Capítulo 12

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Julián: No, ¿por qué? ¿Tenía que verlo?
Any: No, no... No sé... Te pregunté porque... Hoy se puso la playera que tú le regalaste.

A Julián le extrañó todo mucho, puesto que él nunca le había regalado una playera al padre de Anahí, pero quería conseguir algo de ella, así que no haría mucho caso. Mientras Anahí lo entretenía haciendo que no se diera la vuelta, Poncho se escondió muy bien en algún rincón de la casa, y se dio cuenta de algo que no quería... Anahí estaba enamorada de Julián, o al menos, eso pensó por lo que vio.
La parejita se fue al salón cuando ella pensó que Poncho ya habría salido y se sentaron en el sofá a ver la tele, pero...

Julián –arrepentido-: Oye, Any... ¿Me perdonas por haber entrado así y por haber dudado de ti?
Any: Julián -incómoda por el tema-...

Julián: También te pido perdón por lo que te dije... ¿sí? No me gusta hacerte daño de esa manera... ¿me perdonas? -molestándola haciéndole cosas en su cara-.
Any: ¡¡Ay ya!! –Sonriendo-. Está bien, te perdono. Pero no me vuelvas a decir eso más, ¿ok? Conoces perfecto el motivo por el que trabajo ahí.
Julián: Te lo prometo, corazón. Nunca más. Te amo.
Any –pensando en Poncho-: Yo también te amo, mi vida -abrazándose a Julián para que no le viera la cara-.
Julián: Oye... Y... ¿no te quieres tomar hoy el día libre...? -besándola por la oreja-.
Any: Si me das el día libre sería la persona más feliz del mundo.

Any pensó que si le daba el día libre, podría hablar con Poncho y estar con él.

Julián: Pues ya lo tienes -besándola por el cuello con mucha pasión-.

Julián tenía tantísimas ganas de ella, que ni cuenta se daba de que ella nada más se estaba dejando, que ni tan siquiera estaba pensando en Julián. 

Poncho escuchaba desde su escondite...

Poncho: Poncho... ¿Qué te pasa?... Era normal que esto pasara... Pero no pienses más... No te puedes enamorar de ella... Olvídala ya –se decía a sí mismo-.
Any –pensando, mientras Julián la besaba y la acariciaba-: Poncho... ¿Por qué no puedo dejo de pensar en ti?
Poncho –pensando-: Será mejor que me vaya de esta casa y no vuelva más...
Any –pensando-: Siento que aún estás aquí... No te vayas, por favor... te necesito.

Mientras Poncho se iba acercando a la puerta, un mueble crujió y Any miró para fuera del salón y ahí lo vio... Poncho... 

Se quedaron unos instantes mirándose a los ojos, aunque Poncho veía más que los ojos de Any... Veía a Julián con ella, queriéndola hacer suya, queriéndole hacer el amor... Deseándola tanto como él la deseaba.

Any –pensando-: Mejor ya vete, no quiero que Julián te vea, por favor –sentía que se le estaban aguando los ojos-.
Poncho –pensando-: Me voy, Anahí. Nunca más te buscaré... Que seas feliz con él. Al final de cuentas, él es tu novio y yo un simple desconocido que te ha estado regalando sexo...
Any –pensando-: Te llamaré en cuanto pueda.

Parecía que ambos se estaban leyendo las mentes tan sólo con mirarse. Any le dedicó una sonrisa triste, y él ni si quiera eso.

Sin saber por qué o, mejor dicho, sin quererlo y sin darse cuenta, Any y Poncho se estaban enamorando poco a poco, y sí... Sin quererlo. 

Poncho no quería enamorarse porque le acababan de engañar y no quería pasar por lo mismo. Y Anahí... Bueno... Ella pensaba que el único hombre capaz de quererla en el mundo sería Julián, puesto que es la única persona, junto con su mejor amiga, que sabían a lo que realmente se dedicaba Any. Ella creía que ningún hombre sería capaz de conocer su verdad y aún así amarla como se merecía.

Ese día Julián consiguió lo que quiso de Any y tras conseguirlo, se fue unos minutos después a trabajar.

Los padres de Any la avisaron de que esa noche la pasarían fuera, en la casa de la tía de su mamá, porque esa noche, como de costumbre, les tocaba a ellos pasarla con esa mujer; así que Any no quiso pasar la noche sola...

Any: Bueno... Esto no es normal... Necesito hablar con alguien y... Quien mejor que ella -agarra su teléfono y marca a la casa de su mejor amiga-. Hola, Blanca, soy Anahí.
Blanca: ¡¡Hola, linda!! ¿Cómo estás? ¡Tanto tiempo!
Any: Sí... hace mucho tiempo que no me paso a verlas, pero usted sabe que la sigo adorando.
Blanca: Imagino que tendrás mucho trabajo y mucho que estudiar, ¿no?
Any: Sí... Sí... mucho trabajo -pensando en Poncho-. Oiga... ¿y usted? ¿Cómo se encuentra?
Blanca: Muy bien, hija, algo acatarrada, pero bien.
Any: Cuídese mucho, por favor.
Blanca: Sí, hija. Gracias. Me imagino que llamas para hablar con Alejandra, ¿verdad?
Any: Sí, ¿no se encuentra?
Blanca: Sí, sí, aquí la tengo. Te paso con ella, bonita. ¡Un beso!
Any: Un beso, y ya me pasaré un día a verlas. Lo prometo.
Alejandra: ¿Bueno?
Any: ¡Ale! Amiga, ¿cómo estás? Soy Any.
Alejandra: ¡Hola enana! –Así la llamaba de cariño-. Pues bien. Muy bien, hasta arriba con mis estudios, ¿y tú?
Any: Bien... Yo estoy bien, afortunadamente...
Alejandra -notándola un poco triste-: ¿Qué te pasa? Te conozco y no pareces estar tan bien...
Any: Pues... es que... Estoy un poquito preocupada por una cosa... Pero... Por teléfono no te puedo contar... Te llamaba por si esta noche puedes venir a mi casa... Mis papás no están y Julián... Ya sabes... Tiene que trabajar...
Ale: ¿Siguen en lo mismo?
Any: De eso te quiero hablar... ¿Sí puedes quedarte a dormir esta noche en mi casa?
Ale: Claro, sólo déjame una media hora para terminar lo que estaba haciendo y preparar todo, ¿sí? En... tres cuartos de horas estoy allá... Tal vez menos.
Any: Gracias, amiga...
Ale: No, gracias a ti por acordarte de mí. Voy enseguida... Pero oye, tú estás bien, ¿no?
Any: Sí. Sí... Yo estoy bien... Espera que hablemos después, ¿sí? No soporto seguir viviendo esto en silencio... Aquí te espero.

Any se quedó esperando a esa persona tan especial para ella. Alejandra no nada más era su mejor amiga, sino que ella sí que sabía todo lo que pasaba en la vida de Anahí. Ale era amiga de Anahí desde la primaria y jamás se separaron hasta la universidad, pues Alejandra quiso estudiar psicología y Any periodismo... Pero aún así seguían siendo las mejores amigas, a pesar de que ya no salían juntas -por el horario de Anahí-, pero cada vez que a una le pasaba algo, la otra era la primera en saberlo. Cuando alguna necesitaba el hombro de la otra, ahí estaban al pie del cañón. Alejandra, Edgar y Enrique eran los mejores amigos de Anahí, solo que su padre no sabía la verdad de su trabajo.

Una vez Ale llegó a la casa de su amiga, esta la recibió con un abrazo enorme nada más abrir la puerta.

Ale -abrazándola fuerte, pues sabía que su amiga la necesitaba, y temía que por algo importante-: Ya, Any... Ya estoy aquí -separándola y mirándola a los ojos-: ¿Quieres que hablemos de lo que te pasa ahora o prefieres hacerlo en un ratito?
Any: Ahora, por favor... Me tienes que escuchar sin cortarme, ¿sí? Me siento tan mal por lo que estoy haciendo... Pero pasa, pasa y siéntate...
Ale: ¿Por lo que estás haciendo? Any, ni que estuvieras planeando la muerte de alguien -pasa y se sienta en el sofá-. ¿Tan grave es?
Any: Tienes que prestarme mucha atención, Ale... Y... No sé cómo, pero... Me tienes que ayudar...
Ale: Sí, claro. Pero ya dime, amiga, porque solo te falta llorar y me estás preocupando demasiado.
Any: Ok... Bueno... Tú sabes a lo que me dedico y... Te va a sonar a chiste o a broma lo que te voy a decir, pero... Para mí no lo es -se le escapan unas lágrimas-.
Ale: Pero... ¿Qué tiene que ver eso con lo que dices que estás haciendo?
Any: Es que... Le estoy siendo infiel a Julián y... No sé... Me siento muy mal, porque... No es serle infiel en aquel cuarto con un hombre que no conozco y que me paga, al final de cuentas eso a él no le importa porque sabe que es por trabajo, al igual que tú y que yo, pero... Hay un hombre. Hay un hombre en mi vida, Ale, que –suspira-... Que me hace sentir cosas que Julián desde hace tiempo no...
Ale: ¿Cómo? A ver si te estoy entendiendo... ¿Te has enamorado de otro hombre? ¿De la universidad o de dónde?
Any -niega primero con la cabeza-: No, no... No es amor... O sí, no sé... Pero no es de la universidad... Verás... Todo empieza cuando Julián contrata a Belén en el bar del club... Desde ahí ya siempre todos los hombres que entraban a mi habitación sólo eran borrachos y viejos, pero ninguno era lindo...
Ale: Y... ¿Qué con eso? Aunque fueran los más hermosos del mundo, Julián nunca fue celoso, ¿o sí? Además, al final de cuentas, él te aceptó en el club, ¿no?

Pasión y Amor van UnidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora