Capítulo 43

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Por la mañana al despertar, Víctor ya no estaba en la habitación, Amelia quería hablar con él antes de la ceremonia para solucionar el problema de la noche anterior. Entran las sirvientas y la ayudan para tomar un baño de tina y luego para vestirse con su traje de novia, seguramente vería a su esposo ya en la iglesia.

La renovación de su matrimonio no podía ser en mejor día, la mañana estaba soleada y existía un dulce aroma en el ambiente a flores de Jazmín.

El padre de Amelia la entrega a su esposo en el altar ante la mirada de los invitados y familiares, tanto de Amelia como de Víctor.

Durante la ceremonia, se hicieron nuevamente los juramentos de aquel día hace 3 años, se dio la bendición a los anillos de bodas, que eran los mismos que compraron en esa oportunidad en la casa de empeño. Los esposos se miraban a los ojos al colocar nuevamente los anillos en el dedo de su pareja y ambos se decían muchas cosas, nuevamente con solo mirarse, esa complicidad nunca se terminaría, porque sabían que eran el uno para el otro.

La ceremonia culminó, Víctor se veía apacible y tan dulce como siempre lo era con Amelia, lo que le hacía creer que, quizás él, ya habría olvidado la discusión del día anterior, pero, aun así, quería solucionar lo que les aquejaba.

La celebración en el jardín de la mansión de los Fortunato partió con un almuerzo de platillos livianos, ya que luego vendrían los aperitivos, acompañado de vinos y espumantes de la estación.

A pesar de que todos estaban de muy buen humor, sobre todo la señora Mercedes, que cumplió el sueño de ver el matrimonio de su hijo, Amelia aún seguía preocupada por la discusión de anoche, puesto que era la primera vez que tenían una pelea por un problema realmente serio.

Víctor estaba hablando con su padre y su suegro mientras bebían un delicioso ponche. Los varones reían y don Teodoro paso de odiar a Víctor, a quererlo de manera sincera, luego de saber que la defendió sin dudarlo, por los rumores mal intencionados de las sirvientas.

Al acercarse Amelia, Teodoro levanta su copa.

— Ven pequeña... te ves tan hermosa, siempre soñé con verte el día de tu boda

— Gracias papá — responde Amelia y le sonríe de manera tímida a su padre.

— Además de ser una encantadora mujer. Estoy seguro de que tendrán hijos hermosos — sonríe Agustín, también levantando la copa en su honor.

— Sí, seguramente así será — asegura Víctor.

— Hem... bueno, yo quería hablar con mi esposo — Comienza a decir Amelia, pero fue interrumpida por su padre

— Ah, sí... ese es un tema que se debe tratar ahora ¿Han decidido quedarse a vivir aquí?

— Es un lugar muy lejano donde se fueron, aquí tienen a su familia y la empresa, Víctor podrá seguir con el negocio del carbón — agregaba Agustín.

— Aún no lo sabemos, debo hablarlo con mi esposa

— Pero ella se quiere quedar aquí, por eso deseaba regresar y le escribió a su madre — Aseguraba Teodoro.

— Pero debemos hablar de eso, Víctor tenía su trabajo y nosotros estábamos comprando una casa, tenemos nuestras pertenencias ahí — responde Amelia.

— La casa la podemos pagar, tenerla como un refugio y cada cierto tiempo pueden volver a visitar a los amigos que dejaron ahí — contesta Agustín.

— Además, que el mantener una empresa, es un trabajo digno y lleno de responsabilidad. Todos los trabajos son importantes, ya sea como un campesino como yo, o el de dirigir una empresa que le da sustento a tantas familias — decía de manera reflexiva Teodoro.

Un Amor Tan IntensoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora