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Se montó en el vehículo y avanzó una distancia prudente, la noche le daba ventajas, observó como las luces de la habitación de Ángela se encendían, y se reflejaba una sombra que se paraba de la cama. Sonrió. Ella estaba ahí. Ahora tenía que encontrar la manera de sacarla. 

Ángela se había propuesto empezar nuevamente. Su madre estaba más que encantada con tenerla en casa junto con tommy, le había comprado una cuna y muchas cosas. —Necesito un trabajo, le dijo a Alma mientras organizaba la ropa nueva de Tommy en el armario. — ¿Qué quieres hacer? Le preguntó Alma.

—Algo que tenga que ver con modelaje, es lo único que sé hacer, respondió encogiéndose de hombros. 

—Dame un día y estarás trabajando, solo tengo que llamar a algunos amigos que me deben ciertos favores.

Ángela sonrió. —Perfecto. 

—Ya verás que estarás bien, no te preocupes por el bebé, yo con mucho gusto lo cuidaré... Conocerás gente... Te gustará algún chico parecido a ti y se casarán, lo sé.

—Mamá... Te dije que no quiero otro hombre en mi vida, Tommy ya tiene un papá.

— ¿Y por eso te quedarás soltera toda la vida? 

—No, podría tener un novio pero no planeo casarme.

Alma suspiró. —Está bien, como quieras. 

Había pasado una semana desde que se había ido de casa de james, él no la había llamado ningún día, suponía que eso le haría olvidarlo más rápido pero no se sentía bien, saber que él se sentía liberado sin ella no la aliviaba, al contrario la hacía llorar. No había pasado un solo día en que ella no pensara en él. No pudo evitar las lágrimas que se amontonaron en sus ojos. Esto le estaba resultando bastante difícil. 

Su madre le había conseguido un empleo temporal, para que fuera modelo de una línea de sandalias de invierno, no le ofrecían una fortuna pero al menos solo tenía que ir algunos días a la semana hasta que terminaran el catalogo, eso le daba tiempo para estar con su hijo. Un día apareció su auto aparcado frente a la casa de su madre y las llaves en la sala de la casa. No tuvo que idear un plan para adivinar quién había sido. James lo había traído en la noche o en la madrugada ya que ella no había ni sentido ni escuchado nada. Se preguntó vagamente cómo había regresado a casa. Tocó su pecho, tenía que sacárselo de adentro pero no sabía cómo. Solo ver a Tommy le hacía recordarlo, el niño era igualito a él. Suspiró con cansancio mientras bajaba a la cocina y preparaba algo de café. 

En los últimos días había perdido algo de peso, no porque estuviera deprimida, sino que los únicos días que solía ir a la sesiones de fotos pasaba todo el día y olvidaba comer, además estar con su mamá era ventaja y desventaja, ella era buena, lo reconocía pero la tenía bajo presión para que consiguiera pareja, le había planeado una cita a ciegas con un chico que era lo bastante baboso para dar asco. 

Hacía exactamente un mes que no sabía de james, esa noche exactamente sentía que su corazón se había partido en trizas, el niño tenía cuatro meses ya, estaban en Octubre, ya casi sería navidad nuevamente. El tiempo había pasado relativamente rápido. Estaba parada en el balcón de su habitación, y aunque se sentía morir sabía que había tomado la decisión correcta, ellos juntos no funcionaban. Lo único que lamentaba era el hecho de saber que tommy no crecería con su padre a su lado. Limpió las lágrimas que se habían desbordado por su mejilla. Había tomado la decisión correcta, tenía que acordárselo. 

Cuando volvió a entrar a la habitación y apagó la luz, notó que había una sombra en su ventana. Parecía la sombra de alguien corpulento. Su corazón se aceleró, seguro era un ladrón. Corrió a encender la luz pero entonces notó el pequeño detalle de que su ventana estaba abierta. ¡Joder! No le dio tiempo a encender la luz cuando la sombra prácticamente se abalanzó hacia la habitación cayendo ruidosamente en el piso. Ángela gritó con todas sus fuerzas y encendió la luz. 

Entonces su corazón se agitó. ¡Era james! Contuvo la respiración en lo que procesaba lo que acaba de ver. Sus rodillas temblaban al igual que todo su cuerpo. Él estaba ahí. En su habitación. —James, dijo con el corazón en un puño. — ¿Qué estás haciendo aquí? Preguntó en voz baja.

Observándolo bien, notó que tenía al parecer semanas que no usaba una afeitadora porque la barba, —que nunca le había visto—, le había crecido, parecía cansado, Como si estuviese tratando de respirar en algún lugar donde no hubiera oxígeno, como si su mundo hubiera perdido el sentido. — ¿Qué te pasa? Preguntó con un nudo en la garganta. 

—Vuelve, fue lo único que dijo mientras se paraba sosteniéndose de la mesita de noche para tomar impulso. 

Parecía débil, algo dentro de ella se entristeció. — ¿Qué te pasa? Volvió a preguntar sin acercarse.

—Ángela.... Dijo en tono bajo. —Ángela, cielo... No he dormido... No he comido bien, vuelve a casa ¿Si? Te extraño muchísimo. Me siento vacío. 

— ¿Qué? Preguntó confundida. Si la hubiera golpeado estuviera menos sorprendida. — ¿Qué estas diciendo?

—Sabes a lo que me refiero... ¡Oh cielo! exclamó como si fuera a llorar. —No puedo vivir sin ti, sin Tommy. Los necesito de vuelta. Acéptame y prometo cambiar... Haré lo que quieras... Voy a cocinar siempre, lo prometo. 

—James.... Yo... 

Entonces su corazón cayó al piso cuando lo vio caminar hacia a ella, pensó que la abrasaría pero no fue así, vio cuando sus rodillas se flexionaron, cayendo la piso. Y tocando con ambas manos su cintura como si ella fuera su sostén en esos momentos. —Ángela... Te lo estoy rogando... dijo con la voz en un hilo. —Regresa, por favor... Yo te amo cielo, Te amo, dijo enterrando su cabeza en su cintura y rompiendo a llorar. Ángela sintió que se derrumbaría justo en ese instante, sus lágrimas empezaron a salir y no sabía explicar el dolor tan fuerte que sentía en el pecho, como si la estuviera consumiendo.

En ese momento la puerta se abrió revelando a Alma y a Paul. —Escuchamos los gritos... dijo su madre... — ¿Qué está pasando? Preguntó al ver a james abrasando la cintura de su hija y llorando.

—Es cierto, Yo adoré a Camila y a Marisol... Pero ellas... Ellas no están aquí ¿Entiendes? Ellas fueron mi luz pero no están, se apagaron... Y ahora tengo un niño hermoso y te tengo a ti cielo, te tengo a ti. 

—James... párate por favor, le rogó Ángela... —No hagas esto difícil... 

—No me iré, No hasta que me perdones... Yo quiero un futuro contigo ¡Maldita sea! ¿No lo entiendes? Quiero casarme contigo y que seamos felices rodeado de niños rubios igual que tú. Anda, ámame de nuevo ¿Si? Preguntó observándola con el rostro empapado por las lágrimas. 

—Angie... escuchó que su madre empezó a decir con pena... —Deberías...

—Mamá, le dijo lentamente... —No te metas en esto, por favor. 

Ángela trató de sonreír, se mordió el labio y luego negó. —James, yo siempre te amaré, lo sabes. Pero no... suspiró... —No puedo regresar contigo... Así estamos bien. 

—Tú no estás bien, sino no estuvieras llorando, dijo con voz diminuta abrasándola más fuerte. Sé que me extrañas. Lo sé. Te he visto, todo este maldito tiempo te he visto, ir a lo que parece un trabajo algunos días en la semana, veo que esperas hasta que sean las 11:00 para apagar la luz de tu habitación y te levantas al menos dos veces en la madrugada, veo que te despiertas tarde en la mañana. Lo sé todo, he estado viéndote, cielo. 

—James...

—No me pararé de aquí hasta que me quieras, dijo llorando. —Ya me abandonaste una vez, no lo harás dos veces. Además yo te prometí que siempre estaría contigo ¿Te acuerdas? 

—James... No me hagas esto, dijo llorando. —No lo hagas por favor... Siempre empiezas bien y luego me haces sentir miserable... Esta vez no voy a ceder... Lo mejor es que te vayas. 

James la observó unos segundos y entonces se dio cuenta de que debajo de sus lágrimas no había arrepentimiento en sus palabras, era como si estuviera tan malditamente firme en cada palabra que salía de su boca, en ese momento se sintió que había perdido parte de su corazón, esa parte se la había llevado ella ahora mismo. 

Amor en turbulencia. (2da parte de Un amor en tiempos de guerra) TERMINADA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora