103.-MEGA CAPÍTULOS FINALES.

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Su hermana y justin caminaban a su lado, cuando llegó a la puerta apretó los ojos con fuerza. Miró hacia atrás por última ve y se sintió peor al verlo con lágrimas en los ojos, parado en el medio de la sala observándola. Pero no fue tras ella. No la llamó. No cambió de opinión. —Espero que algún día tu hijo pueda perdonarte, porque yo no lo haré, le dijo con la voz entrecortada. —Nunca te lo voy a perdonar. Me hiciste una maldita promesa, dijiste que siempre estarías aquí y me fallaste james... Me fallaste. Concluyó y salió de la casa.
Apreció que su hermana respetara su silencio durante el viaje. Ni siquiera había expulsado otra lágrima, se sentía seca por dentro, como si alguien le hubiera sacado el alma y hubiera dejado un cuerpo. Solo eso.
Ni siquiera fue consiente del tiempo que le tomó llegar a casa, subió las escaleras hasta su habitación y se sentó en la cama. Tapó su boca con su mano y rompió a llorar. Trataba de hacerlo en silencio, pero al parecer había sido todo lo contrario, ya que vio cuando su hermana y su madre entraron a la habitación con cara de preocupación. Ella miró al piso.
—Respóndeme algo, ¿Es cierto que estás embarazada de nuevo? Preguntó su madre.
Ella se encogió de hombros. —Creo.
—Angie, tenemos que ir a ver a un doctor, cielo. Tenemos que buscar otro método anticonceptivo cuando nazca ese bebé.
Ella frunció el ceño y notó como sus lágrimas caían desde sus ojos e impactaban en el piso, mojándolo. Una lagrima, luego otra, y luego muchas más. Apretó los ojos con fuerza. ¿Qué iba a hacer sin james? ¿Cómo vería a Tommy crecer sin él?
— ¿Quieres que hagamos algo por ti? Le preguntó su hermana. —Me llevaré a tommy ¿Si? Solo serán unos días...
Ángela negó. —Él es mi responsabilidad. Tranquilas, dijo levantando el rostro. — No voy a hacer nada estúpido ¿Bien? No estoy bien, lo reconozco pero no voy a dejar solo a Tommy, soy lo único que le queda... No le voy a fallar.
Cerró los ojos y se dejó envolver por los brazos de su hermana y su madre y aunque sabía que ellas siempre estarían con ella, sabía que en el fondo, estaba sola. Sola con su hijo.
Su cabeza daba vueltas, en los últimos días había bebido muchas pastillas para el dolor de cabeza y para poder dormir. Observó con desagrado las tres aspirinas que tenía en la mano. Si la única forma de mantenerse sin dolor era ingiriendo más de lo normal, lo haría.
Era lunes, y según había escuchado decir a justin, james se iba el viernes. Trató de no sentirse más afectada delo que estaba, pero le resultó difícil. La peor parte estaba en ver al niño cada día crecer, era tan parecido a él. Negó con la cabeza y bajó al jardín a pasear un poco con tommy. Casi nunca había caminado por el vecindario, ni siquiera conocía a los vecinos. Vio a muchos niños jugando frente a las diferentes casas, vio ancianos leyendo el periódico, y mujeres limpiando el interior de sus casas.
Tommy estaba más tranquilo, no lloraba, no se movía demasiado, se estaba portando bien, a su parecer. Aunque también podía estar enfermándose. Un balón de un chico impacto en su pierna. Vio rebotar la pelota a unos centímetros de ella. Trató de levantarla pero entonces un niño corrió hacia ella y la tomó. —Perdón, dijo mirándola con interés. — ¿Eres nueva? Le preguntó.
Ella sonrió y negó. — ¿Ese es tu hermano? Le preguntó metiendo la cabeza en el coche de tommy, Ángela escuchó como su hijo golpeaba la cara del pequeño extraño. Sonrió a su pesar.
—Es mi hijo, respondió y al hacerlo se sorprendió. Su tono de voz era apagado.
— ¿Estás enferma? Le preguntó el niño. —Te ves como... Como enferma.
Ella alzó las cejas. —No, no lo estoy.
—Hablas poco, me llamo Tommy.
— ¿Tommy? Preguntó ella sorprendida. —Mi hijo se llama igual.
— ¡Eso es genial! Exclamó el niño casi saltando.
— ¡Tommy! ¡Hora de comer! Se escuchó que alguien gritó.
—Es mi mamá, adiós, dijo mientras corría y entraba a una de las casas.
Ella Siguió avanzando y se sentó en un banco debajo de un árbol, había un gran espacio verde con muchos árboles, había pocas personas, apoyó su codo en su pierna y luego apoyó su mentón en su mano. Todo a su alrededor se sentía como paz.
Había soñado con el día en el cual no hubiera más llanto ni dolor, y realmente estaba logrando dominar esa parte, ya que últimamente ni hablaba, ni lloraba, era todo paz y silencio, el problema era que también se había ido la risa. Se habían idos los momentos llenos de sonrisas que había tenido en el pasado, se habían ido las ocurrencias, los chistes, las ganas de sonreír y sacar sonrisas a los demás.
Sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas y esta vez no se empeñó en secarlas de sus mejillas, escuchó un pequeño gemido proveniente de tommy, metió la cabeza en el coche para observarlo con detenimiento, el niño se quedó observándola por unos segundos y no hizo ninguna reacción. — ¿Soy un asco verdad? Le preguntó secándose las lágrimas. —Ahora seremos tú y yo, cielo. Solo nosotros.
Cuando regresó a casa, notó que su hermana y justin estaban ahí, últimamente ellos habían estado quedándose, ya que estaban fumigando su casa. — ¡Hey! Le dijo su hermana al verla.
Ángela esbozó una pequeña sonrisa en respuesta. — ¿Has estado durmiendo bien últimamente? Le preguntó.
Bien, que comience el bombardeo de preguntas. —Sí, mintió...
Sintió un dolor punzando en su cabeza, maldijo en su fuero interno y subió a su habitación en busca de alguna aspirina. Se quedó encerrada ahí, sentada en el balcón viendo como el día moría lentamente, así como sus esperanzas de que james volviera junto a ella, llegó a la conclusión de que todo en la vida tenía un final, así como el día moría, finalizando lo que era la luz para darle paso a la oscuridad, en esa misma medida era la vida, algunas relaciones morían, en otras ocasiones, eran las personas las que morían... Pero todo... Llegaba a un final. Todo.
Después de haber dormido a tommy, escuchó que todos planeaban salir al jardín y cenar allí. A ella la idea no le llamó la atención en absoluto, así que decidió lavarse los dientes y prepararse para dormir, claro... esa sería otra noche larga, como todas las anteriores. Buscó el frasco de pastillas para dormir que tenía guardado y tomó al menos dos pastillas. ¿Cuándo seria el día que volvería a dormir tranquilamente?
A mitad de la noche sintió un dolor muy fuerte en el abdomen, tanto que le impedía respirar. Se paró y encendió la luz del baño, se apoyó del lavabo para no caerse y entonces miró al piso. No era blanco como antes, ahora estaba manchado, manchado de sangre.

Amor en turbulencia. (2da parte de Un amor en tiempos de guerra) TERMINADA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora