Capítulo 107

800 100 0
                                    

 Se había habilitado una sala para que Víctor pudiera realizar sus ejercicios con distintos implementos y barandillas. Para ayudarlo en colocarlo de pie e iniciar sus rutinas en las barandas lo hacía Jamal o Teodoro, el padre de Amelia, ya que ambos eran los hombres más corpulentos y que podían soportar el peso de Víctor sin cansarse fácilmente.

Jamal había implementado una manera en que lo mantenía firme uniendo la espalda de Víctor a su pecho, de esta forma, nunca caía. Los primeros días existía motivación a pesar de los fuertes dolores, pero esto se hicieron más intensos que, al cabo del poco tiempo, Víctor prácticamente tenía pánico al ver las barandillas, puesto que, al apoyar sus pies en el suelo, pensaba que los huesos se le saldrían, ya que no sentía el piso bajo él, solo un horrible dolor que le recorría las extremidades como miles de agujas. Luego de unos minutos terminaba gritando del dolor, necesitando nuevamente de analgésicos.

Las esperanzas de poder avanzar, rápidamente cambiaron a desesperación, puesto que el dolor aumentaba y no había ninguna mejora que le diera motivación de continuar. El doctor Patrick se limitaba a decir que las molestias eran por la regeneración de los nervios. Pero los gritos de Víctor y la desesperación de Amelia hicieron que se saltará las reglas y le daba más cantidad de opio de lo que le correspondía, creando un círculo vicioso, ya que ahora Víctor cada vez pedía más y más, volviendo nuevamente sus arrebatos de irritabilidad.

— Vamos hombre, tienes que seguir... nadie dijo que sería fácil — Jamal lo animaba a continuar con los ejercicios, mientras lo mantenía afirmado en las barandillas

— YA SUÉLTAME, Maldición... ya no puedo más — gritaban malhumorado Víctor, dando manotazos para regresar a su silla.

— Pero ni siquiera lo intentas. Dimites antes de comenzar — le hablaba su suegro en las barras, ayudando a Jamal.

— Para ustedes es fácil decirlo. En todo este tiempo no he podido apoyar los pies, solo avanzo con las manos y ya tengo dolor, así que bájame

— Querido, solo un poco más, solo has estado en la barra 5 minutos — Suplicaba Amelia.

— Amelia, dame mi medicina... me iré a mi cuarto

Jamal lo ayuda a bajar del agarre que tenía, ya que notaba a su amigo temblando por el dolor.

— Te llevaré a tu cuarto — responde fatigado Jamal por tratar de cargar con el peso de su amigo.

— No haces progresos porque renuncias rápidamente, no han pasado ni un mes desde que has comenzado con los ejercicios y los cortas. Creo que tú no quieres caminar. — le recrimina Teodoro a su yerno.

— Lo que usted piense, don Teodoro, me tiene sin cuidado. — Víctor vuelve a mirar a su esposa — Amelia, ¿Qué haces ahí?... ve por mi medicina

— Pero Víctor, no puedo seguir dándote más...

— Claro que sí... tengo mucho dolor. Por favor — Víctor gesticula muecas de dolor cuando Jamal lo vuelve a dejar en la silla, estaba sudando y notoriamente se veía adolorido.

— Perdona, pero el médico ha dicho que solo puedo darte una vez al día para que puedas dormir.

— No Amelia, me volveré loco... ayúdame.

Amelia pensaba darle una pequeña cantidad y comienza a retroceder para ir por un poco de opio.

— No Amelia, no le traigas nada, el médico dijo que no y él sabe por qué lo dice — intervenía Teodoro al ver que su hija tenía intención de acceder a aquella petición.

Amelia mira a Jamal que estaba acomodando a Víctor y también le hace un gesto de negativa a la solicitud de su esposo.

— Es verdad, ya no puedo darte más — responde finalmente Amelia.

Un Amor Tan IntensoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora