Lorenzo Toriny llegó el día acordado y fue recibido por Agustín y Víctor. Era acompañado por dos sirvientes y Agustín decidió que sería invitado en su casa, puesto que así podrían formar una relación de amistad que también ayudaría a que Toriny se decida en abrir nuevas sucursales en el país.
— ¿Gustaría descansar? Podemos enfocarnos en los negocios más tarde — le invita Agustín.
— Claro que no, el tiempo es dinero y me gustaría recorrer un poco para ver cómo es la industria, además de los puertos. Mi motivación es que sus puertos van directos a las Américas, así que mi producción aquí será para llevarlas hasta ahí, y las de Italia al resto de Europa.
Lorenzo Toriny era un hombre que ya pasaba de los 50 años, de cabello gris por la aparición de canas, con un bigote bien cuidado que adornaba su rostro, de estatura media, muy maduro en lo que respecta a negocios y conocedor de buenas inversiones. La invitación de los Fortunato le sentaba bien, ya que desde hace un tiempo deseaba construir nuevas fábricas de vidrios y cerámicas fuera de Italia, y este era el mejor país donde podía serlo.
— Claro que sí, más tarde podremos descansar — sonreía Víctor.
— Durante la noche, tenemos planeado una cena con nuestras familias para darle la bienvenida — comenta Agustín.
— Gracias... será un honor compartir con ustedes y hablar tranquilamente de negocios y la industria... además de los chismes que están ocurriendo en América.
Ese día, los Fortunato le presentan balances y números que demostraban el gran beneficio que conlleva abrir nuevas industrias en el lugar, además de presentarle los presupuestos en combustibles, lo que deja más que satisfecho a Toriny, quien decide continuar trabajando con los Fortunato.
Ya por la noche se sirve la cena para dar la bienvenida al recién llegado.
— Lorenzo, le presento a mi esposa Celenia — indica Agustín.
— Es un honor — Celenia le entrega la mano a Toriny, quien deposita un beso de cortesía en ella.
— El honor es mío, señora
— Y bueno, ya conoce a mi hijo Víctor y ella es Amelia, su esposa — señala Agustín.
Amelia se acerca para entregarle la mano al igual que Celenia.
— Es un placer señor Toriny — saluda Amelia.
Lorenzo toma la mano de Amelia y deposita un beso en ella, para luego sonreír.
— Es un exquisito placer el saludar una dama tan bella. Fortunato, sus esposas opacan la belleza de cualquier flor en primaveral.
— Favor que nos hace, señor... tome asiento a la mesa, está en su casa — Dice Celenia de manera cortés, empoderándose de su rol de anfitriona.
La cena concurrió tranquilamente. Luego fueron al salón, para seguir charlando de diversos temas que no fueran negocios.
— Usted, mi bella dama, ¿toca el piano? — pregunta Toriny a Amelia.
— No señor, pero mi marido toca muy bien
— Perfecto, me gustaría escuchar un poco de música si me hace el honor
Víctor se levanta para ir al piano y comienza a tocar una melodía.
— ¿Más brandy Lorenzo? — ofrece Agustín.
— Si, gracias... pero yo me acerco a usted, no se levante — Lorenzo toma asiento en el sofá, al lado de Amelia.
Todos se encontraban a gusto charlando junto con la agradable música que tocaba Víctor.

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Un Amor Tan Intenso
Historical FictionLos Fortunato, una rica y poderosa familia del siglo XIX, comprometen a su único hijo a contraer un matrimonio por conveniencia y heredar el gran imperio de los reyes del Carbón. Pero él, no tenia los mismos planes, amaba a otra mujer y abandona tod...