Amor en turbulencia. (2da parte de Un amor en tiempos de guerra) TERMINADA.

9.

Se paró lentamente, —Supongo que esta es una pequeña despedida, no volveré a amar a nadie, no quiero que por mi culpa muera más gente inocente, lo siento… No puedo. Desde donde sea que me estén viendo, quiero que sepan que no las olvidaré nunca. No, no lo haré, dijo mientras caminaba cabizbajo por le cementerio, volvió la mirada hacia las lápidas, y sonrió con tristeza, —Adiós, agregó lentamente mientras seguía su camino, solo… Como siempre, como nunca.

—Mamá, podrías ver asofía por unos minutos en lo que me maquillo, le dijo Ángela a su madre.

Alma asintió mientras se sentaba en la cama y tomaba a su nieta en sus brazos, — ¿No que james la iba a cuidar? Preguntó.

—Hicimos un trato de cuidarla entre ambos pero hoy me toca, saldré con Richard y me la llevaré. 

— ¿Te puedo hacer una pregunta Ángela?

—Sí, mamá.

— ¿Te gusta James?

Silencio.

Ángela volteó verla, — ¿Por qué dices eso?

Ella se encogió de hombros, —No sé, me parece un tipo extraño, casi no habla.

—____ dice que es un buen hombre, respondió Ángela. 

—Sí, pero tu hermana se pudo haber equivocado.

— ¿Tú crees? ____ no era tonta, ella sabe si alguien es bueno o malo.

—No sé hija, no te acerques mucho a ese hombre, no me agrada. 

Ángela asintió mientras metía a Sofía en el cochecito y salía de la casa, su madre estaba loca, james podía ser algo dominante, y parecer siniestro pero en el fondo sabía que no era mal tipo, si lo hubiera sido su hermana no le hubiera dejado a su hija ¿No? 

Entró al vehículo de su novio y le dio un beso, él no sonrió. — ¿Y esa niña?

—Mi sobrina, linda ¿No?

Silencio.

— ¿Qué pasa? Preguntó frunciendo el ceño.

—No me gustan los niños.

—No te estoy pidiendo que la toques, además iremos a ver a algunos amigos, la niña puede ir.

—Tenía otros planes, respondió él mientras empezaba a conducir.

— ¿Y la niña no podía ir?

—No, lo que quería hacer, solo nos involucraba a nosotros dos.

Silencio. Eso fue lo único que reinó en todo el resto del camino. Al llegar a casa de una de sus amigas, encontraron al menos ocho personas, todas conocidas por ambos, dos chicas rodearon a Sofía y hacían turno para tomarla en sus brazos, la niña gustosa se dejaba abrasar.

Richard se acercó a Germán, — ¿Quién es la niña? Preguntó él.

Richard observó con aburrimiento a Ángela, —la sobrina.

—Linda niña, opinó Diego.

—Sí, pero me arruinó los planes.

Todos sus amigos rieron, —Si quieres te puedo prestar mi casa, no hay nadie en ella, ofreció Germán.

— ¿tú crees que Ángela dejará sola a la niña?

—Con unos tragos de más, puede abandonar hasta su alma. ¿Lo necesitas? Le ofreció Diego sacándose del bolsillo.

— ¿MDMA? Preguntó Richard.

— ¿No podrías solo llamarlo solo éxtasis? Preguntó Diego divertido.

Richard tomó la pastilla en sus manos, —Gracias, necesito sacarla de aquí sin esa niña.