Luego del día de ayer en donde confesaron sus sentimientos, Celenia tenía miedo que aquella situación destruyera la buena relación que tenían y por momentos se cuestionaba el haberle dicho que lo amaba, puesto que le dio esperanzas de un imposible... pero el saber que él la quería de igual forma le llenaba el corazón de ilusión, puesto que estaba enamorada de él desde que comenzó a vivir en aquella mansión y se lo demostraba con cada acto de ternura que hacía para él.
Los Fortunato almorzaban y Celenia junto a otras criadas estaban de pie a un costado de la mesa para el servicio. Agustín seguía siendo el mismo de siempre, como si lo que hubiera ocurrido ayer no le afectaba, eso quiere decir que la única que no sabía qué hacer era ella. Al terminar de almorzar se reunirían nuevamente los dos a solas y Celenia tenía que buscar algún tema de conversación para camuflar lo que estaba sintiendo.
Celenia Estaba mirando por la ventana, se repetía una y otra vez lo que tenía que decirle cuando lo vea para que no se dé cuenta de que estaba nerviosa. Escucha cuando entra al salón de lectura, se voltea con una sonrisa en el rostro para verlo y le muestra un libro
—Agustín... encontré este libro en la biblioteca, creó que debe ser interesante porque tiene bordes dorados y...
Agustín se le acerca y la calla con un beso en los labios que la sorprende y se separa de él
—¡No!... dijimos que olvidaríamos lo que ocurrió en el bosque — Celenia comienza a retroceder, pero Agustín la tenía por la cintura y camina junto a ella hasta que el paso se le interrumpe por la pared quedando acorralada, mientras seguía recibiendo besos.
—No puedo olvidarlo, he pensado mucho en ti desde ayer y no puedo... no quiero
Agustín la seguía abrazando y besando, mientras la presionaba con fuerza, ya que Celenia aún intentaba escapar, pero ella realizaba poca fuerza y sabía que su razón le decía que debía rechazarlo, pero su corazón esperaba que siguiera él ahí, es por eso que ella cada vez que forcejeaba, se detenía para luego acariciarle el pecho.
—Pero alguien puede entrar y vernos — susurra Celenia.
—Nunca nadie ha entrado... solo quiéreme — Respondía Agustín, mientras le seguía dando tiernos besos apasionados y acariciaba su cintura
—No Agustín... no puedo, no puedo... está mal — Celenia niega con la cabeza, lo empuja con más fuerza para escapar y salir del salón.
Los días siguientes seguían siendo iguales. Agustín aprovechaba cualquier momento para estar con Celenia de manera romántica y esta lo rechazaba, puesto que cada vez sentía que le era más difícil separarse de él y a pesar de que se lo decía, él no escuchaba razones, había perdido la timidez e incluso era más atrevido de lo que se podía pensar de él, es por ese motivo que ya Celenia no acudía al salón de lectura y escapaba cuando le veía.
Celenia caminaba por el pasillo luego de haber limpiado una de las habitaciones y llevaba las sábanas sucias para lavarlas. Una puerta se abre y una mano la toma por el brazo, arrastrándola al interior de aquella habitación. Era Agustín, para Celenia, verlo le daba alegría, le gustaba que la buscara y que fuera posesivo con ella, pero a la vez, le preocupaba al pensar que podría alejarse de ella, eso la atormentaba.
Agustín nuevamente la besa después de cerrar la puerta
—¿Por qué escapas de mí?... ¿Ya no quieres verme? — Pregunta Agustín con los ojos entrecerrados y susurrando muy cerca de ella.
—No es eso y tú lo sabes.
—¿Y no piensas que es más doloroso vernos y no querernos?
—Solo lo hago por el futuro...

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Un Amor Tan Intenso
Historische RomaneLos Fortunato, una rica y poderosa familia del siglo XIX, comprometen a su único hijo a contraer un matrimonio por conveniencia y heredar el gran imperio de los reyes del Carbón. Pero él, no tenia los mismos planes, amaba a otra mujer y abandona tod...