35.

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— ¿Te irás? 
Ella retrocedió…— Necesito estar sola, pensar las cosas, yo no… solo dame tiempo.
—Te doy todo el tiempo que necesitas, pero no me dejes, dijo james con la voz rota.
Ángela lo observó…— Lo siento, dijo mientras salía de la habitación y prácticamente corría por las escaleras.
James observó por la ventana como minutos después aparcaba un taxi, ella se montaba y se iba, lo habían abandonado, lo habían dejado solo, otra vez. Sus rodillas se flexionaron y cayó al suelo, sentía que no podía más, primero su familia, luego Ángela, todos se iban, sus lágrimas empaparon su rostro, gritó fuerte, sentía que su corazón se rompía y sospechaba que ahora nadie estaría ahí para ayudarlo a repararlo. 
Alba entró a la habitación de su hijo, lo vio hecho un ovillo en el suelo, abrasando sus piernas y llorando. No se pudo resistir se agachó justo a su lado, —Cielo, dijo con tristeza, —Levántate de ahí, vamos a la cama, juntos, vamos, le insistió. 
Él levantó el rostro lleno de lágrimas mientras le hacía caso y se sentaba en la cama, —Vamos, acuéstate, le dijo ella. Él obedeció.
—Me abandonó, mamá, dijo mirando al techo.
— ¿Sabes algo amor? Empezó a decir…
—Le conté todo mamá, toda mi vida.
Silencio.
—Le contaste de lo que sabemos tú y yo.
Él asintió… —Sí, le dije del asesinato, le conté de mi venganza.
—Dale tiempo, tú sabes que eso no se asimila con facilidad.
—Yo la quiero, dijo él con la voz rota… —Yo la quiero mamá.
El rostro de Alba se llenó de lágrimas, —Tú sabes que te amo ¿Verdad? Que aunque no te demuestre mi amor, y aunque hayas defendido a tu papá en aquel entonces, como quiera te amo, cielo, debes dejar que las cosas pasen, ella también te quiere, no te creas que no lo he notado. 
—No me quiero sentir solo, otra vez.
—Y no lo estarás, he hecho las cosas mal contigo, pero no te voy a abandonar, soy tu mamá, tú saliste de mi ¿sabes? Cuando eras pequeño, eras el más valiente de todos, el más consiente. Si tu papá estuviera vivo, estaría muy orgulloso de ver al hombre que eres hoy. 
—Soy malo mamá.
—No, tú cometiste un error, lo sé, pero no por eso eres malo. Tú lo sabes mejor que nadie. Ahora vamos a dormir. 
— ¿Vamos? Preguntó confundido.
—Voy a dormir contigo, me acuerdo que cuando eras un niño siempre te metías en mi cama, sonrió tristemente. — ¿Es un poco tarde para empezar desde cero? Preguntó limpiándose las lágrimas.
Él negó mientras se dejaba envolver por los brazos de su madre y lloraba como un niño, se sentía tan desprotegido, tan miserable. Necesitaba dormir, dormir y tal vez nunca despertar.

Amor en turbulencia. (2da parte de Un amor en tiempos de guerra) TERMINADA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora