21.

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—Te escucho.
—Yo… Yo quería… Yo estoy aquí para…
—Habla Ángela, que no tengo todo el día.
—Quiero que terminemos, no quiero seguir más contigo. Dijo un poco asustada.
— ¿Qué? 
—Repite lo que dijiste, le dijo acercándosele. — ¿Tú me crees imbécil o qué? Es por el tipo ese ¿Verdad? 
Ángela negó rápidamente, pero no pudo hablar, él la tomó por el cuello y la pegó a la pared. — ¡No mientas! Te vi anoche como te encontrabas con él. ¿Qué creías que estaba durmiendo?
—Suéltame, le rogó Ángela. Sentía que le aire le faltaba, lo trató de patear peor no logró nada.
Él finalmente la soltó y ella cayó al piso de golpe, respiró hondo varias veces, —Tú me quieres ver la cara de idiota, estás terminando conmigo para parecer la importante en nuestro grupo de amigos, amigos que tuviste ¡Gracias a mí! Antes solo eras una nerd que modelaba, yo fui tu salvación y ahora me cambias por ese tipo, por ese insignificante.
Ángela sintió que la furia se apoderaba de su cuerpo, se paró de golpe… —Lo prefiero a él mil veces antes que a ti… le dijo enfrentándolo.
Richard sonrió, miró hacia otro lado y luego apretó el puño y lo aterrizó directamente en la cara de ella, propinándole más de diez golpes, entre patadas y sacudidas, Ángela no podía respirar, trataba de defenderse pero no podía solo podía sentir cada golpe y escuchar sus ofensas, empezó a llorar… —Déjame por favor, rogó con lo poco que le quedaba de voz.
Él se detuvo pero al final le dio una patada que le terminó de sacar el aire…. —Te doy diez minutos para que desaparezcas de mi maldita vida, si te vuelvo a ver en mi territorio otra vez la pasarás muy pero muy mal, espero que lo hayas entendido.
Ella asintió aterrada, él se paró, se fue y la dejó ahí hecha un ovillo en el suelo de su apartamento, Ángela sentía que no podía moverse pero no se podía quedar ahí, estaba en su casa, él podía volver a hacerle daño, se puso de rodillas, veía borroso, le dolían todos los músculos, sollozó en tono bajo para no ser escuchada y como pudo gateó hasta la puerta, se apoyó de una mesita y se paró, omitió mirarse al espejo, tenía que salir viva de ahí.
Cuando se metió en el ascensor y vio su imagen en el espejo lloró de rabia, él era un animal, tenía moratones en la cara, en el vientre, en las piernas, pequeñas bolas rojizas con algo de morado que se le estaban agrandando a cada segundo, su cara estaba toda hinchada y tenía sangre en los labios. Cuando entró a su auto apoyó la cabeza en le guía y rompió a llorar… había tomado la decisión correcta pero ¿A qué precio? A estar golpeada de esa forma.
Aunque su cuerpo pedía descanso, ella no podía parar, empezó a conducir, sentía ganas de vomitar y entre veces veía borroso pero necesitaba llegar a casa, no podía permitir que la vieran en ese estado, así que cuando llegó a su hogar y notó que su madre no estaba suspiró con alivio, caminó hacia la cocina y en un paño echó mucho hielo. Tomó unas pastillas para los dolores y una crema para desinflamar.
Se encerró en su habitación y empezó a colocar hielo en cada círculo morado que tenía, sus lágrimas le empañaban la vista, le dolía a morir, tanto su cuerpo como su corazón, todo había terminado mal, como siempre las cosas le salían mal. Se llenó el cuerpo con crema desinflamante y se echó a dormir. No fue consiente del tiempo que duró dormida solo de la voz de su madre. — ¿Qué te ha pasado? ¡Ángela háblame! Le gritó preocupada.
Silencio.
— ¿Quién te hizo esto? ¡Hija dime! 
—Me caí por las escaleras, mintió mientras se sentaba.
—Tenemos que ir a un médico, estás muy mal cielo… Vamos.
—No, yo ya estoy bien, no me duele tanto.
— ¿Ya te viste en un espejo? 
Ella asintió aunque de igual forma se levantó un poco para mirarse en el espejo, sus lágrimas volvieron a empapar su rostro, tenía todo el cuerpo lleno de marcas, marcas horribles, su cara estaba demasiado amoratada. 
—Parece como si te hubieran golpeado. Vamos a un médico.
Ella negó mientras lloraba… —Déjame sola mamá, necesito descansar. ¿Qué hora es?
—Son las siete de la noche, Ángela no seas terca necesitas un médico.
—No quiero mamá, por favor, solo necesito descansar.
—Bien, pero si mañana no mejoras vamos a un médico. ¿Sí?
Ángela asintió mientras se sentaba en la cama y miraba sus marcas, su celular empezó a sonar, tenía miedo de responder y que fuera Richard llamando para amenazarla o burlarse de ella. 
— ¿Ángela? Preguntó james.
Ella suspiro de alivio al escuchar su voz pero al mismo tiempo sus ojos se llenaron de lágrimas, tenía ganas de decirle la verdad, él no le creería que se había caído de las escaleras, sollozó. — ¿Estas bien? 
—Sí, respondió mientras se limpiaba las lágrimas.
—Te invito a cenar, ¿Qué dices?

Amor en turbulencia. (2da parte de Un amor en tiempos de guerra) TERMINADA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora