Capítulo 66

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Ambos se detuvieron al escuchar a Perla al otro lado de la puerta. Víctor olvidó que ese día se reuniría con unos inversionistas y que les invitó a cenar para hablar de negocios. Aun así, no quería detenerse, solo sabía que deseaba seguir haciendo el amor con esposa.

— Gracias Perla, ya vamos a recibirlo — responde Amelia con voz firme desde el interior del despacho. Trata de bajar sus piernas, pero Víctor la vuelve a colocar en la mesa y continuaba con las embestidas, a lo que le reprende y le susurra malhumorada — ¡Ya basta, Víctor!

— No por favor... solo un poco más

— Ya dije que no

Amelia lo empuja con dificultad, puesto que Víctor estaba empeñado en continuar. Al soltarse, comienza a acomodar su vestido y mira a su esposo que estaba hecho un desastre. Tenía el cabello húmedo al igual que su camisa por el sudor, además de que su pantalón en la zona de la pelvis tenía las marcas de lo que estaban haciendo.

— Iré por un nuevo traje para ti. Por mientras, quítate esa ropa y peina tu cabello — indica Amelia.

Ella, antes de salir del despacho, lo vuelve a mirar. Obedientemente él, estaba desabrochando su camisa con una expresión triste, como si fuera un niño pequeño que lo acaban de regañar.

— Realmente lo lamento, pero aquellos hombres están un buen rato esperando — comenta Perla, cuando ve a su amiga salir y cerrar la puerta tras de ella.

— Gracias por decirme. ¿Y las sirvientas?

— Pregunté al ama de llaves quienes eran esos hombres, así que fui yo quien decidió ir a avisarles que ellos llegaron. El Ama de llaves les dijo a las criadas que les sirvan algunos aperitivos por mientras los esperan.

Lo que en realidad ocurrió, es que Amelia y Víctor tenían tal escándalo en el despacho, que todos los sirvientes se alejaron del lugar, como si el diablo se hubiese aparecido. Cuando llegaron los invitados de Víctor, el ama de llave estaba preocupada, ya que no se atrevía a interrumpir a los Fortunato que notoriamente se sabía lo que estaban haciendo. Es así que, piden ayuda a Perla para poder informar al matrimonio.

Amelia estaba sacando ropa limpia para Víctor del armario y acudir rápidamente en su ayuda. Un pensamiento pasó por su mente, lo que la comenzó a angustiar.

— Perla... cuando fuiste al despacho ¿Escuchaste algo?

— ¿Algo como qué? — pregunta Perla con inocencia.

— No sé... ¿Ruidos extraños?

— No... nada. ¿Por qué? ¿Acaso estabas haciendo travesuras con tu marido ahí dentro que no quería que escuchara? — Perla comienza a reír.

— hem... algo así

— No te preocupes, que nadie se ha dado por enterado si es que estaban redactando carta a la cigüeña — Miente Perla, para que su amiga no se sienta mal al descubrir que media mansión los escuchó, puesto que sabía que ella era pudorosa con ese tema, aunque también sabía que, desde que vivían en el burdel, Amelia era una fiera en la intimidad con su esposo.

— Gracias, eso me alivia

Amelia se separa de Perla cuando llegan al salón principal y sigue en dirección al despacho de Víctor con las prendas y apura el paso.

Víctor la estaba esperando listo para vestirse. Su excitación no había desaparecido y se notaba firme a través de su ropa interior. Cuando ingresa Amelia, rápidamente la vuelve a tomar con gran desesperación.

— Ya Víctor... para o me enfadaré — Amelia lo golpea en el brazo con las prendas que tenía en las manos para liberarse, puesto que Víctor la había tomado por la cintura y trataba de subir nuevamente su falda.

Un Amor Tan IntensoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora