Capítulo 12

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Por las mañanas, a Amelia le dieron el trabajo de escribir las invitaciones para el matrimonio.

Por su parte, Víctor seguía intentando convencer a su familia que lo dejaran libre, pero sus padres estaban molesto con él por abandonar a su prometida el día del compromiso, así que ya no le permitían hablar sobre la boda, ni siquiera se le consultaba para elegir algo sobre ese tema, ya que por su conducta rebelde, se consideraba que solo se le debía obligar, lo que le produjo una profunda desesperanza y ya prácticamente no se comunicaba con sus padres, lo único que le animaba, era los encuentros que tenía con Amelia en el ático.

La pareja se encontraba sentada en el piso del ático. Víctor abrazaba a Amelia y le daba tiernos besos, pero para ella, el saber que aquellos serían los últimos, le hacía llorar. Ya Víctor estaba acostumbrándose a que, en ocasiones, Amelia comience a llorar mientras se besaban o estaban juntos, pero era entendible, él también estaba triste porque sabía que les quedaba poco tiempo.

— Ya tengo que bajar para preparar la cena — informa Amelia secándose las lágrimas

— Está bien, bajaré también — responde Víctor dándole un último beso.

Ambos jóvenes bajan del ático y caminan por el pasillo. Al doblar en una esquina, se encuentran con el ama de llaves.

— Señorito, su padre quiere conversar con usted, lo espera en su despacho

Víctor se dirige al despacho de su padre sin ánimos, ya que nunca era para hablar de algo que lo anime. Al llegar, toca a la puerta y entra. Don Agustín al verlo, le sonríe.

— Bien muchacho, has estado muy callado en este tiempo. Vamos a ir hoy donde las Lobas, para que te enseñen que hacer la noche de tu boda.

Víctor asiente con la cabeza sin emoción, a lo que su padre le sonríe, ya que la despedida de la soltería, era un momento importante en la vida de un hombre, según las costumbres.

— Hijo anímate, esta noche serás un hombre, te darás cuenta de que la vida de casado tiene también sus lados encantadores — Agustín toma a su hijo por los hombros y lo saca fuera del despacho — Así que vamos, antes de que tu madre haga un alboroto.

Los varones Fortunato salieron de la mansión para dirigirse a la guarida de las lobas, que era una casona en el centro de la ciudad.

Se les decían Lobas a las prostitutas, ya que ellas llamaban a su clientela, aullando por las ventanas del burdel.

A los varones no se les enseñaba sobre sexualidad, esto lo aprendían de las Lobas, así que cuando algún joven estaba comprometido para el matrimonio, lo llevaban para tener su despedida de la soltería y este era el único momento en que las clases sociales se unían en aquel lugar.

Para las mujeres, la sexualidad era aprendida por sus esposos durante la noche de bodas, por lo cual, dependiendo de la situación, podía ser agradable o muy traumática.

Cuando los Fortunato ingresan al Burdel, Víctor estaba impresionado, ya que nunca imaginó que un lugar así podía existir. Muchos hombres estaban sentados en los sillones, riendo con alguna mujer en ropa interior, dándoles de beber licor y fumando algún tabaco, mientras que sus clientes les tocaban de manera desvergonzada los pechos o las piernas desnudas.

Agustín habla con la Loba principal, quien ya los estaba esperando, diciéndoles que una de sus chicas ya estaba esperando al señorito, así que suben por las escaleras y caminan por la terraza que tenía vista al salón de las fiestas.

Al llegar a la zona de las habitaciones, entran en un cuarto y ve a una mujer sentada al borde de la cama semidesnuda, de una edad media, con grandes pechos y cabello negro, maquillada de manera extravagante. Víctor al ver a esa mujer que podría tener la edad de su madre, se asusta y desea salir de ese lugar.

Un Amor Tan IntensoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora