Capítulo 42

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Los rumores de las sirvientas dejaron una herida en Amelia. Al día siguiente del despido de estas mujeres, Víctor seguía molesto con ella por no haberle contado desde antes lo que estaba ocurriendo, habían prometido no tenerse secretos y ella había roto esa promesa por tratar de ocultar las ofensas de las criadas.

Amelia trataba de buscar consuelo en su madre, pero cuando la fue a visitar a las cocinas, ella evitaba tener un contacto visual y le daba respuestas precisas para cortar la plática. Amelia entendía que su madre estaba avergonzada por lo que contaban las sirvientas sobre la intimidad con Víctor, lo más seguro es que, también la veía como una lujuriosa e impura mujer.

— Mi niña, ¿Qué tienes?... has estado con un semblante melancólico desde que has llegado — pregunta Mercedes preocupada.

Estaba en la habitación de la señora Mercedes tomando el té y jugando a los naipes.

— No es nada, me encuentro muy bien — Amelia le regala una sonrisa que no ocultaba su sentir.

— ¿Son tus padres?

— Oh no... ellos están muy bien

— ¿Es Víctor? ¿Te ha ofendido?

— No, señora Mercedes... no es eso

— Entonces, cuéntame que es lo que te aflige tanto — Mercedes le toma una mano y se la acaricia como una madre preocupada.

Amelia le cuenta sobre lo ocurrido con las sirvientas, pero no menciona sobre el último rumor que fue el que hizo enfurecer a Víctor y que su madre ahora la miraba avergonzada.

— Ya veo... esto tiene que ser muy duro para ti, siempre para una mujer es difícil, pero, por un lado, Víctor tiene razón, ahora eres una Fortunato y tienes que tomar tu lugar como tal, saber a comportarte como una dama de clase alta.

— Pero no me siento como tal. Me casé con él porque estoy enamorada... pero nunca pensé en ser una Fortunato y tomar la responsabilidad que ese apellido conlleva.

— Es entendible, se casaron a escondidas y vivieron como personas comunes. A pesar de todo, me gusta que seas mi nuera, eres una buena muchacha y sé que cuidarás y serás la compañera de vida de Víctor. Como me habría gustado ver su matrimonio, perdimos todo aquello por las apariencias

Amelia suspira y pensaba que todo habría sido más fácil si Víctor no fuera hijo de un magnate, pero sabía que cuando lo eligió, todo sería complicado.

Mercedes mira a Amelia y se le ocurre una idea que le da mucha felicidad.

— Mi querida niña, realicemos un nuevo matrimonio... con cortejo y ceremonia, solo estarán los más cercanos... de esa forma ya veremos su matrimonio como algo real y tú también ya tomarás la responsabilidad de ser una Fortunato

— Pero ya estamos casados, no podemos casarnos nuevamente

— Pero pueden renovar sus votos. Por favor, me encantaría ver su boda, tus padres también.

— Está bien, si es su deseo... sería muy lindo para todos, ya que nuestra boda fue modesta — Amelia le sonríe de manera apesadumbrada, aún estaba decaída por lo sucedido con las sirvientas.

— No se diga más... quiero organizarlo, díselo a tus padres, tendremos una fiesta — Regresa el buen humor de Mercedes, deseaba caminar y prepararlo todo.

La idea de realizar el cortejo y un matrimonio encantó a ambas familias, era una forma de reponer el tiempo perdido, perdonarse mutuamente y que Amelia y Víctor decidieran quedarse en la ciudad con ellos, así olvidaran el retornar a las vidas que dejaron en la ciudad del Puerto.

Un Amor Tan IntensoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora