43.

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Ella rió a carcajadas mientras caminaba a la cama, se quitó la toalla y pensaba tirarse a dormir pero james se lo impidió. —Si duermes en ropa interior en mi cama, no te aseguro que me pueda concentrar y solo dormir, le dijo poniéndole una de sus camisetas. 
Ella resopló mientras se metía en la cama, james hizo lo mismo. — ¿Y tú cómo estás? Le preguntó Ángela observándolo.
— ¿Cómo estoy? Preguntó confundido.
Ella asintió… —Ya sabes, ¿Te sientes mejor? Le preguntó acariciándole el rostro.
Él cerró los ojos ante su contacto, —Ahora que estás aquí, sí.
—Lo siento, no debí dejarte, le dijo apenada.
Él sonrió y la atrajo a sus brazos, —Estás aquí, eso es lo que importa.
Esa noche Ángela no pudo conciliar el sueño, sentía que su estómago iba a reventar, se sentía horriblemente fatal, quizás era la fatiga por el desfile, si tenía que ser sincera ni había estado comiendo bien en los últimos días, sentía las manos de james acariciarle la espalda, estaba despierto, —Si no logras dormirte, iremos a un hospital. 
—Me duele mucho el estómago, confesó con tristeza. 
—Creo que tengo pastillas para eso, le ofreció él.
—Paso, odio las pastillas. 
Al otro día, las cosas empeoraron, no había forma de que parara sus vómitos, o sus dolores, se había quedado en casa de james, pero lo que más le preocupaba era el saber que en las últimas veces que se había acostado con él, no se habían protegido, había parado sus pastillas anticonceptivas hace unos meses, era más la preocupación que la carcomía que el mismo dolor. 
James se estaba comportando extremadamente tierno con ella, pero sabía que si él se enteraba de lo que sospechaba no se lo iba a tomar bien, tenía tan solo 20 años no podía estar embarazada, además ella amaba modelar, no quería tener que esperar más de un año para poder seguir haciéndolo, además ni sabía si su bebé tendría un papá, en caso de que estuviese en cinta.
Los demás días fueron horrorosos, había tomado una decisión, volvía a su casa, al principio james se resistió, pero ella mintió diciendo que su madre podría curarla, una vez trasladada en su casa, decidió comprar una prueba, una prueba de embarazo.
De ser madre, se imaginaba siendo una muy mala, no sabía nada acerca de bebés, con la única niña que había tenido contacto era con Sofía, y muy poco, james era el que siempre se encargaba de ella, él sí sabía de niños, pobre, había perdido a una niña de cinco años, ¿querría a su bebé? Lo más probable era que no.
Suspiró agotada, leyó al menos cuatro veces las instrucciones en la caja de la prueba, se encerró en el baño, que diera negativo, lo necesitaba, observó el resultado final, sus lágrimas empezaron a salir, estaba bien pero bien jodida. Estaba embarazada.
El resto del día la pasó acostada, no quería salir, no quería ver a nadie, había llorado mares, ¡Estaba embarazada! Había arruinado su vida, ella era demasiado joven, no podía lidiar con un niño. Se tocó el vientre. Sería una mala mamá, lo sabía. 
Se encontraba cenando con desgano, su madre la observaba y la volvía a observar, sinceramente quería contárselo pero con paúl ahí, no hablaría nada personal, él podía ser un buen hombre pero no era su papá, solo el acompañante de su madre, solo eso. 
—Mamá, empezó a decir cuando estaban en la cocina. — ¿Por qué estas orgullosa de mí? Le preguntó tristemente.

Amor en turbulencia. (2da parte de Un amor en tiempos de guerra) TERMINADA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora