Amelia se despierta por la mañana con el brillo del sol matutino que ingresaba por la ventana. Sentía el tibio calor en su espalda, acompañado de una respiración tranquila en su cabello que eran de su esposo durmiendo tras de ella, manteniéndola abrazada.
De manera cuidadosa, Amelia se sienta en la cama y mira cómo él seguía durmiendo tan tranquilamente. Verlo así, le provocaba felicidad y nuevamente burbujas en su vientre al pensar en todo lo que compartieron durante la noche. Se levanta y arropa a su marido para que pueda seguir en sus sueños, buscando su camisón de dormir en el armario, para cubrir su desnudez. Tenía hambre, quería ir por el desayuno, así que abre la puerta que deba a la cocina. Cuando camina, sentía un leve dolor en las piernas, caderas y vientre, como si hubiera montado en caballo por mucho tiempo y acompañado de las molestias como su tuviera el periodo.
Aún era temprano por la mañana, pero Perla ya estaba en la cocina preparando el desayuno, sonriendo al ver a Amelia.
— Buen día Jazmín, ya tengo su desayuno para que coman en la habitación.
— Muchas gracias, Perla
— ¿Y cómo te fue anoche? — pregunta Perla con voz susurrante — ¿El cielo o el infierno?
Amelia sonríe sin poder ocultar su felicidad.
— Fue tan hermoso y romántico, soy muy feliz. ¿Pero estará bien que quisiera seguir por más veces?
— Claro que sí. Por eso, los que están enamorados le dicen a este periodo Luna de Miel, así que disfrútalo. Cuando tengas tiempo me cuentas los detalles y yo te puedo seguir dando consejos.
— Pensé que solo era eso — responde Amelia sorprendida.
— Claro que no, el arte del amor es muy grande, siempre se puede descubrir algo nuevo y tú nunca perderás la emoción de ese acto con tu marido, que es la forma más íntima que pueden demostrar su cariño.
— Es verdad, se sentía tan lindo y tierno estar así, pero tengo miedo que él piense mal de mí, por hacer cosas de lobas.
— ¿Tú sabes por qué tenemos tanto trabajo aquí?
Amelia niega con la cabeza.
— Por qué la mayoría de las mujeres siente que eso es una obligación para tener hijos, no lo disfrutan creyendo que es pecado, y sus maridos buscan aquí, lo que no tienen en casa. Tu esposo agradecerá que te preocupes también por complacerlo, pero para hacerlo, tienes que complacerte a ti primero.
— Gracias Perla. Ahora lo despertaré para que desayune conmigo — dice Amelia llevando la charola a la habitación.
— Déjalo dormir, si fue tan intenso como me lo has dado a entender, tiene que estar agotado. El almuerzo lo dejaré en tu puerta por si aún no quieren salir.
Amelia le da una sonrisa a su amiga e ingresa con la charola a la habitación y cierra la puerta. Víctor aún dormía tranquilamente en la misma posición, realmente se notaba agotado, así que se acomoda en la pequeña mesa de aquel dormitorio y comienza a desayunar.
Víctor se despierta al sentir frío, abre los ojos y Amelia no estaba con él en la cama, se frota los ojos y mira en la habitación, hasta que la ve sentada en la mesa, bebiendo un vaso de leche.
— ¿Por qué estás ahí?
— Buenos días ¿Quieres desayunar?
— No... quiero que regreses a la cama, no me dejes solo... te necesito a mi lado — responde Víctor como si fuera un niño pequeño.
Amelia le encantaba sentir que la necesitaba, así que termina el vaso de leche y regresa a la cama.
— Quítate el camisón — pide Víctor, mirando cómo se desnuda a la luz del día. Ahora podía ver su cuerpo de manera más detallada y se sentía afortunado al tener a una mujer tan sensual con él. La abraza cuando ella ingresa nuevamente a la cama y le arropa, atrayéndola hacia él, para sentir su olor y calor.

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Un Amor Tan Intenso
Fiction HistoriqueLos Fortunato, una rica y poderosa familia del siglo XIX, comprometen a su único hijo a contraer un matrimonio por conveniencia y heredar el gran imperio de los reyes del Carbón. Pero él, no tenia los mismos planes, amaba a otra mujer y abandona tod...