Capítulo 77

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Víctor había tomado un baño luego de haber entrenado esa mañana como de costumbre y Jamal fue a buscarlo a la habitación para ir a almorzar. Encuentra a Víctor de pie leyendo una carta sonriente y pasando un pequeño mechón de cabello por sus labios que venía al interior de aquella correspondencia.

— ¿Has recibido carta? ¿Es de tu preciosa Amelia? — pregunta Jamal ríen e ingresando a la habitación que había dispuesto para su amigo.

Víctor mira a Jamal con una dulce sonrisa y los ojos brillantes.

— Tengo un pequeño hermano

La mansión Fortunato se llenó de dicha con el nacimiento del pequeño Sebastián, era un varón sano y fuerte. Tanto Celenia como Agustín estaban desbordantes de felicidad y agradecían el gesto de Víctor de permitir a su padre quedarse en casa, ya que ahora se mantenían unidos como la familia que siempre debieron ser.

Amelia ayudaba a cuidar a su pequeño cuñado y le brindaba amor de madre, solo extrañaba a Víctor y desearía que él estuviera con ellos disfrutando de estos momentos.

Jamal prepara un banquete para celebrar el nacimiento del hermano de su amigo y esa noche, le dice a su harén que preparen un baile para deleitarlos esa noche. Bebieron, comieron y rieron durante esa celebración. Víctor no se sentía tan lejos de casa, tenía a alguien quien se alegraba también por su felicidad.

Mientras comían unos dulces muy sabrosos de postre, salen las mujeres para bailar al ritmo de los tambores con velos y pañuelos, con vestidos enjoyados, elegantes y seductores de dos piezas que solo les cubría el pecho en la parte de superior y sus faldas tenían aberturas que permitían ver sus piernas.

A Víctor, notoriamente el baile le llamaba la atención y miraba el juego de velos y el movimiento de caderas de aquellas mujeres. Estaba tan asombrado por ver algo así, que tenía la boca abierta.

— Te gusta el baile, eso me alegra... pero deberías cerrar la boca, las mujeres se burlan de ti — dije Jamal, conteniendo la risa que era ver a su amigo tan asombrado.

Víctor se sonroja al escuchar eso, ya que no pensaba que tenía cara de bobo.

— No... es solo que es la primera vez que veo algo así, es un baile muy llamativo.

— Si, ellas bailan para mí, es la danza del vientre, antiguamente solo la bailaban las sacerdotisas de Ra, el rey sol... ahora lo bailan para deleite de quien las ve.

— Sí, es hermoso... muy hermoso

Víctor no quería admitirlo, pero ese baile lo estaba haciendo hervir la sangre, pero ya Jamal lo había notado.

— He sido muy descortés contigo, querido amigo, perdóname

— ¿A qué te refieres? — pregunta Víctor sin quitar la mirada de aquellas mujeres, quienes movían las caderas, haciendo sonar pequeñas monedas que colgaban de ellas.

— Estás alejado de tu mujer por casi 4 meses. Un hombre no debe de estar solo o sus manos se romperán

Víctor mira a Jamal que le hacía un gesto con la mano, entendiendo lo que le estaba insinuando.

— No puedo negarte que la extraño, pero no necesariamente por ese motivo — suspira Víctor.

— Ah... sí, pero yo creo que estás muy solo, un hombre sin mujer por tanto tiempo comienza a desviar su atención a otros gustos. Sé cómo me miras, pero créeme que eso arruinaría nuestra amistad — ríe de buena gana Jamal.

— No hagas esas bromas — carcajea Víctor.

— me voy a mi alcoba, tú disfruta un poco más del baile, mañana nos veremos.

Un Amor Tan IntensoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora