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—No quiero que te vayas, le dijo mirándolo fijamente. —No quiero que lo hagas.
—Muy tarde para eso, me iré en unos días.
Ángela sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas. — ¿Por qué estás siendo tan malditamente egoísta? ¿Esa es tu maldita filosofía... Tener hijos y dejarlos a cargo de sus madres?
—No digas estupideces...
— ¡Tommy es tu hijo! ¿No crees que deberías quedarte por él? ¿No crees que deberías quedarte por mí?
Él negó mientras miraba hacia otro lado. Ella empezó a secar sus lágrimas. —No puedo creer que seas tan cobarde, porque lo eres, ir a la guerra no te hace un valiente, no cuando nos abandonas, eso te hace un cobarde. ¡Por Dios james! Puedes morir ahí. ¿No te importa si mueres? ¿No te importa que si falleces tenga que llevar a Tommy cada año a llevarte flores a un cementerio? ¿No te importa nada de eso? ¿No te interesa ver a tu hijo crecer? ¿No te intereso yo? ¿No te interesa luchar por mí? Le gritó llorando.
Silencio.
— ¿Ni siquiera puedes reconsiderar la idea de marcharte? James... ¿Qué haría yo sin ti? No puedes irte. ¿No ves que me estas matando con esto? ¿No ves que me estás haciendo daño otra vez? ¿Ya no me amas? ¿Es eso?
—Ángela... Tienes que calmarte.
— ¡No! Tú no te puedes ir, le gritó enojada. —No te puedes ir. No me puedes dejar así. Porque yo te amo, maldita sea, Y no quiero vivir sin ti, dijo y al hacerlo sintió como su corazón se partía en mil pedazos. — ¿No te das cuenta? Estás renunciando a nosotros, que somos tu familia, porque aunque no lo quieras aceptar tommy y yo somos parte de ti y tú parte de nosotros.
—Estarás mejor sin mí, te lo aseguro... Encontrarás a cualquier idiota de esos que aman a los niños y serás feliz. ¿No te das cuenta que nuestra relación está rota? ¿No notas que no podemos estar juntos sin hacernos daño?
Él se acercó a ella y la trató de abrasar pero ella retrocedió. —No está rota, ¿Por qué no empezamos de nuevo? Tú, el niño y yo... Como antes ¿Recuerdas? Como éramos antes, ¿No te acuerdas? Le preguntó y se le acercó. — ¿Qué pasa james? ¿Por qué no lo podemos intentar de nuevo?
Él sonrió y acarició su mejilla. — ¿Ves? Ya te estoy haciendo daño. Déjame ir.
—Pero...
James negó. —No hay nada que puedas hacer para evitarlo. No trates más.
Ella Cerró los ojos y respiró hondo. —Estoy embarazada. Le dijo dejando que las lágrimas empaparan sus mejillas. — ¿aun piensas abandonarme? No solo tienes un hijo, tendrás dos. ¿Todavía no es razón suficiente para quedarte?
Él se alejó de ella y la mirada que le dirigió fue glacial. —No mientas... ¿Por qué diablos tienes que mentir? Le gritó sobresaltado. — ¿Crees que esto es un maldito juego? ¿Piensas que vas a tener hijos cada vez que las cosas estén mal entre nosotros? ¿Podrías por favor tomarte la maldita píldora y dejar de estar trayendo niños al mundo?
Y. eso. Fue. Todo.
Ella no se pudo contener y lo abofeteó. — ¡Eres un maldito imbécil! Le gritó con furia. — ¿Crees que salgo embarazada con el maldito propósito de retenerte a mi lado?
Escuchó pasos detrás de ella pero le importaba un comino quien podría escucharla. — ¡Ojala y te mueras allá! ¡Ojala y cuando estés agonizando te acuerdes de nosotros y pienses en lo que perdiste por estúpido! Le gritó llorando.
Al comprender lo que le había gritado tapó su cara con ambas manos y rompió a llorar. —Lo siento dijo con la voz entrecortada. —No quiero que te vayas. En ese momento sintió los brazos de su hermana envolviéndola. —Vamos, james. Piensa un poco más sobre esto, escuchó que le dijo.
—Llévatela, le dijo a _____. —Cuida de ella y no la dejes sola. ¿Bien?
Esas instrucciones hicieron que su herida se abriera más. —Qué curioso, dijo limpiándose las lágrimas. —Ya abandonaste una vez a tu anterior familia para irte y los encontraste muertos... Solo espero que esta vez la historia no se repita. Terminó de decir y empezó a caminar hacia la salida.
Su hermana y justin caminaban a su lado, cuando llegó a la puerta apretó los ojos con fuerza. Miró hacia atrás por última ve y se sintió peor al verlo con lágrimas en los ojos, parado en el medio de la sala observándola. Pero no fue tras ella. No la llamó. No cambió de opinión. —Espero que algún día tu hijo pueda perdonarte, porque yo no lo haré, le dijo con la voz entrecortada. —Nunca te lo voy a perdonar. Me hiciste una maldita promesa, dijiste que siempre estarías aquí y me fallaste james... Me fallaste. Concluyó y salió de la casa.

Amor en turbulencia. (2da parte de Un amor en tiempos de guerra) TERMINADA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora