Capítulo 49

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—Es grave, muy grave... es el peor desprecio que se puede hacer a una familia — habla uno de los socios del Club de Caballeros.

—Lo entiendo, pero nuestra familia quiere el compromiso — responde Federico.

—Ya dije que no me casaré con esa muchacha — contesta Agustín de manera despreocupada.

—Entonces las puertas del Club de Caballeros están cerradas para usted — interviene el líder del Club.

Los miembros del club que habían acudido a casa de los Fortunato estaban molestos, hablaban tan solo con un chiquillo mimado que estaba haciendo una rabieta.

—Bueno... yo tampoco quería estar — vuelve a hablar Agustín.

—Agustín cállate, no tienes idea de lo que estás hablando. Te has vuelto un malcriado, solo un niño haciendo un berrinche — le reprende Federico, quien estaba notoriamente afligido.

—Joven, todas las grandes familias tienen sus negocios para mantenerse dentro de los grandes — habla un hombre anciano que estaba en esa comitiva.

—así es. Sin sus empresas, no tendrían las fortunas que tienen — comenta otro de los socios.

—Pero para mantenerla necesitan de accionistas y tratos, sin compradores no puedes vender tus productos — intervenía Federico, para hacer entrar en razón a su hijo.

—Así es Federico, si tu hijo no le pide disculpas a los Borcajada y contrae nupcias con la joven, el club de caballeros deberá cerrarte las puertas — amenaza el líder del club.

—Esperen, mi padre no es el culpable en esto, solo yo — informa Agustín.

—Claro que lo es, si lo hubiera criado de mejor manera haría caso a lo que se le ordena — le mira el Líder de manera sarcástica.

—¿Qué dice joven?

—Agustín piénsalo bien — dice preocupado Federico.

—Los negocios no tienen por qué estar relacionado con la vida de las personas — concluye Agustín.

—Federico, usted sabe que nuestro club tiene sus valores muy claros. Su hijo ha manchado la honra de una familia respetable y piensa que esto es un juego — habla el hombre anciano muy molesto.

—No nos da confianza entablar relaciones de negocios con alguien tan poco confiable. Está expulsado del club de caballeros — informa el líder del Club.

—Esperen un momento, el muchacho hará lo correcto. No es al primero que se le obliga a contraer nupcias — suplica Federico, quien estaba comenzando a sudar.

—¿y el arrepentimiento donde está?

—No podemos hacer más tratos con alguien que no piensa en el bien común y mucho menos con alguien que no sabe controlar a un muchacho. Buen día. — Se despide el Líder.

Los integrantes del club de caballeros salen de la habitación, dejando tras de él a Federico, quien estaba sumido en la desesperación.

—Papá, no te angusties... tienes compradores que no son las grandes fábricas — dice Agustín acercándose a su padre, quien estaba a punto de echarse a llorar.

—¿Y tú sabes Agustín cuanto compran las pequeñas industrias?

Agustín Niega con la cabeza

—Tan solo el 20%. Si ya no compran los grandes, deberemos vender las minas.

—Pero papá, somos muy ricos, tenemos más dinero que todas esas empresas juntas

—Pero qué chiquillo tan tonto. No te das cuenta de que se debe pagar mantención, mano de obra, transporte, impuestos y muchas más cosas... sin los inversionistas, deberemos cerrar las minas y con ellos despedir a miles de familias que se quedarán sin sustento, tendremos que vender esta casa y despedir a los criados, porque no seremos capaces de mantener este lugar.

Un Amor Tan IntensoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora