Capítulo 45

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El funeral de Mercedes Fortunato, fue una mañana soleada de primavera en donde el sol era cálido y fresco.

Concurrieron varios familiares, incluido los sirvientes de la casa, el club de caballeros con sus esposas y la familia de Amelia.

Víctor se mantenía tranquilo e inmutable, pero se quiebra, cuando ve cómo bajaban el féretro a su último destino donde reposarían los restos de Mercedes. Ya nunca más sentiría las dulces caricias y el tierno amor que siempre obtenía como protección de su madre, perderla, hacía que le doliera el pecho y sentía cómo el aire ya no entraba en sus pulmones, perder a alguien amado, dolía tanto como una herida sangrante que cortaba muy profundo en su ser. Agustín abraza a su hijo para ambos compartir su dolor.

Al día siguiente, la mansión se mantenía en silencio, prácticamente no se hablaba en el lugar por respeto al luto de los Fortunato. Por la tarde Amelia estaba tomando el té en el jardín en honor a Mercedes, quien hacía lo mismo, las sirvientas estaban de pie sirviéndole y Celenia se encontraba supervisándolas.

Víctor y don Agustín estaban en el despacho privado del segundo piso, bebían vino, recordaban a Mercedes y charlaban sobre qué harían en el futuro.

Víctor miraba por la ventana cómo Amelia tomaba el té y tenía una silla vacía a su lado, en donde antes se sentaba su madre, luego mira a las sirvientas y al ama de llaves que estaban de pie cerca de su esposa. Siente cómo su padre también se acerca para mirar por la ventana.

— Es Celenia... ¿Verdad?

Agustín mira a Víctor sorprendido, como si no entendiera de que estaba hablando.

— Mi madre... ¿Es Celenia? — Víctor deja de mirar por la ventana para ver a su padre con ojos tristes.

Agustín baja la vista, luego mira nuevamente por la ventana para ver al ama de llaves de pie junto con las criadas. Su expresión cambia también a tristeza y asiente con la cabeza.

— Lo sabía... creo que lo sospechaba desde que era niño, ¿por qué yo tendría los ojos azules? Si tú los tienes de color almendra y mamá verdes. Nunca creí que era herencia de mi abuela.

— Fue un acuerdo entre Mercedes y yo de no decirte nada, fue decisión de ella que nunca te enteraras de la verdad.

— ¿Era porque soy el hijo ilegítimo de una sirvienta? ¿Por una aventura que tuviste con ella?

— Yo amaba a Celenia... aún la amo. Tú no fuiste el producto de una simple aventura, que eso te quede muy en claro — contesta Agustín con seriedad.

— Creo que ahora, entiendo por qué la defendías tanto cuando yo era descortés con ella, no podía ofender a mi madre.

— No... no podía permitir que fueras insolente con ella. Celenia siempre te ha amado, no fue su culpa lo que ha pasado.

— ¿Por qué nunca pudiste querer a mi madre? Ella era tan buena, siempre me cuidaba y era cariñosa, en cambio, Celenia nunca demostró amor maternal, ella siempre fue dura y estricta conmigo, por eso le tenía miedo cuando era niño y cuando supe de tu infidelidad, le tenía odio...

— Hay muchas cosas que no sabes, no es tan fácil de entender.

— Claro que no... no es fácil, si yo era tu hijo y mi madre fue tan buena de querer criarme como propio, debiste expulsar a Celenia de la casa... por respeto a tu esposa, pero nunca le diste el lugar que merecía. Siempre he tenido ese resentimiento contigo... tú eras mi figura de respeto y te odié a ti también cuando supe que nunca amaste a mamá — el resentimiento de Víctor se reflejaba en la dureza de su voz.

— Si lo sé, siempre me has juzgado, tú siempre juzgas lo que para ti es lo correcto. Pero dime Víctor, ¿qué harías tú si te hubieras casado con la hija de los Reinares y Amelia hubiera tenido a tu hijo? ¿La habrías expulsado de tu casa?, ¿Podías olvidarte de ella y vivir una vida tranquila con tu esposa?

Un Amor Tan IntensoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora