenzó a caminar sabiendo que Any iría detrás. Any entró después de él, dando un portazo.

Any: ¿Por qué te vas? ¿Por qué no me respondes, idiota?
Poncho: ¿Y qué te hace pensar que fui yo? ¿Eh? ¿Qué? ¿Por qué no piensas que fue tu novio? ¿Por qué tengo que ser yo? ¿Por haber sido quien le confirmara a tu papá eso? Pues te diría que sí fui yo si así hubiera sido, pero no... Y te recuerdo que no era yo quien te tenía amenazada.
Any –llorando-: Julián no tiene dos líneas de teléfono diferentes. Sin embargo tú sí, ¿no? Desde las cuales, de una nada más sólo haces llamadas. Nunca respondes ese celular.
Poncho: ¡¡Pero yo no fui!! -Le da el celular del trabajo-. ¡Marca el número de tu papá! ¡Ándale! Márcale a tu papá y dile que guarde el número, ¡a ver si es el mío cuando llegues a tu casa!
Any: ¡¡Deja de mentirme!! ¡No quieras quitarte las culpas, Alfonso! ¡Fuiste tú! Del mismo coraje, ¿verdad?
Poncho: ¿Coraje? ¿Coraje de qué?
Any: ¡¡Del coraje de que este hijo no sea tuyo!! Coraje de que aunque así fuera, no te le vas a acercar en la vida, ¿me oyes? En la vida. Para mí estás muerto, Alfonso Herrera. ¡¡Muerto!! -Fue a abrir la puerta, pero Poncho se lo impidió-.
Poncho –a punto de llorar-: Pues si estoy muerto para ti, jamás me busques, ni le preguntes a nadie por mí, ¿te queda claro? Que seas feliz con tu noviecito, a ver si a tu maldito hijo lo trata con el mismo cariño y el mismo respeto que a ti.
Any -apuntándole con el dedo-: Es la última vez que hablas así de Julián y la última vez que le dices maldito a mi hijo, ¿me oyes? La última vez.
Poncho -le agarra de la muñeca y le baja la mano-: Lárgate y que sea la última vez que estás cerca de esta casa -Poncho abre la puerta, sin darse cuenta que Silvia estaba escondida cerca-. ¡¡Vete!! ¡¡Vete con tu maldito Julián!! –Dijo dejando escapar unas lágrimas-.

Silvia salió corriendo y salió a la calle sin que nadie pudiera darse cuenta, y comenzó a caminar...

Any: ¡Claro que me voy! Pero solo te advierto una cosa, Alfonso... Si te vuelvo a ver en mi casa con mi padre...
Poncho -la interrumpe-: ¿Qué? Dime, ¿qué me vas a hacer? ¿Me vas a pegar? No te tengo miedo, y ya me diste hoy una cachetada, te aseguro que nunca más me pones la mano encima... Y nunca, es nunca.
Any: Te odio.

Y dicho esto salió de esa casa a toda velocidad, se subió a su coche y se fue. Después de manejar como a 20 metros de la casa de Poncho, vio a Silvia. Se pudo dar cuenta de que se escapó y que no estaba ni mirando por dónde iba. 

Paró su coche y salió corriendo a por Silvia justo en el momento en el que un coche estaba a punto de atropellarla, con tan mala suerte, que atropelló a Any. Todos los presentes llamaron a una ambulancia, y Silvia se fue corriendo a su casa, llamó a su tío y le dijo que a Anahí la había atropellado un coche, pero no le dijo que fue por salvarla a ella. 

Poncho fue corriendo al lugar del accidente, llamó a Enrique y le contó lo ocurrido, y Poncho se fue en la ambulancia con Anahí. 

Al llegar al hospital, Enrique ya estaba allí esperando. Poncho se quedó con Enrique cuando le estaban haciendo pruebas a Any, contándole el por qué Any estaba allí. 

Silvia estaba en la casa, y se fue al sótano, en donde según ella, se veía con su madre...

Jimena: Estuvo muy feo lo que hiciste, Silvia. Por desobedecernos a tu padre, a tu tío y a mí pasó esto.
Silvia –entristecida-: Es que...
Jimena: Es que nada. ¿Por qué te fuiste de la casa, Silvia? Te tenemos dicho que no salgas de la casa sola, y menos sin permiso. ¿No te das cuenta que es peligroso? Y más para una niña de tan sólo cinco años, ¡por el amor de Dios! ¿Tenías idea de a dónde ibas?

Silvia negó con la cabeza, sin mirar a su madre y a punto de llorar.

Jimena: ¿Ya ves? ¡Ni conoces la ciudad, Silvia! ¡Y mírame cuando te hablo!
Silvia –llorando-: Perdón, mamá...
Jimena: No es a mí a quien tienes que pedirle perdón. Ya sabes lo que tienes que hacer.

Silvia: ¿Y qué tengo que hacer?
Jimena: ¿De verdad no lo sabes? Mi amor, hay alguien en el hospital, y está ahí por salvarte a ti.

Dicho eso, la madre desapareció y Silvia fue a la cocina en donde estaba su abuela. Le dijo que a Any la atropelló el coche por su culpa y le pidió que la llevara al hospital. 

Viviana así lo hizo, pues sabía lo ilusionada que estaba Silvia con esa mujer, y la convenció con su mirada y tono de voz arrepentidos de lo que hizo. 

Al llegar al hospital, estaban allí Poncho y los padres de Anahí, esperando que les dijeran algo.

Viviana: Poncho...

Pasión y Amor van UnidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora