Capítulo 4

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Muy temprano por la mañana, sale Víctor donde el padre y hermano de Amelia, que ya lo estaban esperando en una carreta, también los acompañaba Amelia ese día.

Para Víctor todo lo que le estaban enseñando era un gran descubrimiento. Alimentó a los cerdos, recogía huevos, mientras Amelia les lanzaba trigo a las gallinas. Miraba cómo cultivan la tierra, y a él le dieron un saco que llevaba colgando al cuello con semillas, para que las depositara en la tierra. Víctor miraba de lejos a los demás que hacían lo mismo y él estaba muy atrasado, así que comienza a apresurar el paso.

— Vamos joven señor, debe golpear más fuerte para que se rompa el tronco — reía Teodoro, el ver el esfuerzo del niño por cortar madera con el hacha

— Es que tengo calor ¿Puedo sacarme la camisa igual que usted? — pregunta Víctor al pasar su mano por la frente, para quitar su cabello negro que le molestaba los ojos.

— Claro que sí, le ayudaré

Teodoro dobla y guarda la ropa del niño, para que esta no se arrugue.

Víctor estaba sudando, pero ya aprendía a cómo cortar los maderos y en qué punto debía golpearlos para que estos se rompan.

— ¿Por qué en vez de matar a los pobres árboles no se usa carbón? — pregunta Amelia — el papá de Víctor tiene muchos en la mina

— Eso es para las máquinas de vapor — responde Víctor

— Es por qué el carbón da mucho calor, mucho más que la madera — explicaba Teodoro a su hija — si se usasen en una cocina, esta estallaría.

— Sí... y se quemaría la casa — concluía Víctor

— ¿El carbón da tanto calor? Pero el fuego es fuego y es caliente igual — Amelia trataba de comprender aquello.

— Sí, pero el carbón de piedra es tan fuerte, que por eso lo ocupan para las máquinas — insistía Víctor

— Qué miedo, y yo que quería colocar un carbón en la estufa — decía preocupada Amelia

— Te recomendaría que no lo hagas, le quemaría el estofado a tu madre — ríe Teodoro

Ven a un hombre en caballo aproximarse y Teodoro se acerca para saludarlo. Un niño de la edad de los muchachos, baja del caballo de su padre y se aproxima corriendo donde ellos.

— ¡Hola, Amelia! — Saluda el niño de piel morena y cabello negro.

— Juanito... hola — le saluda alegre Amelia

— ¿Quién es? — pregunta Víctor en voz baja

— Es el hijo del señor de los establos, tiene tu edad

— Hola, soy Juan — Se lo dice a Víctor y le da la mano para saludarlo.

— Hola, soy Víctor

— Él es el hijo del patrón — le comenta Amelia a Juan

— Es por eso que no te he visto, pero podrías salir a jugar conmigo también en vez de estar en esa casa todo el día — decía de manera amistosa Juan

— Sí, sería muy divertido, tu mamá dice que no hay problemas para que salgas de casa — intervenía Amelia alegre.

— No lo sé — dudaba Víctor

— Así te enseño a cazar ranas — insistía Juan

— ¿De verdad podemos cazar ranas? — Víctor sonreía muy alegre ante esa propuesta.

— Sí, podemos ir al estanque a jugar y atrapamos ranas

— Yo también quiero ir — dice Amelia

— No lo sé Amelia, a las chicas les dan asco esas cosas... esto es solo cosa de hombres — contesta Juan.

Un Amor Tan IntensoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora