Capítulo 55

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Se dieron las buenas noticias a las familias sobre el nacimiento del primer hijo de Agustín y Mercedes. Se preparó una celebración para que fueran todos a conocer al nuevo integrante Fortunato.

La mentira fue creíble por ambas familias sin cuestionarlo, ya que los padres de Agustín no los habían visto desde el día en que se fueron de la mansión, pues Agustín albergaba un resentimiento en contra de sus padres por forzarlo a casarse y Mercedes no había visto con mucha frecuencia a sus padres, por el hecho de que también estaba deprimida por la actitud rencorosa de Agustín hacia ella, además que, usaba siempre en el último tiempo vestidos gruesos por el frío de ese año, así que nadie podía notar su estado.

— Debieron decirnos que seriamos abuelos — Ríe don Federico Fortunato. Miraba orgulloso a su nieto que estaba en brazos de su madre — Este muchacho será un hombre fuerte, digno heredero Fortunato.

— No lo dijimos para que sea una sorpresa — responde Mercedes

— Vaya y qué sorpresa, estoy muy orgulloso de ti mi pequeña — Bernardo Borcajada le da un beso en la mejilla a su hija.

Los invitados advertían que los ojos del bebé eran azules y eso era extraño, ya que Agustín tenía ojos almendrados y Mercedes de un oscuro color verde. Los esposos no sabían que responder a esto, pero inmediatamente la Madre de Mercedes dice que la bisabuela tenía los ojos así y que se saltaba algunas generaciones, todo para mantener el honor de su hija y que no crean que no era hijo de su esposo, era por el mismo motivo que los Borcajada, cada tanto decían que el niño se parecía mucho a Agustín, a lo que ambas familias estaban de acuerdo, puesto que nadie nunca sospecharía que el pequeño era hijo de Agustín, pero no de Mercedes.

Bernardo Borcajada caminaba a solas con su hija, ya que las empleadas tenían al pequeño en la cuna.

— Tu esposo se ve mucho más animoso y alegre

— Así es papá

— No tenías de qué preocuparte, te dije que esto pasaría. Ahora que tiene a su primer hijo, todo será mejor, ya verás.

Mercedes había llamado al niño Víctor, ya que consideraba que él era una victoria en su vida y en esta guerra que interiormente aún mantenía con Agustín, puesto que no olvidaría fácilmente todos los desprecios que le hizo por haberse casado con él en forma de castigo, y que ella de manera ingenua trataba de agradarle, sabía que se había aprovechado de ella para ser un mal criado y quitar sus frustraciones. Ahora la situación dio un giro, y ella tenía el control de la situación, puesto que castigaba a Agustín con Celenia, haciéndola trabajar como sirvienta y a la vez como una nodriza secreta, por las noches ella debía quedarse con el bebé para hacerlo dormir, en donde tenía su cama en la habitación contigua a la de Mercedes y Víctor. Temprano por la mañana tenía que asistirla como dama de compañía y hacer otras labores, esto agotaba a Celenia quien no podía dormir ni de día ni de noche, para colmó, cuando Agustín estaba con su esposa e hijo, Mercedes la trataba mal para ver el rostro de frustración e impotencia de su esposo.

El tiempo seguía avanzando y Víctor tenía 8 meses, crecía sano y fuerte, reconocía a Mercedes como madre, ya balbuceaba y decía "mamá" para llamarla, lo que le derretía el corazón, amaba a ese pequeño y se dedicaba completamente a su cuidado.

Era una tarde soleada y fresca de verano, los esposos Fortunato estaban en la sala de descanso, Agustín leía sentado al lado de la ventana donde entraba una brisa fresca y Mercedes cocía nuevos trajecitos para Víctor, que cada vez crecía más y necesitaba de nuevas prendas, mientras bebía un té.

Celenia entra a la sala con Víctor en brazos, ya le había amamantado en la sala contigua, el pequeño se había dormido y va en dirección a Mercedes para entregárselo. Esta lo recibe y lo mece, ya que comenzó a realizar gestos de querer despertar.

Un Amor Tan IntensoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora