Capítulo 90

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Temprano por la mañana, Víctor se despide de Jamal y le dice que llegará pronto, puesto que su amigo estaba molesto con él por dejarlo nuevamente solo. Por su parte, Amelia se marcha con Dorotea y Sergio para que se hospeden en casa de sus suegros, de esta manera hacerles creer que ella también viajaría.

Esa mañana, el ama de llaves se dirige a la habitación de Jamal para informarle que la señora Amelia lo estaba esperando en el comedor. Toca a la puerta y escucha una voz que le decía que entre. Cuando ingresa, ve la cama desordenada y comienza a estirarla, ya que su ocupante estaba en el cuarto de baño, probablemente tomando un baño de tina. Jamal era un hombre muy limpio, día por medio solicitaba que le preparasen un baño de tina, lo habría pedido a diario, si no fuera que era tan difícil traer el agua a la habitación.

— Señor, disculpe que lo interrumpa. La señora Amelia dice que cuando esté listo baje para hablar con usted — decía el ama de llaves mientras estiraba las sábanas, para que pueda escucharlo a través de la puerta.

— Saldré ahora

Jamal entra a la habitación luego de haberse refrescado. Su cuerpo olía muy bien debido a las esencias que ocupaba en la tina y el exquisito aroma cubre la habitación.

El ama de llaves levanta la vista, luego de que terminará de ordenar la cama. Se sonroja y se voltea al ver que aquel hombre estaba secando su cabello de manera despreocupada, siendo aquella toalla que tenía en las manos, la única prenda que llevaba puesta.

— Oh se,señor di,di,disculpe... qué vergüenza

— ¿Nunca has visto a un hombre desnudo?

— No... y m,m, me retiró, con su permiso — Carmen trata de salir de la habitación con la mirada clavada en el piso, pero debía pasar al lado de Jamal para llegar a la puerta.

— Le dicen señorita... ¿Es por qué nunca se ha casado?

— Así es... por favor, señor, ¿puede cubrirse? Ya debo salir de la habitación

— Eso quiere decir que nunca ha estado con un hombre... es muy triste no conocer los placeres de la carné.

— Señor, me siento incómoda... por favor, déjeme pasar — suplica el ama de Llaves

— Pero no le estoy impidiendo que se vaya — Jamal se acerca a la puerta y la abre para que Carmen pueda salir.

Carmen sigue con la mirada clavada al suelo, pero era difícil evitar no mirar a aquel hombre. Aprieta las faldas de su vestido con los puños cerrados en señal de nerviosismo y se dirige a la puerta para salir. Antes de llegar hasta ella, Jamal la cierra súbitamente, acercándose por su espalda, la toma por la cintura y le habla al oído susurrándole.

— ¿Por qué estás nerviosa? ¿No es esto lo que querías? Querías ser la única que esté cerca de mí, por eso les dijiste a mis amigos que tú te harías cargo del servicio para mí... alejando a todas las sirvientas de mi alrededor.

Carmen estaba nerviosa. El escuchar la voz susurrante de Jamal y además saber que estaba desnudo detrás de ella le provoca un extraño escalofrío.

— Solo lo hice porque las sirvientas se estaban peleando por usted y estaban descuidando sus quehaceres.

— Pero esa es una mentira y lo sabes... ninguna ha discutido o creado conflictos, solo quieres alejarlas de mí para estar a solas conmigo y que sea completamente tuyo

— Eso no es verdad...

— Y si no es así, entonces dime ¿Por qué?

El ama de llaves da un suspiro y se voltea para verlo, no sabía que decirle y le gustaba estar cerca de él, pero nunca pensó en verlo desnudo y eso hace que pierda toda la compostura que tan rigurosamente ha cuidado en toda su vida.

Un Amor Tan IntensoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora