Capítulo 8

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Los padres de Amelia, esperaban que Juan se le confesara durante la fiesta. Para ambas familias no era secreto que el muchacho albergaba sentimientos por Amelia, solo que no entendían por qué ella no lo aceptó inmediatamente y pensaban que era para mantenerlo expectante, como un simple capricho de una niña.

— Cuéntame Amelia, ¿cómo te fue en la fiesta? — Mercedes le pregunta a la joven que estaba bordando a su lado, mientras su hijo practicaba un nuevo repertorio de melodías en el piano.

— Bien, señora, baile mucho

— ¿Y los muchachos? ¿Alguno en especial?

Víctor se mantenía atento a la conversación de las mujeres que charlaban a sus espaldas, mientras él se mantenía inmutable tocando el piano.

— Había muchos en la fiesta, todos querían bailar, pero no me dejaban salir para ir a descansar — respondía la joven rubia haciendo muecas de disgusto al recordarlo.

— Eso era lógico — ríe Mercedes dándole puntadas a su tela — ¿algún muchacho que quiera cortejarte?

Amelia miraba la espalda de Víctor mientras él seguía practicando sus lecciones.

— Sí. Juan, el hijo del cuidador de los establos.

De la impresión, Víctor deja caer sus manos en las teclas del piano realizando un sonido muy desagradable, se voltea y mira a Amelia con expresión angustiada.

— ¿QUÉ?

— Ah... Víctor, qué sonido más feo — Mercedes se masajea un oído — Sigue practicando por favor, estamos hablando algo privado.

Él mira a su madre, estaba agitado y asustado por lo que dijo Amelia. Retoma el piano, pero no podía concentrarse y desafinaba cada tanto, puesto que su mente no estaba en ese lugar. Se sentía tan impotente por no poder hacer nada.

— Me alegra mucho Amelia — continúa charlando Mercedes con la joven — Él es un hombre esforzado, además que aprende del Herrero, muy buen partido para ti

— Pero aún no lo he aceptado

— ¿Y eso por qué?

— Es que aún lo estoy pensando. Tengo miedo de tener una relación madura, aún siento que soy una niña

— Pero ya tienes 14 años, muchas jóvenes se comprometen a tu edad. Pero me parece bien que esperes un poco más, así el muchacho no creé que tu amor se consigue tan fácilmente

Amelia mira cómo la señora Mercedes reía, pero ella estaba triste. No quería una confesión de Juan, esperaba una de Víctor, pero el destino era cruel y le gustaba jugar con los sentimientos de las personas. La joven ya no quería seguir hablando de ese tema que era algo tan delicado para ella, así que se levanta de su asiento y guarda su bordado.

— Ya tengo que bajar para ayudar a preparar la cena, con su permiso, señora.

— Si Amelia, ve...

La señora Fortunato se despide de la joven y mira cómo Víctor nuevamente deja de tocar cuando Amelia cierra la puerta. Sabía que estaba triste, pero en su vida, muchas veces se le rompería el corazón por enamorarse de quien no debía y por lo mismo tocó el tema con Amelia, para que si hijo abandone esa ilusión que no tenía futuro.

En las cocinas, Amelia estaba pensativa mientras ayudaba a preparar una pierna de cordero al horno y seguía con las guarniciones.

Víctor aparece por la puerta de la cocina, la mira y sin decir nada, la toma de la mano, para salir con ella afuera a los establos. Cuando llegan, ven a Juan, quien estaba arreglando algunas herraduras.

Un Amor Tan IntensoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora