Amelia limpió la habitación luego de regresar del trabajo. Tiró las tablas podridas y trataba de colocar las nuevas tablas en la cama, pero no sabía cómo martillarlas y prefería que su esposo lo hiciera. Después del almuerzo que preparo Víctor el día de ayer, lo mejor era que cada uno se dedique a lo suyo, porque ella no quería hacer un desastre realizando una labor que no sabía hacer.
— Cariño, traje cena del restaurante — Víctor, entra a la casa muy alegre, tenía hambre y quería cenar. Saca un bollo de la fuente que trajo y le da un mordisco.
— Nada de eso, no cenarás hasta que repares esa cama — Amelia le quita el bollo de las manos. Estaba muy molesta con Víctor por lo de ayer.
— Pero Amelia... estoy hambriento...
— Que no. Ayer me engañaste con que estabas cansado, ahora no volverá a pasar
Víctor de mala gana va al dormitorio y comienza a reparar las tablas.
— Te estás volviendo muy mandona — dice Víctor desde el dormitorio.
— Y tú te estás volviendo el mismo niño malcriado de antes.
— Ahora entiendo a mis compañeros de trabajo, cuando dicen que tener esposa es un dolor de cabeza.
— ¡Víctor!... que cosas más feas dices — responde ofendida Amelia, con las risas de su marido.
Víctor colocaba amarras de cuero para que estas impidan que se aflojen las tablas.
— No te enfades cariño, es solo que es la primera vez que me envías a hacer algo molesta.
Al terminar, Víctor fue a cenar. Amelia seguía enojada y se le notaba cuando llegó a la habitación para dormir.
Víctor abraza a su esposa por la espalda y le da sensuales besos en el cuello mientras ella se desvestía. Amelia se suelta y comienza a colocarse su camisón de dormir.
— No estoy de humor esta noche
— Pero cariño, ya reparé la cama y estoy deseoso de ti — suplicaba Víctor, mientras se desnudaba para ingresar a la cama junto con Amelia, pero ella le estaba dando la espalda. Él la buscaba y la acariciaba levantando su camisón.
— Te dije que no...
— No seas mala, no me dejes así, te extrañé todo el día. Te amo.
Amelia no le responde y se queda quieta, arropándose más con las mantas.
— Está bien... pero cuando me muera, llorarás por no haber compartido más momentos conmigo, por estar enfadada.
— No seas dramático, eso no me causará lástima
— Sí... soy un dramático y sentimental, pero cuando tú me busques te haré lo mismo — Víctor se voltea molesto y se cubre con las mantas, dándole la espalda a su esposa.
Siempre las pequeñas peleas que tenían el matrimonio, eran niñerías que al día siguiente se olvidaban.
Ya por la noche del día siguiente, Amelia preparó algunos panes que los dejó en el horno para que Víctor coma algo recién horneado a su llegada, ya que su enfado se había olvidado y quería mantener su hogar en armonía.
Amelia ve que se estaba abriendo la puerta de la casa y va a la cocina para retirar los panes del horno y llevarlo a la mesa. Cuando regresa a la sala, ve a Víctor muy sucio y con el labio partido con un ligero rastro de sangre.
— Pero ¿Qué te pasó? — Pregunta Amelia preocupada.
Víctor deja su chaqueta cerca de la chimenea y comienza a quitarse sus prendas enlodadas.
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Un Amor Tan Intenso
Historische RomaneLos Fortunato, una rica y poderosa familia del siglo XIX, comprometen a su único hijo a contraer un matrimonio por conveniencia y heredar el gran imperio de los reyes del Carbón. Pero él, no tenia los mismos planes, amaba a otra mujer y abandona tod...