Capítulo 10

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Poncho: ¿Qué? ¿Quién es?
Any: No... No... Se está acercando, ¡¡Poncho!!
Poncho: Pero Any, dime quién es -mirando por el espejo y quedándose perplejo-¡¡Tu papá!!
Any: ¡¡Sí, Poncho!! Mi papá -se puso muy nerviosa- ¡Ay Dios! ¡¡No sé qué voy a decirle!!
Poncho: Se está acercando, agáchate como si estuvieras buscando algo...
Any: ¿Qué?
Enrique -apoyándose en la ventana de Poncho-: Joven, ¿puedo ayudarlo en algo? -se da cuenta que era el amigo de su hija-: Hola, ¡¡Poncho!!
Poncho –nervioso-: Hola, señor...
Any –levantándose-: ¡¡Papá!! ¡Qué bueno que llegas! ¿Qué haces por aquí?
Enrique: ¿Any? Eso mismo te pregunto yo a ti... ¿En dónde estuviste toda la noche?
Any -bajándose del coche-: Te... Te lo puedo explicar, papá...
Enrique: Bueno... No me expliques a mí, mejor piensa en lo que vas a decirle a tu novio.
Any: ¿Hablaste con Julián?
Enrique: Está muy enojado porque dice que tuviste el celular desconectado toda la noche y que no supo nada de ti.
Any –llenándose de miedo por Julián-: Es que a Poncho se le rompió algo del coche o no sé qué onda... Y tuvimos que pasar aquí la noche y pues... No hay señal...
Enrique: Ya, bueno... Si quieres te llevo a la casa de Julián... Y a ti, Poncho... Si quieres te doy un aventón a donde quieras.
Poncho -estaba también abajo del coche-: No, no se preocupe, señor, yo tengo que esperar la grúa. Pero gracias.
Enrique: Bueno, de nada... ¿Y entonces, Any? ¿Te llevo?
Any: No, papá, no hace falta –no quería alejarse de Poncho teniendo la oportunidad de estar con él-. Poncho no durmió en toda la noche para que yo si pudiera hacerlo... ¿Te molesta si me quedo con él en forma de agradecimiento?
Enrique: A mí no, mi amor. Eres tú la que tiene que estar bien.
Any: Gracias, papi -le sonríe y le da un abrazo-. Pero oye, no me dijiste a donde ibas.
Enrique: Ah, voy a ver a tu tía abuela, ya sabes que está mayor... Voy a llevarle sus pastillas. Bueno, ya me voy, no quiero llegar muy tarde... Cuídamela, ¿eh, Poncho?
Poncho: ¡¡Claro, señor!! -le sonrió-, es todo un placer cuidar a su hija.

Enrique era un hombre al que le gustaba ver a su hija feliz, y no sabía por qué, veía que al lado de Poncho era más feliz que al lado de Julián, así que no le importó que Any se quedara allí, puesto que Any le contaba todo lo que hacía con Julián, y si ese hombre se atrevía a hacerle algo malo a su hija, Enrique la defendería a muerte. 

Enrique subió al coche, paró al lado de Any y le hizo una señal para que se acercara a él.

Any: Dime, papá.
Enrique: Sabes lo que pienso de tu relación con Julián... Luego en la casa hablaremos tú y yo, ¿sí?
Any: Claro –sonríe-. De lo que quieras... Ve con cuidado.

Y se fue Enrique.

Poncho: ¿Qué es eso de quedarte aquí por agradecimiento?
Any: ¿Te molestó?
Poncho: En lo absoluto. Me gusta tenerte ceca.

Any se quedó apoyada en el coche de Poncho, mirando al cielo fijamente. Poncho tan sólo la observaba... Hasta que decidió romper el silencio.

Poncho: ¿En qué piensas?
Any: En Julián... Necesito inventarle algo...
Poncho: Any... ¿Quieres que hable yo con él?
Any: ¡No! -exclamó de inmediato- ¡Claro que no! ¿Qué le dirías? "Hola, soy Poncho y me acuesto con tu novia".
Poncho: No sé... ¿Por qué no le dices tú la verdad?
Any: ¿Qué? Bueno... Tú estás loco, ¿no? Decirle la verdad... Voy con él y le digo... Ay, Julián, bueno, verás... Se me quedó el coche parado en la carretera con Poncho, y lo siento mucho... Hicimos el amor y... Llevo tiempo engañándote con -Poncho la interrumpió-.
Poncho: Espera, espera, Any...
Any: ¿Qué?
Poncho: No hace falta decirle que lo estás engañando... Sólo dile que soy un amigo y te recogí ayer, pero se me estropeó el coche... No exageres...
Any: Ya veré Poncho... Ya veré lo que le digo...
Poncho -tras segundos de silencio-: Por cierto... ¿Qué dijiste? ¿Que hicimos qué?
Any: ¿De qué hablas?
Poncho: De lo que nos está pasando... ¿Crees que... hacemos el amor?
Any: ¿Qué? –nerviosa-. Claro que no, Poncho, ¡por Dios! Amor ni amor... Yo solo amo a un hombre... Y ese hombre, es Julián.
Any –pensando-: Aunque creo que me estoy enamorando de ti.
Poncho -mirándola a los ojos-: Sí... Eso espero, porque yo tampoco te amo a ti. Quiero que quede claro eso.
Poncho –pensando-: No quiero sufrir más por una mujer, pero tengo el presentimiento de que me vas a lastimar.
Poncho: Esto es sólo sexo.
Any: Por supuesto.
Poncho: Sin sentimientos.
Any: Cero sentimientos.

Tras varios segundos de silencio, esta vez fue Any quien decidió romperlo...

Any: Poncho... ¿Te puedo preguntar algo?
Poncho: Dime.
Any: Tú... ¿Te casaste? ¿Lo arreglaste con tu novia?
Poncho -negó con la cabeza-: Ni siquiera la vi... No me responde cuando le marco, y si voy a su casa, no me abre la puerta. Y si la busco donde sus papás y su hermana se enterarán de lo que hizo, y pues... La verdad, no quiero mezclar a su familia en sus cosas. Aunque su hermana sí sabe... ¿Por qué lo preguntas?
Any: No, por nada... Sino que... Bueno -se pone medio triste-... Como una vez me dijiste que te ibas a casar y así... Pues -fingiendo estar bien-... Serías un tonto si te casaras con ella después de que te engañó y así... 
Poncho: Ya -se quedó mirándola de forma extraña-.
Any: ¿Qué? ¿Por qué miras así?
Poncho: No, por nada...
Poncho –pensando-: Si supieras que no puedo sacarte de mi cabeza ni un solo instante...

Hablaron mientras esperaban a la grúa de cosas de cuando eran pequeños, o de lo que Poncho había planeado para la boda, o de lo que Any pasaba con Julián... Hablaron de sus familias también, hasta que llegó la grúa, y Poncho insistió en llevar a Any a su casa con el coche de su papá.

Any: Gracias por traerme, Poncho...
Poncho: No me agradezcas nada. Espero que tengas suerte con tu novio... Si necesitas algo, ahí me avisas, ¿no?
Any: Claro -le da una sonrisa-... Aunque... No creo que haga mucha falta.
Poncho: Any, una pregunta...
Any: ¿Sí?
Poncho: ¿Por qué le tienes miedo a tu novio?
Any: ¿Qué? Yo no le tengo miedo... O sea... ¡¡Por favor!! –nerviosa-. Es mi novio.
Poncho: ¿Por qué no le explicas lo que sea que le quieras explicar de anoche mientras yo estoy escondido en tu casa?
Any: ¿Para qué? Ay, Dios... Con qué cosas me sales, ¿eh? Eres extraño, Ponchito...
Poncho: Porque no te creo eso de que no le tienes miedo, y porque no me fio de él, me quiero asegurar de que te trata bien.
Any: ¿Por qué tanta preocupación? Hace una hora dijimos que nada de sentimientos.
Poncho: Bueno, somos amigos, ¿no?
Poncho –pensando-: Sólo eso, Poncho... Amigos.

A Any le retumbó la palabra "amigos" en lo más profundo de su ser... Amigos... Claro... Se olvidó que ella está con Julián y que enamorarse de Poncho sería una tontería, puesto que Poncho no quiere enamorarse. Y además ella llevaba muchísimos años de novia con Julián.

Any: Claro -le sonríe tristemente-.
Any –pensando-. ¿¡Qué te pasa, Anahí!?
Any: Bueno... ¿Quieres pasar a tomar algo? Te da tiempo antes de que tengas que irte. 
Poncho: No... No es por eso... Es más, hoy no trabajo... Pero... Luego llega tu novio a por ti, ¿no?
Any: Y... ¿No querías que hablara con él estando tú? -le sonríe, ahora sí, con una sonrisa sincera-. Además... De algún modo tengo que pagarte el que me hayas traído hasta aquí... No vives nada cerca.

Poncho aceptó y entraron a la casa... Pero había peligro... Estaban solos y Julián estaba a punto de llegar. Pero no se pudieron aguantar... 

Tanto sufrimiento de amigos y de no querer enamorarse y todo eso, pudo con ellos a la hora de la verdad. No aguantaron y pasó lo que tuvo que pasar, una vez más, en la humilde casa de Anahí...

Pasión y Amor van UnidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora