Capítulo 41

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Alejandra: ¿Me vas a decir qué tienes?
Any: Tengo que llevar a Silvia a la escuela.

Iba a caminar, pero Alejandra se lo impidió.

Alejandra: Deja de comportarte como tu novio o como una niña de cuatro años.
Any: Pues deja tú de ocultarme cosas y de mentirme. No tienes nada que reprochar.
Alejandra: ¿De qué estás hablando?
Any: ¿Cómo que de qué? Alejandra, en este mismo momento me dices lo que pasó entre Aarón y tú. No me creo nada de lo que me contaste anoche sobre Diego.
Alejandra -con los ojos aguados-: No me hagas esto, por favor... Dame tiempo, no quiero que pienses que lo que te cuento es mentira, no quiero que pienses que te lo cuento para que te alejes de él.
Any: ¿Qué? Bueno, tú estás loca, ¿no? ¿Cómo crees que voy a pensar eso? Y menos de ti... Pero no sé qué tiempo es el que necesitas. Le tendré que decir a él entonces.
Alejandra: ¡No! No lo hagas... No le hables de mí, Any, por favor. No lo hagas...

Alejandra apoyó sus codos en la mesa, escondiendo su cara en sus manos comenzando a llorar. Any se acercó a ella, acariciándole la espalda.

Any: Alejandra, ¿por qué no me cuentas? ¿Es que no confías en mí o qué? -A punto de llorar-. Me duele no saber qué está pasando con dos de mis mejores amigos... Me duele que lo estés pasando mal y yo ni enterada, y que además me mientas diciéndome que estás mal por Diego. ¿Qué soy para ti, Ale? ¿Una desconocida?
Alejandra: Claro que no. Confío en ti más que en nadie, pero tan solo porque conozco el cariño que le tienes a ese patán es que no te conté nada. Además, me amenazó con hacerte daño si te decía algo, y el no contártelo ha sido una manera de protegerte.
Any –preocupada-: ¿Qué te hizo, amiga? Ya dime. ¿Quién es Aarón realmente? ¿Qué está pasando con el mundo? Dime algo antes que nada... Julián... ¿tiene algo que ver?
Alejandra: No, él no tiene nada que ver. Ni siquiera sé si lo sabe. ¿Por qué?
Any: Porque sería el colmo. Pero ya, Alejandra, vámonos a otro sitio y... Platicamos mejor, ¿te parece? Voy a avisarle a Poncho de que iré contigo. Vamos.

Any fue al garaje y aprovechando que las ventanas del coche estaban abiertas, se apoyó por el lado de Poncho y le dijo que se fuera él, que ella hablaría con Alejandra.

Silvia: Pero tú me dijiste que me ibas a llevar.
Any: Si, mi amor, pero tengo cosas importantes que hablar con Alejandra. Mejor que te lleve tu tío y yo voy a recogerte, ¿quieres?
Silvia: No. Si no me llevas tú, no iré a la escuela -intentó abrir la puerta, pero Poncho tenía el seguro puesto-.
Poncho: Silvia, no seas tan caprichosa. ¿Qué te pasa? Tú no eres así.
Any: Silvia, te portas bien o ni si quiera paso por ti –le dijo seria-.
Poncho: Déjala, como no se porte bien, ya sabe lo que le espera, ¿verdad? –Le preguntó mirándola por el espejo retrovisor-.

Silvia se cruzó de brazos enojada y agachó la cabeza.

Any: Maneja con cuidado.
Poncho: No te preocupes.

Any le dio una sonrisa y le iba a dar un beso en la mejilla, pero Poncho le dio un piquito tierno, y Any le guiñó un ojo, después se montó en su coche con Alejandra y se fueron a la casa de Anahí.

Any: Te voy a preparar una tila, ¿ok? Tú espérame en la sala.
Ale: No, no quiero nada. Lo único que quiero es que no le digas a nadie lo que te voy a contar de Aarón... Para mí es muy fuerte, Any y... Muy duro.
Any: Pero claro que no, Alejandra. Sabes de sobra que puedes confiar en mí. Nunca te traicioné.
Alejandra: Anahí, es que no sé... No sé por dónde empezar ni cómo decirte.
Any: Bueno, como le digo a Silvia... ¿qué tal si empiezas por el principio?
Alejandra –sonrió-: Ya, tonta... Está claro que empezaré por ahí... Pero es que -respiró hondo-... Ok... ¿Te acuerdas que te dije hace años que yo ya no era virgen y que mi primera vez fue magnífica? -Se le empezaban a aguar los ojos-.
Any: Si, ¿qué... qué pasa con eso?
Ale: No es verdad -comenzó a llorar-.
Any: ¿Cómo que no es verdad? ¿A qué te refieres? ¿Aún eres...
Ale –cortándola-: No, no lo soy. Pero tampoco fue una cosa para tener que estar toda la vida con eso aquí -señalándose el corazón-.
Any: ¿Pero no fue con Aarón? Ustedes me contaron.
Ale: Si, y no sabes cuántas veces me maldigo y cuántas veces maldigo haber estado enamorada de ese idiota... 
Any: Pero Alejandra, estabas muy enamorada, ¿qué estás diciendo? Ahora sí que no estoy entendiendo nada.
Ale: Si, ¿pero de qué te sirve estar enamorada si lo único que buscan es acercarse a tu mejor amiga?
Any: ¿Qué quieres decir?
Ale: Aarón siempre estuvo enamorado de ti, y siempre lo dio a notar, no iba a ser menos el día que terminó con mi vida.
Any: Alejandra, explícame... Que terminó con tu vida ¿de qué? Me estás preocupando mucho.
Ale: Fue en casa de su abuela, un día que ella no estaba y no había nadie en esa casa, solo nosotros. Yo fui muy feliz, iba a ver a mi novio. Aarón andaba conmigo, era el niño más guapo del barrio y del salón, ¿qué más podía pedir? Pero aquel día actuó como un verdadero patán y un asqueroso. Any, cuando llegué, Aarón quería abusar de mí y -llorando más- lo consiguió. Yo hice mil intentos de quitármelo de encima, pero no pude, no podía. El coraje que Aarón sentía por haberte visto esa mañana dándote un beso con Julián era más fuerte que yo. Me gritaba que lo hacía por vengarse de ti, que nada más andaba conmigo para darte celos, para que te fijaras en él. Yo no sabía qué mas hacer, te juro que me daban ganas de matarlo, pero no tenía nada a mi alcance, no me podía mover.
Any: ¿Qué?

Anahí se llevó las manos a la cabeza, no podía creer lo que estaba escuchando. No se imaginaba a Aarón capaz de hacer eso. Los ojos se le empezaban a llenar de lágrimas y no podía gesticular una sola palabra.

Any: No... No puede ser verdad.
Ale: Eso quisiera yo, que no lo fuera.
Any: ¿Por qué no me dijiste antes? ¿Cómo fuiste capaz de estar fingiendo siempre?
Ale: ¡No podía decirte! Si te decía, te haría daño... Me amenazó con que nadie supiera nada. Aparte no me ibas a creer.
Any: ¿Cómo dudas así de mí? Alejandra, por Dios; escucha lo que estás diciendo.
Ale: Any, tú estabas ciega con la amistad de él. Lo que dabas por él no lo dabas por mí, lo que hacías con él no querías hacerlo conmigo, lo que le contabas a él a mí ni me lo decías por encima.
Any –llorando-: ¿Eso crees? –Alejandra asintió diciéndole que fue así-. Puede ser, Alejandra... Puede ser que hiciera diferencia entre ustedes, pero no me daba cuenta de lo que hacía, ¡entiende! Aparte Aarón era el mejor amigo de mi novio, ¿cómo le haces tú ahí para no contarle más a él que a ti? Si Julián estaba mal nadie mejor que Aarón para decirme qué le pasaba.
Ale: ¿Y no te dabas cuenta de que él siempre quiso que tú y Julián rompieran?
Any: No, nunca me di cuenta. Ustedes siempre actuaban demasiado bien delante de todos. Sobre todo tú. ¿Cómo fuiste capaz de seguir siendo su novia después de lo que te hizo?
Ale: ¿Cuánto tiempo más duró nuestro noviazgo? Claro que no era capaz de seguir siendo su novia, ni siquiera tenía valor para mirarlo a la cara, ¿pero qué hago? ¿Qué podía hacer después de todo?
Any: ¿No le contaste a nadie? ¿Ni a tu mamá?
Ale: No. Sólo a Poncho. Él siempre entró y salió en mi casa como si fuera la suya propia. Siempre fue para mí como un hermano mayor, el hermano que nunca tuve. Poncho me defendía, me consentía, me protegía, hacía cosas por mí que ni a mi hermana se le pasaban por la cabeza.
Any: Me deberías haber contado antes. ¿Cómo lo saludaste así el día que fuimos al centro comercial?
Ale: Tenía que seguir fingiendo. Tú no sabías nada. Pero lo peor no es eso.
Any: ¿Hay algo peor? 
Ale: Si anoche llamé a Poncho fue porque Aarón estuvo aquí. No quise que entrara, pero lo hizo.
Any: ¿Qué? No... No puede ser... ¿Pero, qué hiciste?
Ale: Llegaron mis vecinos y Aarón pensó que eran mis papás y se fue rápido, pero tengo mucho miedo de volver a cruzármelo.
Any: Alejandra, ¿por qué no lo denuncias?
Ale: Porque no puedo... Porque sé que eso será peor aún...
Any: Bueno, entonces déjame que yo lo haga.
Ale: ¡¡No Any!! Entiende. No podemos hacer nada. Hagamos o no, la única forma de que me deje en paz es que se olvide de ti, pero eso es imposible... 
Any: Alejandra, no hay nada imposible. ¿Sabes qué? Voy a hablar con él y le voy a poner los puntos sobre las íes.
Ale: ¿Qué? Any ¡estás loca! ¿Ves también por lo que no quise nunca contarte nada? Te estoy diciendo que no hagas nada, por favor Any –llorando-.
Any –suspiró-: Bueno, está bien, pero tú si deberías hacer algo, Alejandra.

Después de estar juntas ese día, fueron a por Silvia al colegio, quedándose Alejandra en el coche esperando. Cuando Silvia vio a Any en la puerta salió corriendo hacia ella, dándole un abrazo y apurándola para irse cuanto antes, pero la profesora salió a tiempo.

Prof.: Disculpe... ¿Usted es la tía de Silvia?
Any –sonriendo-: No, soy sólo una amiga de Alfonso, pero, ¿por qué? ¿Pasó algo?
Prof.: Verá, es que hoy Silvia tuvo un comportamiento muy poco común en ella...
Any: Silvia, ¿qué hiciste? Espérame ahí sentada un segundo, ¿sí?

Silvia enojada obedeció a Any y se sentó en un banco que había en el pasillo.

Any: ¿Qué fue lo que hizo, señora?
Prof.: Silvia le pegó a dos compañeras de su salón... Según dijo la niña no fue por nada, pero tras pegarle a las niñas salió del salón llorando y corriendo. No estamos acostumbrados a ese comportamiento... Ella siempre ha sido una niña bien portada... ¿Sabe qué le pudo haber pasado?
Any: Pues no sé. Yo hablaré con ella saliendo de la escuela, pero no tengo idea. Ya venía enojada porque yo no pude traerla, pero de ahí a que se comportara de esa manera...
Prof.: Estuve tratando de localizar a su tío, pero...
Any –cortándola-: No, no... No le diga nada a Alfonso, por favor. Esta vez yo me encargo... Si Alfonso se entera de esto va a ser muy duro con ella... Siempre es muy bueno, pero cuando la tiene que regañar... Uy ni se imagina cómo se pone... De verdad, yo me encargo.

La profesora confió en Any, le daba buenas vibraciones y la notaba segura de lo que decía y capaz de hablar con Silvia. Tras despedirse, se subieron al auto y se fueron a la casa de Any a comer y pasarían el día con Alejandra. Después de comer, Any y Alejandra estuvieron haciendo tareas de sus universidades y Silvia las suyas. Por la noche, cuando Any fue a acostar a Silvia, aprovechó para hablar con ella, sin saber que Poncho escucharía la conversación.

Pasión y Amor van UnidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora