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—Le estaba adornando la situación, ¿No crees que es lo menos que podía hacer? 

—No, respondió Alma incomoda. — Lo menos que pudiste hacer fue buscarla en los últimos dos años y no lo hiciste... ¿Por qué ahora? ¿Qué es lo que realmente quieres? Preguntó sacando la chequera y buscando un bolígrafo. —Estás consciente de que no te la vas a llevar. 

—Vi que tiene un hijo. ¿No crees que estaba muy joven para ese tipo de cosas? Preguntó frunciendo el ceño. — Pero a juzgar por tu maravilloso ejemplo, creo que tardó demasiado.

Alma sonrió enojada. —No le doy ningún mal ejemplo a Ángela, lo sabes. 

— ¿Lo sé? Preguntó Leo sonriendo.

—Como sea, respondió Alma observándolo. — ¿Por qué estás aquí? ¿En qué lio estás metido? ¿De quién estás corriendo? Por favor, seme sincero y vamos a ahorrarnos toda esta mierda ¿Bien? 

— ¿Quiénes son esas personas? Preguntó curioso. 

—La otra chica es mi hija, y es modelo, y el hombre a su lado es su esposo. 

— ¿Y tu 'Novio'? preguntó resaltando la última palabra.

—Paul, es accionista en una empresa petrolera. 

— ¡Vaya! Exclamó sonriendo. —Tienes una minita de oro aquí. ¿Cuál es el problema con que me lleva a Ángela? 

Alma sonrió con rabia. — ¿Ves? Nos estamos entendiendo. ¿Cuanto necesitas para largarte de aquí y no volver? 

Leo sonrió. —Verás... Esta semana vendrán los contables a realizar una auditoría y... 

—Déjame adivinar... Intervino Alma... —Has estado usando el dinero de la empresa ¿Verdad?

Él asintió. 

Alma sintió tristeza, no por ella sino por su hija, ella veneraba a ese parásito que tenía como padre, no quería verla sufriendo una vez más por su partida. —Hagamos algo, le dijo suspirando con cansancio. —Te daré más de lo que me estás pidiendo a cambio de algo. 

— ¿No pretenderás que tú y yo...?

—Joder, no.... Solo quisiera que cuando salgas de aquí le digas a Ángela que volverás a viajar a Alemania y que le digas que vendrás a verla en cuanto te desocupes... dijo pasándole el cheque en blanco. —Escribe la cifra que necesitas. 

—Un trato es un trato, dijo parándose y sonriéndole. — ¿Sabes? Me alegro de que Angie te tenga, eres una buena madre después de todo. 

Alma asintió. —Créeme que no me siento bien teniéndote que la quieras. 

—Yo la quiero, respondió Leo, — lo sabes... Es solo que... No estoy listo para ser padre... No sé nada acerca de dar buenos ejemplos y ella es muy inocente... No quisiera... Ya sabes... Dañarla. 

Alma asintió. —Bien, espero no verte por aquí más. ¿Entiendes? 

Ángela sintió las lágrimas desbordarse por sus mejillas. Entonces de eso se trataba todo. Él no la quería, solamente le sacaba provecho. Eso justificaba muchas cosas, cosas como que él aparecía de vez en cuando y decía que no había podido verla porque estaba de viaje, desde que estaba pequeña siempre él había estado de viaje, nunca le había dado nada material, no era como si ella lo necesitara pero solo se acuerda que le regaló una vez una Barbie, era hermosa y era exactamente lo que quería por su cumpleaños, y ya ni siquiera estaba segura de si eso se lo había dado él o si su madre se la hubiera dado para que se la regalara.

Sintió que su hermana la trataba de abrazar pero ella retrocedió negando. Siempre era como un cachorro lastimoso, siempre la miraban como si ella fuese un animalito indefenso y estaba harta de sentirse así. —No importa el papá que tengas Angie, tenemos a Alma y ella es una excelente madre. La mejor. Lo sabes. 

Ella asintió y caminó hasta la puerta trasera, necesitaba estar sola. Se sentó en la acera, mirando las luces de los vehículos pasar. Algunas cosas estaban destinadas a no ser, parejas a no estar juntas, padres a no querer a sus hijos... sonrió entre lágrimas. Por momentos odiaba su vida. Parecía perfecta pero estaba rota. Vio el vehículo de su padre avanzar... ¿Qué le costaba ser bueno con ella? Negó con la cabeza, no se iba a martirizar, él no la quería. Era mejor enterarse temprano que tarde. 

Sintió que la puerta se abría y entonces reconoció el olor del perfume de james. Lo vio sentarse a su lado y suspirar. —Esto de tener padres extraños jode la vida. Empezó a decir él... —Espero que no estemos jodiendo la vida de Tommy. 

Ángela sonrió y lo observó. Él le acarició la mejilla. —Lo bueno de todo esto es que él no se quedó a cenar...

— ¿Por qué? Preguntó sonriendo. 

—Escuché que tu hermana y tu madre están haciendo lasaña, habrá más para nosotros.

Soltó una carcajada. Él la estaba tratando de animar y eso la hacía feliz. Había estado equivocada cuando pensó que su padre se preocupaba por ella. El que había hecho ese trabajo había sido james. —Gracias, le dijo recostándose en su hombro.

—Te dije que siempre estaría aquí, y estoy cumpliendo, respondió tomando una de sus manos entre las suyas y besándola. —Y por cierto, eso de que te digan pastelito es tonto... Suena extraño. 

Ángela sonrió y le dio un beso en la mejilla. —Creo que merezco más que eso, dijo james fingiendo estar indignado. 

Ella sonrió y se acercó más a él, puso su mano en su mejilla y lo besó. Hacía mucho que no lo hacía y se sentía malditamente bien, él era como un bálsamo para ella. De repente él rompió el beso, no pudo evitar fruncir el ceño y observarlo con tristeza, ella no tenía ningún problema en seguir pegada a sus labios pero al parecer él no pensaba igual. Sintió que su corazón se caía al piso. Tal vez él ya no quería besarla, tal vez se había cansado. 

Se separó un poco de él a modo de que no se diera cuenta de la tristeza que reflejaban sus ojos en ese momento. Él rascó su garganta dramáticamente para atraer su atención. —Tal vez deberíamos regresar, dijo.

Ella asintió y sin esperar que él dijera otra cosa que la hiciera sentir más humillada de lo que estaba, se paró y entró rápidamente a la casa. ¿Qué mierda había sido eso? 

Amor en turbulencia. (2da parte de Un amor en tiempos de guerra) TERMINADA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora