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James la observó unos segundos y entonces se dio cuenta de que debajo de sus lágrimas no había arrepentimiento en sus palabras, era como si estuviera tan malditamente firme en cada palabra que salía de su boca, en ese momento se sintió que había perdido parte de su corazón, esa parte se la había llevado ella ahora mismo.

Ángela lo vio pararse y limpiarse las lágrimas. — ¿Es esto lo que quieres? Le preguntó. — ¿No me quieres ya en tu vida?

—No es eso, dijo observándolo con ojos tristes...— Solo quiero un tiempo ¿Si? Tiempo para mi... Sin ninguna relación formal... Solo eso. 

— ¿Y el niño? Preguntó.

—Es tu hijo, james. Lo puedes ver a la hora que quieras y cuando quieras. 

—Te pudo pedir un favor, le dijo mientras miraba a su hijo dormir. —No le pongas otro papá a mi hijo ¿Si? 

—Sabes que no haría eso. Nunca lo haría. Le dijo. 

—Adiós, dijo james observándola, sus ojos se llenaron de lágrimas nuevamente. —Puedo usar las escaleras para irme ¿Verdad? Preguntó tristemente a Alma. Ella asintió. 

—Te amo nena, No lo olvides... Te voy a recuperar, aunque sea lo último que haga. Lo prometo. Dijo y se fue. 

Cuando Ángela escuchó cómo la puerta principal se cerraba pestañeó algunas veces pero no pudo soportarlo, se derrumbó en el piso y rompió a llorar. Había sido la decisión más difícil que había tomado en su vida. Sentía que le faltaba el aire para respirar, lo amaba, lo amaba como sabía que no iba a amar a ningún otro hombre. Vio como Alma y Paul se arrodillaban junto a ella, pero estaba muy absorta en sus pensamientos, se acurrucó en el piso abrasando sus piernas en posición fetal. —Cielo, le dijo su madre acariciándole el pelo. —Las cosas se van a solucionar ¿Sabes? Le dijo con la voz rasposa a causa de las lágrimas. 

Pero ella no veía la forma de solucionarlo. Estando sin él sería malditamente difícil. —Yo lo amo, dijo por lo bajito... —Lo adoro... Pero no puedo estar con él. 

— ¿Por qué? Preguntó Paul.

—Él me destruye... él me consume... No puedo, dijo cerrando los ojos.

—Vamos, cielo, levántate del piso.... Mañana será otro día.

—Otro día sin james, dijo Ángela parándose lentamente y caminando hacia la cama...— ¿Será mejor? Preguntó. 

—Sí, amor... Lo será. 

Pero no fue así. Al otro día sentía como si cuerpo hubiera sido apaleado, se levantó a duras penas, miró hacia la cuna del bebé y aun dormía. Odiaba os lunes, pero tenía que trabajar, la navidad casi se acercaba y eso significaba que todo el mundo estaba en movimiento. Movimiento constante. 

En eso de las dos de la tarde, observó su reloj, ya era hora de partir. Amaba los nuevos zapatos que había modelado para un catálogo y lo mejor fue que luego le dijeron 'Son suyos' 

Sí, definitivamente el día se le había arreglado. Quedó con dos chicas que apenas había conocido en el trabajo para salir a comer en un restaurante que quedaba cerca. Y luego de eso, en eso de las cinco de la tarde regresó a casa, caminó como Zombi hasta su habitación y sin mirar hacia los lados se tiró en la cama. Le tomó unos segundos reaccionar y mirar hacia el armario. Ahí, en un sillón estaba james con Tommy en los brazos. Parecía renovado, se había afeitado y además sonreía. —Me dijiste que podía ver a Tommy cuando quisiera. 

—Cierto, respondió quedándose en la cama.

— ¿Qué tal tu día? Escuchó que james preguntaba.

Ella alzó el pulgar en señal de aprobación. 

Tomó el tiempo en que james visitaba el bebé y evitaba encontrárselo, tanto así que prolongaba sus horas fuera. Su vida se había vuelto muy monótona, a veces solía llegar a casa y cuando veía que la camioneta de james estaba aparcada al frente, solía irse a otro lado, a un café, un bar, un supermercado, entonces luego su madre la llamaba para avisarle que podía regresar a casa. 

Cuando llegó noviembre se sintió miserable, recordaba que la pasada navidad la había pasado horrible, james le había destruido todos los adornos, recordaba sus gritos, para aquel tiempo estaba embarazada de Tommy y la había pasado realmente mal. Su madre le había conseguido dos citas con chicos diferentes pero luego de conocerlos realmente se desinteresaba. El problema no eran ellos. Era ella. Era ella enamorada de otro. Era james.

Esa tarde había recibido una llamada de su hermana. Le celebrarían el cumpleaños número tres a Sofía y ella necesitaba ayuda. —Claro, Claro... Solo dame los detalles, le dijo sosteniendo el teléfono y mirándose al espejo. 

—Lo haremos mañana sábado en casa de james.

— ¿En casa de james? Preguntó tocando su pecho

Amor en turbulencia. (2da parte de Un amor en tiempos de guerra) TERMINADA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora