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-Cielo, que me des otro niño realmente no me importaría, le respondió james mordiendo su hombro y embistiéndola fuerte.

Ángela respondió con un grito, sentir como su cuerpo desnudo se estrujaba con el de james, como sus piernas acunaban su cintura, como sus pezones rozaban con su pecho, como sus brazos sudorosos se frotaban con los de él la estaba volviendo loca, y cuando sintió como él le daba pequeños chupones en el cuello no resistió más y se corrió gritando su nombre, lo vio sonreír, apresurar sus embestidas y luego culminar dentro de ella derrumbándosele encima.

Ángela sonrió y dejó que su cuerpo la acunara, james luego de unos minutos rodó con ella y apoyó su codo en la cama sosteniendo su cara. - ¿Sabes? Amo esto.

- ¿Qué? Preguntó Ángela cerrando los ojos.

-Tenerte así entre mis brazos, verte llegar al éxtasis y luego ver esa carita sonrojada con una sonrisa.

Ella sintió que su cara se encendía y sonrió. No tenía idea de que él se fijara en esas pequeñas cosas. Logró conciliar el sueño solo un par de horas, se sentó en la cama lentamente, eran las seis de la mañana, observó a james. Lo que daría por congelar el tiempo, ella sería la mujer más feliz del mundo si tan solo james le permitiera dormir en sus brazos, o le brindara sus sonrisas pero sabía que no podía engañarse, él era muy cambiante, lo más probable sería que pasaran unos días bien y luego se enojara y le dijera algo feo.

Sintió una opresión en el pecho. - ¿Por qué todo tiene que ser así? pregunto en tono bajo acariciándole el pelo. - ¿Por qué no te puedes quedar así para siempre?

Sus ojos se llenaron de lágrimas. Tenía que hacerlo, tenía que alejarse de él, su felicidad no podía depender de él, si se quedaba sería feliz ¿Pero por cuánto tiempo? ¿Un mes? ¿Dos meses? Negó secando sus lágrimas. Ella tenía que darle un mejor futuro a su hijo, tenía que darle una vida feliz y al lado de james no lo conseguiría. Él siempre sería el papá de tommy y siempre tendría todo el derecho de verlo pero No todos viviendo bajo el mismo techo.

Le dolía tanto dejarlo porque aunque él no la quisiera, ella lo amaba, lo adoraba y daría cualquier cosa por él, pero el amor era de dos no de uno. -Te amo, le dijo lentamente... -Siempre lo haré.

Lo vio abrir los ojos y observarla. - ¿Qué pasa? ¿Estás bien?

Ella sintió mientras las lágrimas arropaban sus mejillas. Él no parecía estar consciente, -Dame un beso, le dijo.

Ángela cerró los ojos y lo besó. -Te amo, le dijo rozando su mejilla con la de él.

-Yo también, lo escuchó decir y volvió a cerrar los ojos.

Suspiró, le dio un beso en la mejilla y se paró de la cama, recogió sus ropas y corrió a la habitación del frente, el niño aún seguía dormido. Se dio un baño, tomó un vestido negro corto, las cosas más importantes las echó en un bolso. Buscó un lápiz y un papel y se sentó en la cama.


El peor error de mi vida fue pensar que podía derretir el enorme hielo que había en tu corazón... Acepto mi culpa, yo soy la única responsable de haber salido embarazada pero no es justo que tenga que encadenarme a una vida miserable por mi error. El resultado de todo esto fue tommy y por eso me lo llevo para que no te estorbe... Espero y algún día puedas ser el hombre tierno que en un principio conocí y del cual me enamoré. Buena suerte con eso. Ángela Johansson.


Leyó y releyó la nota, las letras se veían borrosas y rápidamente el papel empezó a mojarse por las lágrimas que rodaban por sus mejillas. Sabía que estaba haciendo lo correcto pero dolía. Dolía demasiado. Sabía que si salía por esa puerta no iba a regresar. Apretó los ojos y suspiró hondo. Tommy lo merecía. No dejaría que el niño creciera y viera a su papa con sus tantos cambios de humor.

Tomó al niño en brazos y al pequeño bolso que había preparado, no se interesó en empacar su ropa. Eso era lo de menos, más bien tomó las cosas esenciales de ella y el bebé. Cuando se montó en el taxi observó con tristeza la casa, sonrió entre lágrimas. -Adiós James, dijo por lo bajito.

Tocó varias veces la puerta de casa de su madre, deseaba con todas su fuerzas que estuviera en casa, no tenía a donde más ir y aunque sabía que su hermana la recibiría no quería ser un estorbo, cuando vio a su madre abriendo la puerta en bata supuso que la había despertado y recordó que eran apenas las siete de la mañana. -Ángela, ¿Qué haces aquí?

Y así fue como la poca fuerza que tenía se derrumbó. -Tenías razón mamá, dijo llorando.

-Oh Dios hija ¿Qué pasó?

-Nunca debí irme de aquí, nunca debí darle un hijo. Todo es mi culpa.

Amor en turbulencia. (2da parte de Un amor en tiempos de guerra) TERMINADA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora