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—Tendré que probar eso.

—Definitivamente lo harás.

Ángela sonrió y se quitó el vestido. Notó la mirada intensa que le daba james de arriba abajo. — ¿Cómo me veo? Se atrevió a preguntar con las mejillas sonrosadas.

—Hermosa, respondió james tomándola de la mano y caminando hasta la orilla. Una vez en el agua el niño rompió a llorar. Cuando estuvieron un poco alejados de la orilla soltaron al niño. Claramente, tenía flotadores y no se iba a hundir. Él se aferró a james para que lo volviera a tomar en brazos. 

Ángela le salpicó agua en la cara y el niño lloró más fuerte. —Oh, vamos, los hombres no lloran. ¡Repítelo! 

Tommy lo observó con lágrimas en los ojos. — ¡repítelo!

—James... es un bebé... No puede repetirlo, le dijo Ángela tomando al bebé en sus brazos y meciéndose en el agua suavemente para que él se adaptara. Poco a poco empezó a relajarse y a sonreír. — ¿Ves? Le dijo Ángela.

Pasaron una hora realmente divertida, salpicándose agua y riendo. Al salir caminaron hasta las duchas y luego de sacarse la sal se pusieron ropa seca, Ángela le pasó un biberón al bebé y luego de unos segundos lo tomó devuelta porque el niño se había quedado dormido. Sonrió tiernamente y le dio un beso en la mejilla. 

—Debe de estar cansado, le dijo james.

Ella asintió. Luego de probar la sopa de camarones comprobó lo que james le había dicho anteriormente. Había sido la sopa de maricos más rica que había probado en toda su vida.

James observó su reloj, eran las seis de la tarde. El tiempo había pasado realmente rápido. Miró al cielo para darse cuenta de que estaba punto de romper a llover. —Debemos irnos, le dijo a Ángela parándose y tomándola de la mano.

Esta vez el viaje de regreso a casa fue rápido. Justamente entrando a la puerta empezó a llover. Ambos rieron. Luego de acomodar al bebé en la cuna Ángela escuchó un extraño sonido. En realidad eran varios. Saltó de la cama y notó que había goteras. Miró al techo y puso cara de asco. — ¡James! Exclamó saliendo de la habitación... —Tenemos un proble... no terminó la frase al verlo poner cubetas alrededor de la cocina y en el pasillo por las goteras. 

— ¿Qué pasa? Preguntó caminando hacia ella.

—Veo que tenemos varios problemas aquí, respondió observándolo. 

Él caminó dentro de la habitación y maldijo. Fue a la cocina y buscó algunas cubetas para ponerlas en la habitación. —Iré a revisar, dijo saliendo de la habitación. Ángela corrió tras él y lo tomó del brazo. — ¿Estás loco? ¿No ves que está prácticamente cayendo un diluvio? 

Él alzó las cejas de forma juguetona. —No quieres que me pase nada ¿Verdad? Le preguntó acercándosele. 

Ella suspiró. —No sé cocinar y no me sé el camino de regreso a casa.

James frunció el ceño, ella sonrió y le dio un beso en la mejilla. —Es broma... Te puede pasar algo. Le dijo sinceramente.

Él suspiró con cansancio. —Tendremos que dormir en la sala. 

Ángela asintió, mientras preparaba unos wraps de atún, lo vio buscar mantas, almohadas y acomodarlas delante del sofá. Luego lo vio sacar leña y prender la chimenea. No sabía cómo james podía ser optimista ante toda la circunstancia que estaban viviendo, ella apenas podía comer y no irritarse al escuchar el 'Tack' de la gota de agua impactando en la cubeta. Observó hacia la ventana. La lluvia no disminuiría, lo que la arrojaba a la única conclusión: pasaría toda la noche con ese sonido infernal retumbando en sus oídos.

Luego de la cena vio a james acomodar al bebé entre las colchas, el niño se quedó dormido al instante. Ella aprovechó ese momento para ponerse alguna bata para dormir, cuando abrió el armario escuchó el sonido de un trueno y luego de unos segundos se cortó toda la energía eléctrica.

Sn pensarlo gritó de pánico y salió corriendo de la habitación, tropezó con una de las cubetas y cayó al piso. Su cuerpo se mojó y su pierna dolía horrores. — ¡James! Gimió sintiendo que le dolor explotaba en su rodilla.

Amor en turbulencia. (2da parte de Un amor en tiempos de guerra) TERMINADA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora