Poncho se le quedó mirando a Any, suponiendo lo que estaba pensando ella.
Poncho: Sé lo que estás pensando y no llevas razón.
Any: ¿Ah, sí? ¿Y qué estoy pensando? -Preguntó enojada-.
Poncho: Seguro estás desconfiando de lo que te dije, ¿verdad? De que no me hablo con ella, que no siento nada por ella...
Any: ¿Y por qué te marca a ti para decirte eso?
Poncho: No lo sé. Me sorprendió tanto como a ti.
Any: Entonces no entiendo por qué le dices que pase por ti al aeropuerto para hablar con ella.
Poncho: Mi amor –le pone las manos en la carita-, se lo dije porque si quieres que sigamos con este plan por Julián, no quiero que si me sigue espiando, pueda escuchar el nombre de Leo. Supongo que ahora tendrá que pensar que el bebé de Domínica es mío, ¿no?
Any: Tampoco tiene por qué enterarse que está embarazada, ¿no? Digo... ¿Tanto tiempo crees que tenga que durar todo este cuento de que son novios?
Poncho: Mi amor, tranquila –se sienta en una silla y la sienta encima de él-. Yo no quise decir nada de eso. Y tampoco fue mi intención que tú pensaras así. Nada más supón que mis llamadas también las escucha Julián. Sólo lo dije por eso, mi amor. Te lo prometo. No se lo dije porque tuviera ganas de verla o de hablar con ella. Pero al final de cuentas, ya la escuchaste... No sabía a quién llamar.
Any: Pero es que entonces no entiendo por qué te llama a ti. Si te engañó, no se hablan, y además ese bebé no es tuyo, no entiendo por qué tienes que saber tú que está embarazada.
Poncho –suspira acariciándole la espalda a Any-: Mi amor, no lo sé. Supongo que porque sea como sea, soy el único al que puede decirle que está embarazada de Leo, ¿no te parece?Poncho siguió tratando de calmarla hasta que lo consiguió. Cuando llegó el servicio de habitaciones, Poncho le dio algo de propina, cerró la puerta y se pusieron a comer, mientras hablaban de algunos temas nada importantes y reían sin parar. Después de comer, Poncho atendió una llamada de trabajo y Any decidió tumbarse en la cama. Cuando él terminó de hablar por teléfono, se tumbó a su lado, abrazándola, haciendo que ella se tumbara con su cabeza en el pecho de él.
Poncho: ¿Disfrutaste la comida?
Any: Disfruté más de la compañía –lo mira sonriendo y él la besa-. Oye... Regresando al tema de Domínica... ¿Qué va a pasar después de que hablen?
Poncho: ¿A qué te refieres?
Any: Pues... ¿Qué va a pasar entre ustedes?
Poncho: Nada. Las cosas van a seguir igual entre nosotros. Que Domínica esté embarazada no cambia nada en mí. Ni si quiera es mío, mi amor. ¿Por qué me preguntas eso?
Any: Supongo que por miedo.
Poncho: ¿Por miedo a qué?
Any: A todo, no sé... Tengo miedo de nunca poder terminar con Julián por protegerte a ti, a mis papás, a Silvia... Tengo miedo de que con el plan de Alejandra, Domínica y tú vuelvan a sentir algo. Tengo miedo de que me olvides, que te des cuenta que prefieres estar con una doctora antes que con una –Poncho la interrumpe-.
Poncho: Estás loca si crees que voy a dejar de amar a una periodista para amar a una doctora –le dice riendo-. Mi amor, no tengas miedo. Yo no te voy a olvidar. ¿Cómo crees? Y tampoco voy a volver a sentir algo por Domínica, estoy seguro.
Any –acariciándole el pecho con sus uñitas-: Pero no puedes estar seguro de algo así. Tú no decides por tus sentimientos. ¿Qué tal que te das cuenta de que no me amas realmente? ¿Qué tal que con Domínica embarazada, te entran dudas de lo que sientes por mí? ¿Y si ahora te das cuenta de que la amas a ella y que lo nuestro es únicamente algo físico?
Poncho: Mi amor –se pone encima de ella, la mira y la besa-, yo sólo te amo a ti, ¿sí? Cuando te vi por primera vez me dejaste muy impresionado, y desde entonces no te he podido sacar de mi cabeza. No te voy a mentir, no te amé en ese instante, porque para amar a una persona hace falta vivir momentos juntos. Pero a medida que te iba viendo y te iba conociendo, te ibas clavando cada vez más dentro. Y al principio me negaba a enamorarme. No me quería enamorar de ti, ni de nadie. Pero como tú dices, yo no mando en mis sentimientos. Y aquí estoy, contigo, para ti y esperando para poder salir contigo de la mano, sin ocultarnos de nada ni de nadie. Poder viajar contigo, poder comer en restaurantes, tomarme un café contigo... Mi amor, nunca; óyeme bien, nunca había sabido lo que era amar hasta que me di cuenta que el amor es justo lo que siento por ti. Sólo quiero estar contigo.
Any: Pero es que –Poncho la interrumpe-.
Poncho: Pero es que nada. No quiero que tengas más miedo, ¿sí?
Any: ¿Es que tú no tienes miedo o qué?
Poncho: ¿Yo no tengo miedo? Claro que lo tengo, Any. Por supuesto que me da miedo. Todo esto me da miedo. Me da miedo cuando dices que lo nuestro es cuestión de tiempo.
Any: ¿Por qué?
Poncho: Porque mi corazón sabe que así es, pero por las noches pienso en que... Quizás tú me estás mintiendo, y que me dices eso por no hacerme daño, porque realmente no quieras estar conmigo.
Any –le rodea su cuello tratando de aguantar la risa-: ¿De verdad?
Poncho: Ah, ¿te hace gracia? –Dijo en una pregunta afirmativa-.
Any: No, pero es que... Nunca me habías dicho que pensaras eso.
Poncho: No lo pienso realmente. Mi cabeza lo piensa sola cuando pasan días y semanas sin saber de ti, cuando tu papá no deja de contarme los días que te ves con Julián. ¿Sabes que tuve que pedirle a tu padre que no me hablara de ti?
Any: ¿Ya ves? Se lo dijiste porque quieres olvidarme –deja de rodearle el cuello y voltea su cara-.
Poncho –poniendo su cara frente a la suya-: Se lo dije porque no quería escucharlo decir que te ves con Julián, que Julián está cambiando, que Julián esto y Julián lo otro. Se lo pedí porque me hace daño no tenerte. Porque me lastima amarte y saber que no eres para mí. No de momento. Me lastima y me destruye pensar que Julián te toca, que te besa... Que haces el amor con él.
Any: No hago el amor con él –le dice mirándolo a los ojos-.
Poncho: Any, por Dios; es tu novio. No me digas que no lo hacen para que me sienta mejor.
Any: No es para que te sientas mejor, ¿eh? Ombligo del mundo –ambos rieron-. Te lo digo en serio. Hace tiempo que Julián y yo no tenemos relaciones –suspira-. Siempre que voy a su casa, trato de ir tarde para poderme ir con la excusa de estudiar. No sé qué voy a decirle cuando termine mis exámenes.
Poncho: ¿Cuándo terminas?
Any: El mes que entra.
Poncho: ¿Un mes más sin verte?
Any: ¿Por qué?
Poncho: Porque puedes dedicarle muy poco tiempo a Julián.
Any: Mejor para ti, ¿no? –Preguntó sin entender a Poncho-.
Poncho: Mejor para lo que siento si te pienso con él, pero no para mí. Tienes que pasar más tiempo con él para poderlo ayudar, y que de verdad se crea que quieres ayudarlo.
Any: Si paso más tiempo con él, tendré que inventarme un millón de excusas para no acostarme con él.
Poncho: No te las inventes.
Any: ¿Qué?
Poncho: No le inventes excusas...
Any: No puede ser que me estés diciendo que –Poncho la vuelve a interrumpir-.
Poncho: Any, no me gusta la idea y tampoco soporto pensarte con él; pero si con eso se acelera el tiempo para nosotros, tendrás que hacerlo.
Any: Pero no puedo.
Poncho: Vas a tener que hacer un esfuerzo.
Any: ¿Y por qué no haces tú por callarte y dejar de decir esas tonterías y me besas ya? –Le sonríe-. No quiero seguir hablando de Julián, Poncho. No más, por favor. Vamos a aprovechar este tiempo que nos queda para poder estar juntos y solos.
Poncho: ¿Y por qué no me besas tú?Ambos rieron ante la pregunta que hizo Poncho y juntaron sus labios para darse un piquito, seguido de otro piquito que duró más tiempo.
Poncho: Espera.
Any: ¿Qué pasa ahora?Poncho empezó a tocar su teléfono para poner música, una música que pareciera que estaba elegida a conciencia por y para ellos. Luego regresó a la cama con Any y volvió a colocarse sobre ella para besarla cómodamente. Volvieron a unir sus bocas, entreabriendo lentamente sus labios, para dejar paso a sus lenguas y volver a juguetear con ellas. Any mordió el labio inferior de Poncho con suavidad, separaron un momento sus bocas y volvieron a sonreír.
Poncho: Te amo.
Any: Yo también te amo.Se fundieron en un abrazo y Poncho se quitó de encima de ella para tumbarse junto a ella, abrazados. En ese momento él comenzó a acariciar el brazo de ella y Any comenzó de nuevo a acariciarle el pecho con sus uñitas, desabrochando disimuladamente y poco a poco los botones de la camisa de Poncho. Cuando los desabrochó todos, se puso encima de él, apoyada en la cama sobre sus rodillas, sintiendo el tamaño que el miembro de Poncho ya tenía.
Any: ¡Poncho! ¿Qué es eso?
Poncho: A ver si crees que soy de piedra -bromeó-.Ambos rieron y Poncho agarró a Any por la nuca para acercarla a su boca de nuevo y volver a besarla mientras con la otra mano le acaricia uno de sus muslos.
Lentamente, Poncho comenzó a quitarle a Any la blusa que llevaba y la besó de nuevo. Ella se levantó de la cama con la intención de quitarse sus jeans, pero él se levantó con ella y la detuvo, llevando las manos de Any hasta sus hombros.
Any pasó sus brazos por los hombros de Poncho, besándolo, acariciando la nuca de él y enredando sus dedos en el cabello de Poncho, hasta que le quitó la camisa que había desabrochado segundos antes. Poncho la rodeó por la cintura con sus brazos y comenzó a subir sus manos, haciendo que la piel de Any comenzara a erizarse; y cuando llegó al brasier, lo desabrochó y comenzó a deslizar los tirantes al mismo tiempo que acariciaba los brazos de ella. Luego de quitarle el brasier, comenzó a besar el cuello de Any para lamerlo después, haciendo pequeños movimientos con su lengua. Any rió ahogadamente al sentir unas cosquillas acompañadas de excitación. Poncho sonrió ahí, en el cuello de Any, mientras se acercaba más a ella, haciendo que sus torsos desnudos se rozaran. Los senos endurecidos de Any en el torso de Poncho hicieron que él emitiera un leve gruñido de placer, sin dejar de inclinarse sobre ella, obligando que Any se recostara en la cama sobre su espalda.
El calor del cuerpo de Poncho que Any percibía a través de sus senos la enloquecía y la hacían pensar en no dejar escapar nunca a Poncho; su Poncho, el hombre que tan bien la conocía y que tan feliz sabía hacerla tan sólo con sonreír.
Poncho continuó bajando sus besos hasta llegar al pecho de Any para pasear de nuevo su lengua sobre la piel de ella (esa piel que tan perfecta le parecía a él desde el primer momento que la vio y la tocó); haciendo nacer en Any un escalofrío. Luego se separó de ella un instante y con mucha ternura y cuidado, le quitó sus jeans y para dejarle a la vista únicamente sus braguitas. La mirada que tenía Poncho tras esos ojos verdosos paseaban por el cuerpo de Any, maravillado cada vez más por poderla seguir viendo desnuda. Volvió para besarla y la tomó por la cintura con sus dos manos tras recorrer con caricias su cuerpo; después bajó sus besos hasta sus caderas y, lentamente, separó los muslos de Any para arrodillarse entre sus piernas.
Nuevamente, con mucha dulzura y delicadeza, como si de una muñeca de porcelana se tratase; comenzó a deslizar un dedo bajo la tela fina de las braguitas y comenzó a acariciar su feminidad, haciendo que ella reaccionara enseguida.
Any escondió su cara entre sus manos, lo que provocó en Poncho que dejara de acariciarla para subir de nuevo y tomar los pezones de Any entre sus labios, mordisqueándolos suavemente para no lastimar a esa preciosa mujer que tenía entre sus brazos; esa mujer que para él, era única. Después agarró las muñecas de Any para dejar su rostro al descubierto, besó sus labios y volvió repentinamente a jugar con su lengua en los pezones de ella nuevamente, haciéndola gemir; consiguiendo por acto reflejo que ella arqueara su espalda. Entonces Poncho deslizó una de sus manos hasta el hueco de su espalda y, mientras continuó jugando con los pezones de Any, bajó con su otra mano hasta las braguitas y por fin dejó su feminidad al aire, consiguiendo arrancarle a Any un leve grito.
ESTÁS LEYENDO
Pasión y Amor van Unidos
RomanceNunca es fácil terminar con una pareja, mucho menos después de llevar muchos años juntos y saber que esa persona es tan peligrosa, que es capaz de hacer cualquier cosa. ¿Podrá Anahí dejar a su novio para vivir su vida al lado de Poncho, el hombre q...