Capítulo 51

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Julián: Me quiero vengar de ese Alfonsito, o Poncho, como lo llama todo el mundo.
Aarón: ¿Y qué vas a hacer? Con el dinero que tiene seguro que tenga hasta guardaespaldas después de que lo buscaste.
Julián: Tengo que pensarlo –le da un trago a la cerveza-. De momento tengo que conseguir que Anahí vuelva a confiar en mí.
Aarón: ¿Qué le vas a hacer a ella? Porque supongo que también te vengarás de ella.
Julián –riendo-: ¿Te parece poco tenerla como mi esposa? Está claro que no voy a cambiar. Estar conmigo va a seguir siendo un infierno para ella. Pero después de casarnos no podrá dar vuelta atrás.
Aarón: Está embarazada. Ten cuidado.
Julián: Como si me importara. Ese niño no es mío, Aarón. Y aunque fuera mío, no quiero hijos.
Aarón: Julián, si le haces algo al bebé, no cuentes conmigo.
Julián: ¿No será tuyo? –Se abre otra cerveza-. ¿Tú también te acostaste con ella?
Aarón: Claro que no. Qué tontería.
Julián: ¿La sigues amando?
Aarón: Por supuesto que no. Nunca estuve enamorado de ella. Pero los niños son sagrados, Julián. Y ese bebé no tiene culpa de nada. Así que te lo digo en serio, no quiero que le hagas a Anahí nada que le pueda hacer perder a su bebé.
Julián: No te preocupes. De momento no le va a pasar nada. Pero, ¿por qué te preocupa tanto?
Aarón: Tengo mis motivos –le suena el teléfono-. Es Anahí.
Julián: Contesta y vete, tengo cosas que hacer y tú tienes que seguir siendo su amigo. Y no olvides que no puede sospechar nada.

Aarón se fue de casa de Julián y comenzó a ir hasta casa de Any, puesto que ella le dijo que necesitaba hablar con él.

Cuando llegó, le contó todo lo que había hablado con Julián y él hizo porque ella lo creyera.

Julián fue a ver a un hombre para que le interviniera el nuevo número de Any y así poder espiar tranquilamente a "su novia", para asegurarse de que era verdad que no tendría contacto alguno con Poncho. Claro que no le salió nada barato, pero no le importaba, puesto que el club y el negocio de las drogas que le había dejado su padre, le daban dinero suficiente para poder gastar todo el que quisiera.

Esa misma noche, Poncho fue a darle las buenas noches a Silvia y ella quiso que no se fuera de su cuarto.

Poncho: ¿Por qué estás tan triste, mi amor?
Silvia: Es que pasado mañana es el día de la madre y se van a volver a burlar de mí en la escuela.
Poncho: Pero Any prometió acompañarte, ¿no?
Silvia: Sí, pero seguro que se olvida, porque ustedes están enojados.
Poncho: No, Silvia –volvió a mirar si le llegó el mensaje a Any, pero seguía sin llegarle-. Seguro que no se olvida. Además, nosotros no estamos enojados, ya te lo expliqué esta mañana. No nos podemos ver, pero a ti si te puede ver. Y no te va a dejar.
Silvia: ¿Por qué estás tan seguro?
Poncho: Porque ella te adora, mi amor. Te quiere mucho.
Silvia: ¿La puedes llamar? Quiero hablar con ella y recordarle que me dijo que me iba a acompañar.
Poncho: Ya es tarde, Silvia. Mañana se lo recuerdo, ¿sí? –Silvia asintió triste-. Ahora duérmete, porque ya se está haciendo tarde.
Silvia: Pero no te vayas. No quiero dormir sola, papá.

Poncho se quedó hasta que Silvia se durmió. Luego se fue a su cuarto, se desnudó y miró el celular. Trató de llamar a Any, aunque sabía que era tarde; pero lo único que escuchaba era que el número no se encontraba operativo.

Poncho: ¿De verdad quieres que me olvide de ti? –Preguntó mirando su celular-.

Al día siguiente, Any acompañó a Edurne a hacer unos trámites, pues ya que Enrique había comenzado en su nuevo trabajo, cerrarían la carnicería que tantos años tuvieron.

Poncho seguía mirando el mensaje, le preocupaba que Any pudiera olvidarse de Silvia y de la promesa que le había hecho.

Se reunió con Enrique para ver los pendientes de ese día y, justo cuando le iba a preguntar por Anahí, Julián entró sin llamar.

Pasión y Amor van UnidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora