Capítulo 48

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Celenia entra en el salón de lectura y ve a Agustín en uno de los sillones leyendo su libro, sabía que la esperaba para recostarse en su regazo y dormir en sus brazos, como ya se le hizo costumbre.

— Agustín... tu padre te llama a su despacho — informa Celenia.

—Hmmm... me vio durante toda la mañana para enseñarme las finanzas y ahora que es el momento para estar contigo me llama — refunfuñando Agustín. Se levanta para ir donde Celenia y darle un beso

—No te quejes, solo estás molesto porque es tu hora de siesta. Ve rápido y regresas — Celenia lo mantenía abrazado por la cintura, le regresa el beso y lo empuja para que se marche.

—Iré corriendo... me demoraré 10 minutos.

Agustín sale corriendo por la puerta, baja por las escaleras, sigue por un corredor largo, hasta llegar al despacho de su padre, toca y entra.

—Agustín, siéntate — le invita Federico.

Agustín toma asiento y toma un caramelo de las mentas que tenía su padre en el escritorio para saborearla.

—¿Qué te ha parecido la jovencita Borcajada con la que hablaste anoche? — pregunta el señor Fortunato.

—Bien, es simpática.

—También es bonita... ¿Te ha gustado?

—Hmm... no me fijé en ella de esa manera

—Pero sería una buena esposa. Hablé con su padre anoche, queremos que se comprometan.

— Ay, no papá... no me quiero casar — Agustín usa un tono cansado

—¿Y por qué no? — Pregunta Federico sorprendido y molesto

—Por qué aún soy inmaduro como para tener una esposa. Además, no estoy enamorado de ella

—Eres más maduro que yo a tu edad, y si la joven la has encontrado agradable, pronto te enamorarás. Ya sabes que esto pasaría, desde niño se te ha dicho que te comprometeremos y deberás casarte, es algo que hacemos por el bien de los negocios

—Pero no estoy de acuerdo

—Tú no tienes por qué estar de acuerdo, solo aceptas lo que se te dice. Al menos que te interese otra joven, si es de mejor apellido, podríamos evaluar la situación.

—No padre, no me interesa nadie.

—Entonces está decidido. Mañana iremos a casa de los Borcajada y espero que dejes en alto el nombre de los Fortunato, porque estoy seguro de que entiendes que este es tu deber... si eres el heredero, debes hacer sacrificios por el bien de la compañía, ahora vete y prepárate para mañana.

Agustín no dice nada, solo aprieta los dientes y sale de la habitación. Estaba decidido a no aceptar ese compromiso, deseaba casarse con Celenia, ya lo tenía planeado desde hace mucho tiempo, así que no la asustaría con este ligero incidente.

Al día siguiente, la mansión de los Borcajada estaba lista para esperar a sus visitas y Mercedes estaba emocionada por el compromiso, ya que Agustín tenía prácticamente su edad, no era feo y cuando conversó con él, se notaba que era todo un caballero, estaba segura de que él sería su príncipe soñado.

Cuando los Fortunato llegaron, presentaron a los jóvenes y le indican que den un paseo por el jardín para que puedan conocerse mejor.

Mercedes caminaba del brazo con el que sería su esposo, estaba emocionada, ya que siempre se le dijo que estos serían los momentos más felices de su vida.

—Hoy estoy usando un tocado que me han traído desde París, ¿Te gusta? — Pregunta Mercedes sonriendo.

—Sí, muy bonito — Responde Agustín sin tomar atención.

Un Amor Tan IntensoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora