Capítulo 85

190 16 6
                                    

Gonzalo: No es de él, ¿verdad? –Any lo negó-. Dime una cosa... ¿Crees que le importes a Julián?
Any –se encogió de hombros-: Según me dijo Aarón, Julián me ama, aunque trató de negárselo muchas veces. Y cuando no toma nada de alcohol, no sabes... Es todo lindo, puedo hablar con él como antes, está pendiente de mí, de que no me pase nada... Pero la verdad, a estas alturas ya no sé si sea por amor o por orgullo.
Gonzalo: ¿Me dejas usarte para tratar de que Julián quiera salir de todo eso?
Any: ¿Usarme? ¿A qué te refieres?
Gonzalo: Mira... Si de verdad Julián te ama, le va a doler perder incluso tu amistad. Entonces tal vez por ahí quiera aceptar ayuda, para no perderte como amiga, por mucho que te pierda como mujer.
Any: Ay Gonzalo –dijo suspirando-: Creía que me ibas a decir algo peor. Por supuesto puedes hablarle de mí y de perderme. O sea... Se supone que es mi novio, aunque así yo no lo sienta desde hace un tiempo. Sería raro que no hablaran de mí.

Cuando Gonzalo llevó a Any a casa, ella lo invitó a pasar de nuevo.

Any: Gonzalo... ¿Te puedo preguntar algo?
Gonzalo: Claro. Dime.
Any: ¿Te volviste a enamorar?
Gonzalo: No... Lo de tu hermana aún es muy reciente y la amaba por encima de todo. No te voy a mentir, oportunidades para pasar página no me han faltado en España. Ha habido muchas mujeres que se me han insinuado, que me han invitado a salir... Pero siempre he tenido a tu hermana aquí dentro -dijo poniéndose la mano en el corazón- y siempre las he rechazado. No existen mujeres como Mireia. Dejó el listón demasiado alto. Tu hermana era todo para mí, cuñada. Era mi sueño. Tuve que luchar mucho para estar con ella. Y aún no me perdono haberme tenido que regresar tan pronto a España después de su muerte. 
Any: No tienes nada que perdonarte, Gonzalo. Tú ya estabas trabajando allí. Y sin ser el esposo de mi hermana no te correspondían días por su muerte. Demasiada suerte tuviste con que te dejaran venir.
Gonzalo: Sí, pero me hubiera encantado haber estado aquí. No haberme ido. No haberla dejado sola. Nunca debí haber aceptado ese trabajo.
Any: Aceptaste para ayudarnos a nosotros con los gastos médicos. ¿De qué hubiera servido que estuvieras aquí, Gonzalo? Aquí cerró la empresa en donde estabas y te quedaste sin trabajo. 
Gonzalo: ¿Sabes? Ojalá tu hermana no se haya ido enojada conmigo. Ojalá que, esté donde esté, me haya perdonado.
Any: Mi hermana no estaba enojada contigo, ¿de dónde sacas eso? –Le preguntó tomándolo de las manos-.
Gonzalo: ¿Cómo estás tan segura?
Any: Porque ella me lo dijo. Gonzalo, la última persona que habló con mi hermana antes de morir fui yo. Y antes de hablar de mí, estuvimos hablando de ti. Me dijo que te extrañaba y que ojalá estuvieras a su lado, pero que sabía perfectamente que te habías ido a España para ayudarnos. Y no dejaba de repetir que te amaba -dijo emocionándose-, y que habías sido todo para ella. Que eras incluso su cura, su cura del alma. Que por eso se iba a ir tranquila a pesar de que tú estuvieras tan lejos. Porque sabía que tu intención era regresar para estar con ella. No quiero que te lastimes pensando que ella se fue enojada, porque no es así.

Gonzalo la miró a los ojos y puso una mano en la mejilla de Any.

Gonzalo: Te pareces tanto a ella...
Any: Pues... Era mi hermana, ¿no? –Le dijo sonriendo-.

Any y Gonzalo siguieron hablando un ratito y luego Gonzalo se fue.

Por la noche, cuando llegaron Edurne y Enrique a casa, Any les contó que había estado casi todo el día con Gonzalo.

Al día siguiente, efectivamente; Gonzalo fue a la empresa de Poncho para poder saludar a Enrique. Y aprovechó para conocerlo a él. Le dijo a Enrique que lo dejara solo, que él mismo se presentaría. Y así lo hizo. Entró a la oficina de Poncho y después de un tiempo haciéndose el misterioso, decidió presentarse y calmar a Poncho, pues estaba pensando que era alguien que había enviado Julián. Lo calmó y le estuvo explicando que iba a ayudar a Any, y que esa ayuda también era para él, que se alegraba mucho de que por fin Any se hubiera enamorado de un hombre de verdad y no de un patán como Julián.

Pasión y Amor van UnidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora