Amor en turbulencia. (2da parte de Un amor en tiempos de guerra) TERMINADA.

62.

Salió de su habitación, no esperaba que james estuviese en casa. De igual forma se veía listo para irse. Antes de que ella pudiese decir algo, él se le adelantó. —Voy a salir, no dormiré en casa esta noche, dijo sin mirarla y se fue. 

—Yo también voy a salir, dijo para ella misma con tristeza. Ni siquiera sabía a donde iba, pero no era tonta. Lo más probable era que se estuviese acostando con otra mujer. Sonrió con tristeza, no se iba a poner a llorar por eso. No de nuevo. Trató de pensar en otra cosa pero le fue imposible, sus lágrimas empezaron a salir. ¿Por qué él la lastimaba tanto? Se preguntó por milésima vez. Como siempre no hubo una respuesta. 

Decidió dejar pasar el tema. Cuando llegó a casa de su madre se alegró al ver a su hermana allí. La pequeña Sofía corría por toda la casa, como de costumbre. Su hermana parecía que iba a explotar. — ¡Quiero que este niño salga de mí! La escuchó exclamar llorando. —Tengo demasiados kilos. Dijo sollozando.

Observó a Justin, el pobre tenía que soportarla todo el día, debía de estar cansado. —Hola, dijo saludando y sentándose en el mueble junto a ellas. —Te ves hermosa ¿Cómo le haces? Preguntó su hermana. 

—No como todo lo que me venga a la cabeza como tú. Dijo sonriendo.

—Bien, en eso tienes razón. Respondió ___ llorando.

Entre risas, y por supuesto lágrimas de su hermana llegó la noche. Se escuchó un grito proveniente de la cocina. — ¡Voy a parir! Gritó su hermana aterrada. — ¡Mamá! ¡Justin! ¡Ángela! Llamó preocupada. Todos corrieron para observarla con los pantalones de tela mojados. Rápidamente Justin la tomó en brazos y la sacó de allí. Todos estaban preocupados caminando detrás de ella.

Ángela caminó hacia la salida pero luego se acordó de que había dejado el celular en la cocina, corrió a tomarlo. Y luego volvió a correr para alcanzarlos, pero en el camino tropezó, al parecer con un juguete de Sofía y cayó al piso. — ¡Ah! Gritó por el dolor. Se tocó el vientre. Trató de pararse pero no pudo, su vientre empezó a doler a tal magnitud que sentía que el niño se le iba a salir. Su madre y Paul corrieron hacia ella. — ¡Ángela! Gritó su madre horrorizada. Estás mojada. — ¡Estás mojada! 

— ¿Qué? Preguntó asustada. — ¿Qué? Volvió a preguntar. Se tocó las piernas y vio el líquido que corría por ellas. — ¡Oh dios! ¡Oh dios! ¡Oh dios! Gritó. —Voy a dar a luz. Pero... Solo tengo siete meses. ¡Oh dios! Tenía que parir en agosto. Y sin poder evitarlo empezó a llorar. 

Alma sintió que se mareaba. Sus hijas estaban de parto al mismo tiempo. Y Ángela tan solo tenía siete meses de embarazo, estaba en riesgo. Vio como Paul la tomaba en brazos. Por primera vez vio la cercanía entre ellos, Ángela no protestó cuando él la alzó. 

Cuando llegaron a la sala de emergencias todo era un caos. Ambas mujeres de parto gritaban de dolor, alma no sabía con cual ir, pero al final optó por ir con Ángela, ya que con ___ estaba Justin, pero su hija menor estaba sola. Y además era su primer parto. 

Cuando una doctora la examinó. Le dijo que tenía un desprendimiento prematuro de placenta. Ella solo podía asentir, se sentía tan adolorida. En cualquier momento podía quedar inconsciente de tanto dolor. Le dijeron también que el bebé tenía que ser sacado de inmediato porque estaba en peligro. Esas palabras la hicieron preocuparse. No quería que nada le pasara a su bebé, sin poder evitarlo empezó a llorar. — ¿Dónde está james? Le preguntó Alma a Ángela acariciándole el pelo. 

—No sé, respondió ella sinceramente.

Unos minutos después y cansada de tanto pujar sentía que nada podía sacar a ese niño, entonces se empezó a preocupar. Algo iba mal. Muy mal. 

James sintió que su celular empezaba a sonar. Como iba conduciendo ignoró la llamada. Miró el reloj. Eran las once de la noche. ¿Quién jodía a esas horas? Se preguntó algo irritado. Había estado vigilando unas reparaciones en la casa de campo que su padre le había dejado como parte de su herencia. Y aunque había anunciado que no llegaría a casa, todo se resolvió más rápido de lo que esperaba y estaba conduciendo de regreso a casa. Su celular empezó a sonar nuevamente. Divisó el nombre de Ángela. Lo tomó al instante. — ¿Qué pasa? Preguntó.