Capítulo 82

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Sergio estaba durmiendo en su cuna aquella noche en la habitación de sus padres. Víctor lo toma en brazos de manera delicada y cuidadosa para no despertarlo.

— Víctor, ¿Qué estás haciendo?... me ha costado muchísimo hacerlo dormir — Amelia susurra, al ver cómo se lo lleva afuera de la habitación y luego de un par de minutos regresa sin él — ¿Dónde está Sergio?

— Lo llevé con la nodriza — Víctor cierra la puerta tras de él.

— Pero estaba durmiendo, además que ya se había alimentado

Víctor se acerca a su esposa y le da un tierno, cálido y largo beso en los labios.

— No quiero interrupciones ahora. Volveré por él cuando terminemos.

Víctor le estaba retirando el camisón a Amelia, pero ella lo detiene.

— Es que... no sé si sea prudente retomar... me preocupa que pueda doler

— Seré cuidadoso, me contendré... además que no hemos tenido intimidad por casi un año, te deseo tanto que creo que voy a explotar.

— Sí... pero

— ¿No me deseas?... ¿No quieres que te haga mía?

— No es eso...

— Entonces cállate y bésame...

Rápidamente Víctor le quita el camisón y Amelia cubre con sus manos su abdomen para ocultar aquellas estrías del embarazo y la cicatriz que dejó su operación. Todas aquellas marcas la avergonzaban y Víctor comprendió que ese era su problema.

— Eres tan hermosa... nunca me cansaré de decírtelo

Él la recuesta en la cama y besa su cuerpo.

— Ya mi cuerpo no es lindo como antes, me da pudor que me veas.

— Tonta... deberé hacerte el amor todos los días para que sepas cuán deseable eres.

Víctor besa y pasa su lengua por la cicatriz del abdomen de Amelia. Nuevamente sube por su cuerpo con pequeños besos, hasta llegar a sus senos, pasando por su cuello, mentón y finalmente a sus labios para lograr ver sus ojos. Sonríe y se acomoda tranquilamente encima de ella. Le acaricia de manera delicada una mejilla sin contener toda la ternura y emoción que le provocaba estar nuevamente de esa manera.

— Te amo... mi tierno príncipe

Amelia mira cómo su esposo se eleva para quitarse el camisón, y con un movimiento rápido la posee, lo que le provoca nuevamente un delicioso cosquilleo en todo el cuerpo.

Este momento les recordó su noche de bodas, se sentían tímidos y curiosos, el cuerpo de ambos había cambiado y se extrañaban, pero a pesar del tiempo, aún se les erizaba la piel al contacto con el ser amado.

Víctor trataba de ser calmado y prudente para que Amelia no sintiera molestias, pero ella no ayudaba a que pudiera controlarse. Cada vez, Amelia se movía más e invita a su esposo que desborde su pasión sobre ella, a lo que este obedientemente responde, y ya sin control, se movía de manera desenfrenada.

Nuevamente ambos recorrían con sus manos el cuerpo de su pareja, y cada roce que daban, hinchaba la piel del otro y les llenaba el pecho de emoción. Lanzaban suspiros, cambiaban de posición para estimularse mejor y realizaban sus juegos secretos.

— Ah Víctor... no pares... ah

— Amelia... ah... ya no resisto

— Quiero más... te deseo...

Víctor trata de mantener todo su autocontrol para satisfacer a su esposa, pero le era difícil, debido a los movimientos que ella daba. Amelia no había cambiado en nada en todo aquel tiempo, seguía siendo provocadora y completamente sensual.

Un Amor Tan IntensoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora