6.

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—No me pasará nada, lo prometo, le dijo mientras le daba un beso en el pelo.

—No sé, siento que algo malo pasará.

James miró las cojas apiladas que había juntado mientras organizaba la habitación de su esposa, sus lágrimas empezaron a desbordarse, ella no tenía por qué ser asesinada, ni su hija, un nudo se formó en su garganta mientras tomaba las cajas y las metía en el vehículo, tenía que deshacerse de ellas, aun en el camino, sus pensamientos se transportaban a su despedida, la última vez que la vio, la última vez que tuvo una familia.

—Anda Mari, despídete de papá, dijo Camila cruzada de brazos. 

La niña corrió y prácticamente saltó al cuerpo de james, —Pórtate bien ¿Si? Le dijo él mientras la abrasaba y le daba vueltas en el aire.

—Lo prometo, respondió la niña, Cuando vuelvas, te daré una sorpresa.

— ¿Una sorpresa? Preguntó sonriendo.

Marisol asintió mientras le daba un beso en la mejilla y se aferraba de su cuello, —Te quiero, le dijo. —Yo te amo princesa, cuando vuelvas iremos a Disney.

Marisol abrió los ojos como platos, volteó la vista hacia su madre, — ¿Escuchaste mamá? ¡Nos llevara a Disney! 

Él esperaba ver una sonrisa en los labios de Camila pero ella solo lo miraba, lo miraba, él frunció el ceño, entonces la vio limpiarse las lágrimas y entrar a la casa, él dejó la niña en el suelo, mientras iba detrás de ella, la encontró en la habitación acostada. —Cam ¿Qué pasa? Le preguntó mientras se sentaba en la cama la atraía a sus brazos.

Silencio.

—Háblame princesa, por favor.

—No quiero que te vayas, sollozó mientras se sentaba en sus piernas y lo besaba.

Él no respondió mientras correspondía al beso, la sentó a ahorcajadas, y besó sus parpados, su cuello, toda su cara, —Mírame, le exigió.

Ella obedeció.

—Te amo, le dijo.

—Yo también te amo, prométeme que volverás sano y salvo a casa.

—Lo prometo, si quieres quédate aquí, y así no me verás ir. 

Camila asintió incapaz de decir alguna palabra, en ese momento la niña entró con algo en la mano. —Tenía que dártelo cuando volvieras pero te lo enseñaré ahora, dijo pasándole el sobre. 

James frunció el ceño mientras sacaba el contenido, sonrió al verlo, era un reconocimiento.

—Fue la más sobresaliente de la clase, agregó Camila.

Él dejó el sobre en la mesita de noche, mientras atraía a la niña a sus brazos, le dolía en el fondo dejarlas solas, pero al menos no sería para siempre, no, no lo sería. Las observó a ambas, las cuales estaban en la cama acurrucadas, ambas mujeres le hicieron señas con las manos despidiéndose. 

Él no sabía que ese día sería la última vez que las vería sonreír…

Alejó sus melancólicos sentimientos mientras caminaba en el cementerio, las lapidas de las dos mujeres que amaba estaban una junto a la otra, las imágenes de ellas muerta aparecieron en su cabeza como flashes pequeños, momentos de dolor, que le recordaban que estaba vivo, que aún seguía en el podrido mundo, que estaba solo, más solo que la última vez, más solo que nunca.

Amor en turbulencia. (2da parte de Un amor en tiempos de guerra) TERMINADA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora