Capítulo 2

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Víctor corría buscando a su madre, abriendo la puerta del salón en donde realizaba sus costuras.

— Madre... mira — dice el niño emocionado

Mercedes ve a su hijo muy contento, quería enseñarle algo que traía en las manos.

— ¿Qué es esto?... ¿Un collar?

— Es un juguete que me enseñó a hacer mi amiga, tienes que darle vuelta al botón y luego tira de las cuerdas... así — contesta Víctor, que cuando lo hace, el botón gira con mucha velocidad y corta el aire con un pequeño silbido.

— Que lindo lo que te ha enseñado a hacer tu amiga ¿Quieres que te dé más lana y botones para que hagas más de estos? — pregunta Mercedes, contagiándose de la alegría de su pequeño.

Víctor mira a su mamá contento, ella siempre era tan buena y sabía todo lo que él quería.

— Sí. Haremos muchos y el más lindo te lo regalaré a ti mamá

Mercedes saca un pequeño frasco de vidrio, lleno de distintos botones para que escoja.

— Mira, aquí hay uno muy grande, este sonará muy fuerte.

— Mamá... mi amiga me enseñó hoy uno de sus muñecos, y era muy feo, es un trapo cocido con forma de cuerpo y la cabeza era un calabacín pequeño seco que le dibujó ojos, quiero regalarle el arlequín que le gusta ¿puedo?

— Ese muñeco es tuyo, así que puedes hacer lo que quieras con él — dice sonriente Mercedes, acariciándole la cabeza a su hijo.

Al día siguiente y como siempre, estaban en el cuarto de juegos los pequeños amigos.

— Mamá dijo que puedes llevarte el arlequín

Amelia abre completamente los ojos, sonriendo a lo que más podía y abraza al muñeco.

— ¿De verdad?... gracias, ya sabía que eres un príncipe — dice Amelia radiante de felicidad y se acerca para besar su mejilla.

— ¿Por qué dices que soy un príncipe? — pregunta Víctor sin comprender.

— Por qué eres bueno, eres lindo y te vistes como los príncipes de los cuentos

Víctor mira su ropa y se dirige al espejo que estaba en aquel salón para mirarse mejor.

— Pero los príncipes tienen capa y una corona — contesta el niño, abriendo mucho sus ojos azules, mirándose en el espejo.

— Sí... pero eso es cuando tienen que salir, mi padre usa una gorra cuando sale de casa, pero no la usa siempre.

Víctor le regresa la mirada a su amiga, como si hiciera un gran descubrimiento y se dirige a su baúl, donde tenía más juguetes que no ocupaba con frecuencia, saca de él una corona de metal brillante y una espada de madera.

— ¿Ves?... yo lo sabía, eres un príncipe — dice Amelia muy feliz.

— Yo no sabía que lo era, tampoco que tenía que ocupar la corona para salir

— Sí, y como eres un príncipe, tienes que utilizar tu corona y montar a caballo, para que siempre me protejas cuando cosas malas me pasen — Amelia vuelve a darle un beso en la mejilla y abraza con más fuerza a su nuevo muñeco.

Para Víctor era lindo que su amiga lo quisiera y le demuestre afecto, ya que ahora no se sentía tan solo en esa gran mansión.

Cuando Amelia llegan a casa, le enseña rápidamente a sus hermanos el arlequín que saca de entre sus faldas. Su hermano más pequeño comienza a llorar cuando no se lo quiere entregar. Teodoro, al ver el ajetreo que tienen los pequeños, levanta a su hijo menor para cargarlo en brazos.

Un Amor Tan IntensoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora