El día en que llegaron a la mansión, todos se encontraban ahí, era la hora de almorzar y se había preparado un pequeño banquete para recibir a la familia y que todos esperaban, puedan reconstruir su relación.
Ese día se quería celebrar una pequeña fiesta con todos y es que se limaron aspereza entre los miembros de esta gran familia Fortunato, todos con el propósito de ayudar a mantener la unidad en la familia, es así que estaba los padres de Víctor, los de Amelia, el pequeño Sebastián, Jamal y Perla estaban esperando recibirlos.
Sergio entra corriendo a la mansión muy feliz y abraza a Sebastián, quien también estaba emocionado.
— Traje muchas cosas de la playa — decía Sergio.
— Vamos a ver a los caballos, Bonita y Blanco están esperando. — le invitaba Sebastián.
Agustín levanta a su nieto para abrazarlo.
— Muchacho, primero salúdame y luego van a visitar a los caballos
— Papá Agustín, abuelita, les extrañé.
— Nosotros a ti mi tesoro — respondía con una mirada dulce Celenia, besando su cabeza.
Teodoro reía al ver a su nieto y le pide a su consuegro poder tenerlo en los brazos.
— Muchacho, tienes que ayudarme a seguir construyendo la casita de juguete que querías.
— Sí, trate de hacer una con palitos, pero no resultó, me faltaba pegamento.
Todos reían de la alegría del pequeño y como hablaba de las grandes cosas que hizo en aquel periodo.
Víctor estaba feliz que toda la familia los estaba esperando y se acerca para saludarlos, quien inmediatamente fue recibido por Jamal y le daba palmadas en la espalda.
Todos reían y saludaban, hasta que miran sonrientes a Amelia para que se les una en aquella alegría, pero ella, no podía creer lo que veía, se sentía dolida y despreciada. Todos estaban aquí, pero todos se alejaron de una u otra manera y la abandonaron cuando ella necesitaba ayuda con Víctor y descaradamente, ahora actuaban como si fueran tan amigos como siempre. Se da la vuelta y toma su bolso para llevarlo a una de las habitaciones.
Todos quedan en silencio ante la actitud de Amelia, borrando sus sonrisas y sabían que ella necesitaría tiempo para sanar.
Los padres de Amelia y Perla, la van a buscar a una de las habitaciones que tomó como suya, para pedirle que baje.
— Amelia, todos estamos contentos que hayas tomado esta decisión y estés aquí ahora, tus suegros y amigos quieren verte. — dice Mariana, esperando que su hija olvide el rencor.
— Mamá, no me es fácil, hay personas ahí que me han hecho mucho daño, sobre todo Víctor. No puedo ser hipócrita y hacer como que todo está bien.
— Sí, es difícil, pero nadie espera que perdones todo rápidamente, solo que des una oportunidad para ser como alguna vez fuimos después de ese desafortunado accidente. — comenta Perla, que estaba en el umbral de la puerta de la habitación en donde se encontraba Amelia y sus padres.
La expresión de Amelia cambia al verla y su mirada se endurece, se acerca a ella para empujarla y que saliera fuera de la habitación.
— ¿Por qué crees que quiero escuchar lo que tú me digas?... no escuchaste lo que tenía que decirte, solo me culpaste y te fuiste deseándome lo peor, así que sale de aquí, no te creas con el derecho de decirme que hacer.
— Amelia, perdóname... quiero que hablemos de eso
Amelia cierra la puerta muy molesta, escuchando cómo Perla le seguía suplicando su perdón desde afuera de la habitación.
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Un Amor Tan Intenso
Historical FictionLos Fortunato, una rica y poderosa familia del siglo XIX, comprometen a su único hijo a contraer un matrimonio por conveniencia y heredar el gran imperio de los reyes del Carbón. Pero él, no tenia los mismos planes, amaba a otra mujer y abandona tod...