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Ángela asintió mientras se despedía de todos, pareciera como si se fuera a ir del país y solo era a casa de james, esperaba al menos que él la abrazara como una pareja normal, pero luego sonrió tristemente, que ilusa era, lo siguió, él caminaba rápido y ella no podía seguirle el paso. Sospechaba que lo hacía apropósito, estaba enojado, y realmente ella lo entendía, cargar con una mujer y un hijo que no quería debía ser duro para él. 

Ni siquiera coincidieron en el ascensor, él tomó otro diferente al de ella, una vez en el parqueo james la esperaba en el vehículo, sin decir nada se montó en el asiento trasero y empezó a mirar por la ventana. — ¿tienes hambre? Le preguntó sin observarla una vez que estaban en casa.

— ¿para qué me preguntas si no te importa? respondió en tono frio. Caminó hacia la habitación que solía ocupar su hermana, era algo estúpido pensar que dormirían en la misma cama. Se quitó el pijama que tenía, al menos hasta que su barriga creciera dormiría en ropa interior. — ¿Quieres algo? Preguntó james detrás de ella.

—No, Gracias... Buenas noches, le dijo sin voltear a verlo.

Sintió como la puerta se cerraba a su espalda, suspiró con cansancio. —Bienvenida nueva y triste vida, dijo metiéndose en la cama y arropándose.

Al otro día se sentía mareada. Joder. Lo que le había advertido el doctor estaba pasando, los primeros meses de embarazo eran los peores. Se levantó y se asió como pudo, necesitaba buscar su ropa en casa de su madre. Al salir de su habitación encontró a james. Ella le sonrió. Él no lo hizo. 

—Fui a buscar tu ropa esta mañana, dijo sin observarla. 

—Bien... Humm. Gracias. Dijo tomando las dos maletas color rosa que había en la puerta.

—Tu madre dijo que no la envió toda, ya sabes... Hay que comprar ropa nueva... el embarazo. 

—James, lo sé, lo interrumpió con tono cortante, a leguas se le veía la incomodidad, ¿Por qué no solo la dejaba ir? Retenerla era algo absurdo. —No tienes que hacer esto, lo sabes, le dijo. 

—No voy a volver a hablar de ese tema. Te quedas ¿Es tan difícil de entender? Le preguntó irritado. 

— ¡Joder! Cuando el padre de tu hijo no te quiere ¡Si es difícil de entender! Estoy bien sola, el que lo tienes que entender eres tú... dijo con lágrimas en los ojos, y no sabía si eran de dolor, decepción, el embarazo o todo al mismo tiempo. —No quiero estar aquí, dijo lentamente. 

James no habló, trató de acercársele pero ella retrocedió y le estrelló la puerta en la cara. Todo estaba mal, no quería sentirse así todo el tiempo, si antes se sentía como tonta. Ahora se sentía como la Reyna de las imbéciles. ¿Por qué tenía que tener un embarazo sufrido? Se tiró a la cama a llorar.

»Todo iba a ser más duro de lo que pensaba. «

Las demás semanas fueron insoportables, el embarazo la había enflaquecido, casi no comía, tenía nauseas todo el tiempo, actualmente estaban en diciembre, estaba tan desanimada que ni siquiera a su familia había visitado, no había comprado ropa de embarazo, se había aislado de sus amigos; james, era otro caso. Nunca estaba en casa.

Se encontraba cocinando, algo que no se le daba para nada bien, estaba haciendo pasta, o eso pensaba. Siempre preparaba algo para una persona, ya que james pocas veces comía con ella, tenía dos meses de embarazo esperaba que el tiempo pasara rápido y dar a luz, no soportaba sentirse deprimida todo el tiempo. Tomó una olla que tenía agua caliente, se suponía que tenía que echar el agua en otro lado pero estaba tan concentrada en sus pensamientos que no la tomó con ambas manos y le cayó la mitad de agua en el pie. Gritó al sentir el ardor, dejó caer la olla también, — ¡Mierda! Exclamó con los ojos llenos de lágrimas. 

Vio a james entrar a la cocina y ver todo con cara de desagrado, notó su mirada de preocupación al observarla, la tomó en brazos y la llevó a la cama. — Ángela, le dijo como si regañara a un niño pequeño. —No puedes hacer eso, lo sabes.

—Tú nunca estás, respondió con lágrimas en los ojos.

—Cielo, no sabes cocinar, espera que llegue... 

Ella asintió de mala gana, odiaba sentirse inútil... pero verdaderamente lo era, era una inservible. Vio como james le echaba algo, que suponía era alcohol... ardía horrores y luego le untaba algo gelatinoso. — ¿Qué tratabas de hacer? Le preguntó dulcemente.

—Era pasta, o ese pensé, dijo avergonzada.

James sonrió con pena, se paró y se fue. En menos de veinte minutos estaba de vuelta con pasta. —Gracias, le dijo Ángela algo decepcionada. 

Él se sentó en la cama junto a ella, era algo incómodo, tenían un mes que ni se acercaban, ella no sabía que esperar con tanta cercanía, lo vio llevar ambos platos y volver con algo de jugo. Sonrió como tonta, inevitablemente lo amaba, aunque él no la quisiera del mismo modo. Dejó el vaso que tenía en la mesita, suponía que él se iría pero en vez de eso tomó el control remoto y encendió la tv, — ¿te quedarás? Le preguntó observándolo. 

Él no habló, la apretó contra él y le dio un beso en el pelo. —Tengo derecho, eres mi mujer y esperas a mi hijo. Dijo abrasándola. 

Ella sonrió como boba. Su mujer, él mismo lo había dicho.

Amor en turbulencia. (2da parte de Un amor en tiempos de guerra) TERMINADA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora