105.-CAPÍTULOS FINALES.

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Y de eso trataba la vida, momentos felices y tristes, ¿Qué podíamos hacer ante eso? Siempre había escuchado la frase "Dios no le da cargas a nadie que no la pueda llevar" ¿pero cuáles habían sido las suyas? ¿Cuáles exactamente habían sido esas cargas? ¿Qué le esperaba después de que su vida se extinguiera? ¿Tan quisiera estaba preparada para morir?
— ¡Ángela! ¡Ángela! Escuchó que le gritaban.
Abrió los ojos con pesadez. —Necesito que me respondas unas preguntas. Escuchó que le decía una mujer vestida de blanco. — ¿Qué tipo de pastillas ingeriste? ¿Sabías que estabas embarazada? Esto será un poco doloroso, pero tenemos que extraer los restos del feto.
— ¿Qué? preguntó con pánico. — ¿Qué? Volvió a preguntar, la doctora volvió a hacerle las mismas preguntas. Y ella empezó a contestar. —Eran algunas aspirinas para el dolor de cabeza y pastillas para dormir.
— ¿Cuántas has tomado en las últimas 72 horas?
—No sé, respondió encogiéndose de hombros. — ¿13?
— ¿Sabías que estabas embarazada? Repitió.
Ella negó. —Pensé que sí lo estaba pero no estaba segura. ¿Lo estoy? Preguntó mirándola.
—Ya no, ella respondió mientras le ajustaba el suero.
— ¿Ya no? Preguntó horrorizada. — ¿Qué pasó?
—Abortaste, según lo que me cuentas se trata de un aborto involuntario por el exceso de pastillas. El feto tenía menos de 20 semanas y estaba en riesgo, esas pastillas acabaron con su vida.
—Oh, Dios, dijo lentamente.
— ¿Dónde está el papá del niño? Le preguntó la doctora.
Ella trató de responder pero entonces cayó en cuenta de que sus piernas estaban a ambos lados dela camilla atadas y había otra persona en el medio de ellas introduciendo algo lo suficientemente doloroso en su interior, gritó en agonía y trató de levantarse pero ella se lo impidió. — ¿Dónde está el papá del niño? Volvió a preguntar.
Ángela empezó a respirar hondo y a cerrar los ojos para poder aguantar el dolor. —Están sacando los restos del feto. Le avisó una enfermera.
Ella asintió. —Soy madre soltera, respondió con tristeza.
— ¿Tienes más hijos? Le preguntó.
—Sí, un solo. Se llama tommy y tiene nueve meses.
—Nueve meses, repitió mientras lo anotaba en una libreta. — ¿Este niño era de un hombre diferente al padre de tu primer hijo? Le preguntó mirándola.
Ella no entendía por qué diablos le hacían tantas preguntas, sentía que una guerra caliente se desataba en su interior... —Era del mismo hombre.
La doctora alzó las cejas al mirarla. —Entonces supongo que no querías abortarlo.
Ella gruñó frustrada. — ¡No! Exclamó enojada. — ¿Cómo cree que podría abortar a mi propio hijo? Ni siquiera sabía con certeza que estaba embarazada.
Entonces en ese momento descubrió que existía un dolor aún mayor que el de dar a luz y era cuando te practicaban un aborto. Ni siquiera recordó cuando llegó a casa, solo supo que al abrir los ojos, todos estaban mirándolas con ojos de preocupación. — ¿Estás bien? Le preguntó su madre.
Ella asintió abriendo por completo los ojos y adaptándose a la luz, al tratar de sentarse sintió un dolor fuerte en el estómago y se quedó acostada, sintió unas manitas en su hombro y luego enredándose en su cabello, giró la vista para darse cuenta de que tommy estaba casi encima de su cabeza, sentado jugando con su cabello. Tomó sus pequeñas manos y las besó. — ¿Qué haces? Le preguntó tiernamente. El niño se zafó y sonrió.
— ¿Cuánto tiempo llevo dormida? Le preguntó a su hermana.
—Desde ayer, respondió respirando hondo.
— ¿Qué? Preguntó asombrada. — ¿Hablas en serio?
—Totalmente. Respondió y de repente cayeron en ese silencio incómodo. Sabía que tenían algo que decirle, lo notaba en sus miradas. Solo no quería que fuera peor que james yéndose o ella abortando. — ¿Qué pasa? Preguntó con tono triste.
—Algo surgió y adelantaron el viaje de james, al parecer hay mucha revuelta en Bagdad y necesita irse antes.
— ¿Antes? ¿Cuándo es antes?
—Mañana. James se va mañana en la noche.
Y entonces su mundo dejó de girar. — ¿Qué? Preguntó con lágrimas en los ojos. — ¿Qué me estás diciendo? Enterró su cara en ambas manos y rompió a llorar. Joder. No lo quería perder. Sintió muchas pares de brazos rodeándola. Pero ella no necesitaba muchos abrazos o palabras de consuelo... Necesitaba a james, necesitaba que él se quedara y viviera el maldito "Felices por siempre" con ella y el niño.
—Tenemos que avisarle que has abortado... empezó a decir su hermana con lágrimas en los ojos.
Ángela levantó el rostro. —No, dijo con la voz en un hilo. Si no le importó dejar a su hijo ¿Por qué mierda le importaría saber que acabo de perder otro niño?
Estaba malditamente decidido, él no los quería. Porque el que quiere no abandona. No así.

Amor en turbulencia. (2da parte de Un amor en tiempos de guerra) TERMINADA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora