Capítulo 35

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Poncho -agarrando su carita y pegando su frente a la de ella-: Any, puedo ofrecerte más cariño y sinceridad de la que él te está ofreciendo. Por favor, piénsalo, ¿sí? Yo te voy a esperar lo que sea necesario, solo espero que no sea tarde cuando vengas a mí.

Poncho salió para el aeropuerto y Any acompañó a Silvia a su cuarto para que se durmiera.

Silvia: ¿Te quedas hasta que me duerma?
Any –sonriéndole-: Claro que si, princesa, ¿por qué no me iba a quedar?
Silvia -metiéndose en la cama de un salto-: No sé, mi tío a veces no se queda porque dice que tengo que acostumbrarme a dormir sola.
Any: Bueno, lleva mucha razón ahí. Pero, mi amor, yo me voy a quedar porque quiero hablar contigo.
Silvia: ¿Qué hice?
Any: ¿No tienes idea? ¿Por qué le hablaste así a María? ¿No te cae bien?
Silvia -se encogió de hombros-: Si me cae bien, pero no sé... Te prefiero a ti.
Any: Pero Silvia, no es cosa de a quién prefieras tú, sino de modales y educación y creo que tu tío no está dándote una mala educación, ¿o sí? No debes hablarle mal a una persona sólo porque yo esté delante.
Silvia: Perdón Any, pero es que no me gusta que se ponga celosa de ti. Pero esto es su culpa.
Any: ¿De María?
Silvia: No. De mi tío y también tu culpa, por no andar de novios ustedes. Sé que mi tío también te prefiere a ti.
Any: Silvia, eso no es culpa de nadie, ¿ok? Y ya deja el tema, porque ya te expliqué que entre tu tío y yo no puede haber nada. Y mucho menos ahora que me voy a casar con mi novio.
Silvia: Pues tú te pierdes el tener a mi tío de esposo, porque sería el mejor. Además, hacen más buena pareja que él y María.
Any: Bueno, ya está bien, Silvia. No sigas con el tema. Tu tío es el novio de ella y tienes que aceptarlo, princesa, no puedes cambiar el destino de nadie, ¿sí? Cuando tú estés grande lo vas a entender mejor. Pero en serio que una persona no puede cambiar las cosas, es la vida solita quien lo cambia todo.
Silvia -con cara triste-: ¿Estás enojada?
Any -acariándole la cabecita-: Claro que no, mi amor. Pero a ver, ya duérmete, que mañana vamos a irnos tú y yo solitas al cine, ¿quieres?
Silvia: ¡¡Si, si quiero!! ¿Me cuentas el cuento de Peter Pan para que me duerma?

Any empezó a contarle el cuento de Peter Pan y las dos se quedaron dormidas casi al mismo tiempo. Un rato después llegó Poncho a la casa y se asomó al cuarto de su sobrina y al ver a Anahí dormida con ella se acercó sonriendo, le dio un beso a Silvia y cargó a Any en sus brazos para llevarla a su cuarto. Al ponerla poco a poco en su cama, Any se despertó.

Any: ¿Qué? -viendo a Poncho- Poncho, ¿qué haces aquí? ¿Tú no tenías que estar volando?
Poncho: Shh -susurrando para no molestarla-: Decidí quedarme porque mañana tengo que revisar unos papeles. Pero duerme, Any, no te quise despertar.
Any: No, pues ahora me va a costar dormir.
Poncho –susurrando-: Bueno, cierra los ojitos, yo me voy para que puedas descansar. Hasta mañana.

Poncho le dio un besito en la frente y fue dirigiéndose a la puerta de su habitación, cuando Any le sorprendió poniéndole su mano en la de él.

Any: ¿Puedes quedarte? Tu cama está fría y... No sé... Quiero hablar contigo.
Poncho -mirando sus manos-: Pero es muy tarde para que hablemos, ¿no? Tú tendrás que descansar y
Any –cortándolo-: Mañana es domingo, qué importa eso. Si no quieres hablar, al menos quédate. Ya me despertaste, ahora tienes que hacer que me duerma... Hazme cosquillitas, porfas... Así me duermo. ¿Va?
Poncho -cerrando la puerta-: ¿Cosquillitas? ¿Así te duermes? -La agarra por la cintura, caminando con ella hacia la cama, poniendo cara de pillo-.
Any: ¿Qué vas a hacer Alfonso? No me está gustando esa cara...
Poncho -haciéndole cosquillas llegando a la cama-: Tú me lo pediste...
Any -riendo sin parar-: ¡No, no! Para, Alfonso, ¡para!
Poncho: Tú dijiste que te hiciera esto, ¿no?
Any: ¿Qué? ¡¡No!! ¡¡Te dije cosquillita!! ¡Ay! ¡Alfonso! –Riendo-. No te dije cosquillas -moviéndose sin parar-. ¡¡Para, por favor!!
Poncho –parando-: ¿Quieres que pare? -Le hace nada más un poco y vuelve a pausar-.
Any: Si, ¡ya! ¡Ya, por favor!!
Poncho: Bueno... Está bien, pero entonces hazme parar.

Poncho comenzó a hacerle cosquillas de nuevo. Él le dijo eso para que ella consiguiera agarrarle las manos y así parar, pero Poncho era conocido en su casa como el rey de las cosquillas, era casi imposible detenerlo, sólo una cosa podía hacer que parase... Que le agarrase las manos... O eso creía, porque lo que lo hizo parar fue otra cosa.

Poncho: ¿Por qué hiciste eso?
Any -tapándose la boca, aguantando la risa y abriendo los ojos-: Tú dijiste que te hiciera parar...
Poncho: Pero no de esa manera.
Any: ¿Te molestó? –Sentándose en la cama-.
Poncho: No me lo esperaba.
Any -le rodea su cuello con sus brazos y lo mira dulcemente-: Podría repetirlo una y mil veces... Ya te lo esperas, ¿no?

Fueron juntando sus cabezas y cerrando los ojos, y así se vieron cómplices, nuevamente, de otro beso, pero esta vez no para parar nada.

El beso siguió unos segundos, subiendo poco a poco la intensidad, pero Poncho lo detuvo.

Poncho: No, Any, para....
Any: ¿Qué? ¿Hice algo mal?
Poncho: Sabes perfecto lo que estás haciendo mal.
Any -sin entender-: Poncho, ¿qué te pasa?
Poncho: Siento haber parado, Any, pero si quiero luchar por ti y demostrarte que quiero estar contigo para siempre, no es precisamente teniendo sexo contigo para que mañana amanezcas pensando en que te vas a casar con Julián.
Any: Alfonso, no me acordé de Julián. No existe él cuando estamos tú y yo...
Poncho: ¿Ah, no? ¿Y entonces a qué estás jugando? Dime, porque no entiendo nada.
Any: ¿Qué demonios te pasa? Si te fuiste enojado con María no es mi culpa, ¡conmigo no pagues nada!
Poncho: Y si tú te vas a casar con Julián y yo no acepto seguir con tu maldito juego, tampoco es mi culpa. Anahí, yo te amo, ya te lo dije, y siento que tú me amas a mí, pero no soy yo quien tiene que decidir con quién quedarse. Yo tengo muy claro que quiero estar nada más contigo, entiende eso, y entiende también que eres tú la que está confundida, la que no sabe a quién ama y la que aceptó ser esposa de alguien solo porque ese alguien "cambió"... Siempre el que sale perjudicado en todo esto soy yo, Anahí, siempre, y ya me cansé de tu juego, así que es mejor que ya ninguno de los dos empiece más jueguitos... Al menos no hasta que te decidas...

Anahí se sobresaltó asustada de la cama. Por suerte todo lo de Poncho había sido un sueño, pero... ¿Por qué estaba en la cama de Poncho entonces? Sintió ganas de ir a beber un vaso de agua, pero antes se puso el pijama, puesto que aún seguía con el vestido. Se quitó el peinado y se puso la misma cola alta con la que llegó a esa casa y así bajó a la cocina, asustándose al encender la luz y ver ahí a Poncho.

Any:¡Dios, me asustaste! -Poniéndose la mano en el pecho-. ¿Qué haces aquí? Y a oscuras...
Poncho: Mi papá se olvidó de decirme que canceló mis boletos... Me toca arreglar unas cosas aquí el lunes. ¿Te desperté?
Any: No, no. Me despertó un... Una pesadilla que tuve, supongo que era una pesadilla.

Poncho sonrió, pero sin mirarla. Parecía que algo le preocupaba.

Any -sentándose a su lado, poniéndole la mano en su espalda agitándola de manera tranquilizadora-: Poncho, ¿qué te pasa?
Poncho: Nada -la mira-. Nada, no te preocupes.
Any: No, si me preocupo. No te fuiste así, tan decaído. ¿Qué tienes? ¿Te enojaste con alguien?
Poncho: Es que no sé si debo contarte, no quiero hacerte daño.
Any: No te estoy entiendo... ¿Me tienes que pegar para decirme o qué? -Preguntó bromeando-.
Poncho: No, pero es algo sobre María.
Any: Pues pa' qué pregunto... ¿Se pelearon?
Poncho: En realidad lo que me preocupa es Silvia... No sé por qué hoy se comportó así con María, ellas se quieren mucho. De hecho, siempre que Silvia ha ido a verme a la empresa o cualquier cosa, siempre se quería quedar con María.
Any: Bueno -se levanta y mientras habla prepara un vaso de leche-... Igual y sien lugar de decirme que piense en ti, en lo que podríamos ser, en lo que me hizo Julián y todo lo que me estuviste diciendo, hubieras ido a hablar con tu sobrina, lo sabrías, ¿no crees?
Poncho: ¿Qué quieres decir? ¿Tú sabes lo que le pasó a Silvia?

Pasión y Amor van UnidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora