8.

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—Todo esto es una mierda, dijo tristemente.

Silencio.

Quería decir algo pero las palabras no le salían, malditamente no ¿Qué diablos podría decir que no hubiera dicho antes? Amor te extraño, ¿para qué? Si ella no lo escuchaba, si su hija no lo podía oír, de eso se trataba toda la vida, de sufrir, aguantar sufrimiento y ser fuerte, si, quizás el que inventó esa frase no había perdido a nadie, no así. Miró la lápida de su hija, cuanto la extrañaba, sus locuras, verla despertar diariamente, llevarla al colegio, enterró su cara en ambas manos mientras respiraba hondo.

Vengó su muerte, y aun así se sentía una basura, ni siquiera eso lo alivió, eso no le devolvió a su esposa, ni a su hija, estaba cansado de ser fuerte, de pretender que todo iba bien cuando no era así. — ¿Sabes? Empezó a decir, si vieras la hija de Justin, es hermosa, así como Marisol, pero Sofía es más pequeña aún no tiene un año. Suspiró.

—Si vieras a su esposa, es una modelo, te hubiera gustado, le dijo a Camila. —Supongo que tengo que dejar de hablar de la felicidad de los otros. 

Sus lágrimas empezaron a caer, no lo soportaba, todo el mundo lo había abandonado, su mejor amigo ya había hecho su vida y él estaba allí como un pobre infeliz, mirando las lapidas de lo que algún día fue su familia.

— ¿Qué les parece si me propongo ser feliz? Preguntó. No es tan mala idea, negó con la cabeza mientras miraba el piso nuevamente y rompía a llorar, —No puedo Camila, lo siento, sé que tengo que superar esto pero no puedo olvidarme de ti ni de la hija que alguna vez tuve, lo siento, siento tanto que estés muerta, porque si no me hubiese ido nunca te hubiera pasado nada, yo soy el único culpable de tu muerte, lo siento te he fallado. No quiero volver aquí nunca más y ver lo que yo mismo he causado, perdónenme ambas, pero no puedo. No puedo ser feliz por ustedes porque ustedes fueron mi felicidad, y me dejaron solo, y así no puedo ser feliz. 

Se paró lentamente, —Supongo que esta es una pequeña despedida, no volveré a amar a nadie, no quiero que por mi culpa muera más gente inocente, lo siento… No puedo. Desde donde sea que me estén viendo, quiero que sepan que no las olvidaré nunca. No, no lo haré, dijo mientras caminaba cabizbajo por le cementerio, volvió la mirada hacia las lápidas, y sonrió con tristeza, —Adiós, agregó lentamente mientras seguía su camino, solo… Como siempre, como nunca.

Amor en turbulencia. (2da parte de Un amor en tiempos de guerra) TERMINADA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora