Capítulo 78

196 18 0
                                    

Poncho siguió pensando e hizo una llamada desde la oficina. Si Julián seguía espiándolo, sabía que el teléfono de la oficina estaba protegido ante cualquier tipo de intervención.

Poncho: ¿Cómo estás? ¿Te encuentras mejor? –Preguntó cuando ella descolgó-.
Domínica: Sí. Poncho, no tienes que preocuparte por mí. Estoy bien. Voy a estar bien. Mañana... Mañana tengo mi cita para abortar.
Poncho: Necesito verte.
Domínica: ¿Qué?
Poncho: Que necesito verte.
Domínica: No, Poncho.
Poncho: Tenemos un par de conversaciones pendientes.
Domínica: A ver, Poncho... Déjalo estar, ¿sí? ¿Para qué...? ¿Para qué quieres hablar?
Poncho: Necesito saber algunas cosas.
Domínica: No necesitas saber nada, Poncho. Céntrate en Anahí. Olvida... Olvida la conversación de ayer, ¿sí?
Poncho: Qué fácil es para ti decir que me olvide de eso, ¿no? ¿Cómo quieres que olvide que podría haber sido papá?
Domínica: Lo vas a ser, ¿no? –Preguntó sabiendo que Any estaba embarazada-.
Poncho –suspiró-: Nadie sabe de quién sea ese bebé.
Domínica: Poncho, por Dios. Mi hermana me dijo que estabas seguro que ese bebé era tuyo. 
Poncho: ¿Podemos vernos en la tarde o no? –Preguntó sin hacer caso al comentario de Domínica-. No quiero hablar de tus embarazos. Pero creo que tenemos mucho de qué hablar aún.
Domínica –suspiró-: Supongo que nada te hará quitarte de la cabeza el vernos. Esta tarde no voy a poder, Poncho. Si quieres que nos veamos, tiene que ser en la mañana.
Poncho: Está bien. Deja que haga un par de llamadas y voy a tu casa.

Poncho se había quedado con muchas dudas dentro de él. Sobre todo quería saber cómo fue que Leo y ella comenzaron a acostarse. Era algo que siempre había tenido claro, quería saber cómo surgió todo entre ellos, pero nunca se había atrevido a preguntar, puesto que no se hablaba con Domínica. Pero necesitaba saberlo y ahora estaba preparado para escuchar cualquier cosa.

Llamó a su madre, estuvieron eligiendo a los comerciales con los que comenzar a trabajar y llamó a Adrián.

Poncho: Necesito que me hagas un favor.
Adrián: Ya dudaba que me estuvieras llamando para preguntar por mí, carnal –se rio-. Cuéntame, ¿qué necesitas?
Pocho: No seas idiota, Adri. Sabes que me preocupas, menso. Pero sé que no te pasa nada –se rio también-. Escúchame. Necesito que compres dos celulares, cada uno con su línea. Y que estén a tu nombre las dos. Ahorita te envío a tu e-mail la cuenta bancaria que debes dejar para dejarlo pagado.
Adrián: Hum... ¿Me explicas para qué?
Poncho: No puedo explicarte. Tengo un asunto que atender ahora.
Adrián: Poncho, ¿te estás metiendo en algo feo?
Poncho: No. Nada de eso, Adri. Luego te explico, ¿sí? Domínica me está esperando.
Adrián: Oye, espérate. ¿Cómo que Domínica te está esperando?
Poncho: Necesito verla. Necesito hablar con ella. Ya te contaré. ¿Puedes, o no puedes hacerme el favor de los celulares?
Adrián: Sí, claro.
Poncho: Adrián. Espera. Cuando los compres, no menciones que es para uso personal. Que anoten que son para una empresa. Con eso estarán más seguras las líneas.
Adrián: Me estás preocupando, amigo.
Poncho: No hay de qué preocuparse. ¿Cómo vas con el nuevo proyecto?
Adrián: Estoy yendo a la empresa para darle a tu papá el contrato firmado con mi estudio. Y cuando regrese colgaré el anuncio en todos lados.
Poncho: No vengas. Haz lo de los celulares y regrésate al estudio. Yo paso por el contrato cuando tengas lo otro.
Adrián: ¿Estás seguro de que no estás metido en algo?
Poncho: Seguro. Luego te cuento. Bye.

Poncho salió de la empresa sin dar ninguna explicación a nadie. Ni si quiera a Jorge. Y fue a casa de Domínica.

Poncho: Necesito que me cuentes todo, Domínica. Necesito saber cuánto tiempo... Cuánto tiempo estuviste engañándome con Leo. Cómo empezó todo. Necesito que me digas para poder entender por qué.
Domínica: No sé por qué quieres saber todo eso, Poncho. Ya no tiene caso, ¿no? Al final de cuentas me equivoqué, te perdí y perdí a Leo también. Es cosa del pasado.
Poncho: No. No es cosa del pasado. Necesito saberlo para tal vez... No sé. Tratar de entenderte y poder cerrar eso. Cuando acepté este absurdo plan, le puse a tu hermana la condición de que entre tú y yo no se hablara de nosotros. Pero después de lo de ayer, necesito que me digas.
Domínica: Bueno, Poncho... Yo le puse la misma condición. Así que ya. No quiero recordar nada.
Poncho: ¿Es que no lo entiendes? No pude pegar ojo toda la noche pensando en nosotros –se acerca a ella-. Pensando en qué hubiera pasado si yo –Domínica lo interrumpe-.
Domínica: No pienses en qué hubiera pasado si... Tú no tienes la culpa de nada.
Poncho: Si me pusiste el cuerno fue porque algo no te supe dar. Y necesito saber qué. Nunca tuve valor para preguntarte. Pero ya no me hace daño saber. Así que te escucho.
Domínica –suspiró y acarició la cara de Poncho-: ¿Estás seguro?
Poncho: Sí. Necesito saber en qué fallé, para no cometer el mismo error con...
Domínica: Con Anahí –le terminó ella la frase-.

Pasión y Amor van UnidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora