Con los días que pasaban, Perla se había encargado de las decoraciones de la mansión de Jamal, así podía compartir más tiempo con él y sentirse que era su apoyo y una aliada. Por su lado, Víctor como Amelia, cada tanto sacaban comentarios de que aquel árabe seductor y mujeriego que con tantas mujeres jugaba, ahora solo está a la espera de una... en un comienzo solo como insinuaciones, pero con el paso de los días, ya se lo decían abiertamente, y es que cada vez Jamal estaba más distraído y esto aumentaba las bromas de sus amigos, pero lo hacían con el sano propósito de que confesara sus sentimientos, para que pueda cortejar a Perla.
Jamal había tomado un libro de las estanterías del despacho de Agustín, mientras bebía un jugo de frutas de estación muy helado para calmar el calor de ese verano. Mientras lo miraba, retrocede descuidadamente golpeando una pequeña mesa que le hace tropezar.
— Disculpen, no vi la mesa
Víctor y su padre estaban charlando sobre tomar un viaje a las Américas con clara insinuaciones para que Jamal los lleve en uno de sus barcos.
— No hay de qué disculparse, no se rompió nada — comenta Agustín de forma amable.
— ¿Sabes papá que las personas se vuelven torpes cuando están enamorados? — Víctor comienza a hablar en su tono característico de burla.
— No me digas... y ¿podemos saber quién es la dama afortunada? — Agustín tenía una sonrisa forzada, pero trataba de ser amable.
— Nadie... a su hijo le ha dado bien el de fastidiarme con ese tema.
Víctor mira a su padre haciendo caso omiso a lo que decía Jamal.
— Ya todos sabemos, solo que a este hombre le es difícil declararse a una, dejaría a muchas llorando, es por eso que disolvió su harén en su país. ¿Verdad mi querido amigo?
— Lo que tú digas querido amigo — Jamal levanta el vaso de jugo en señal de brindis
— Salgamos afuera, escucho a los niños gritar y reír, creo que deben estar haciendo correr a la pobre de Yoyi — Agustín se levanta de su asiento para salir de aquella sala.
— Sí, es mejor que estar escuchando a su hijo— duce Jamal y vuelve a dejar el libro en la estantería.
— No te enfades conmigo, solo pido ser el padrino de tu boda y el de tus hijos — Víctor volvía a reír.
Los varones fueron a los jardines donde los niños corrían, saltaban y se mojaban con agua al entrar a una pequeña pileta que tenía varios adornos de ranas lanzando agua por la boca, mientras que las mujeres estaban sentadas en el borde, riendo con un periódico en mano, hablando de algo que salía en él y al igual que los niños, mojaban sus piernas para refrescarse de aquel caluroso día. Las mujeres al ver a los varones llegar comienzan a reír e inmediatamente Celenia se acerca a Agustín, toma un mechón de su cabello y lo coloca bajo la nariz de su esposo para simular un bigote en él.
— ¿Qué opinan ustedes?
— Yo creo que le quedaría bien — comenta Perla.
— Sí... le sienta bien — afirmaba Dorotea.
— A mí no me gusta — da su opinión Amelia.
— ¿Qué están haciendo? — pregunta Víctor.
— Dice la columna de chismes del periódico, que los hombres más apuestos, usan bigote
— Habla en realidad que cualquier vello facial está de moda — agregaba Amelia.
— A si... es verdad, por eso no me afeito, así una mujer sabe que está con un hombre cuando es besada — responde Jamal tocando sus mejillas.
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Un Amor Tan Intenso
Historical FictionLos Fortunato, una rica y poderosa familia del siglo XIX, comprometen a su único hijo a contraer un matrimonio por conveniencia y heredar el gran imperio de los reyes del Carbón. Pero él, no tenia los mismos planes, amaba a otra mujer y abandona tod...