Víctor regresó a su casa después de ir a cortar madera para la semana, ya pronto terminaría el mes y recibiría su salario completo, eso les ayudaría a pagar sus gastos y dejar de vivir de la caridad de sus amigos. Ya su enfermedad quedó atrás como un mal recuerdo, al igual que los días fríos de ese invierno que por poco lo mata.
Mientras estaba dirigiéndose a casa, ve en el camino a un grupo de cuatro mujeres con velos que cubrían sus rostros, quizás ser feligreses que regresaban de la iglesia.
— Buen día — saluda Víctor al pasar cerca de ellas
— Hola, Luis — responde una de las mujeres.
— Hola, vinimos para traerles algunas cosas para que preparen el almuerzo y queríamos ver cómo estaban — Perla se descubre el rostro para que la pueda ver su amigo.
— Claro... vengan, vamos a casa. Nos agradará tener un almuerzo dominical con nuestras amigas — Víctor estaba muy alegre por la preocupación de ellas.
— No nos quedaremos, solo les traemos las cosas — responde una loba rubia.
— No es bueno que entremos a su casa — dice la loba que le había prestado el vestido de novia a Amelia.
— ¿Por qué dicen eso? — pregunta Víctor sorprendido.
— Porque somos mujeres impuras, si sus vecinos ven que entramos a su hogar y nos reconoceremos, serán mal vistos — responde Perla.
— Eso no nos importa. Les debemos mucho, además, lo que digan de nosotros, no nos importan — Ríe Víctor — Si nos preocupamos por esas cosas, nunca habríamos escapado de casa.
Las lobas aceptaron y fueron con Víctor a su casa. Al llegar, los recibe Amelia, ella estaba feliz por ver a sus amigas en su casa. Pronto la visita se transforma en una celebración, preparando el pavo en el horno que las Lobas llevaron.
Mientras charlaban alegremente, tocan a la puerta de la casa y las lobas se sobresaltan.
— Es uno de sus vecinos... han venido a regañarlos — dice asustada una loba, levantándose de la silla
— Les dijimos que eso pasaría
— Saldremos por la puerta trasera para no incomodarlos — Perla también se levanta de la silla y les hace un gesto a sus compañeras para salir sigilosamente.
— Calma, si algún vecino viene, significa que las conoce porque es un cliente. El que debería estar avergonzado sería el que venga a molestar — aseguraba Amelia.
Víctor se levanta y va en dirección a la puerta, abriéndola, mientras las mujeres adentro estaban expectantes.
— ¡Vaya!... qué sorpresa más grande de tenerla por aquí — Saluda Víctor de manera jovial.
— No quería molestar, les he traído harina y algunas cosas para que puedan cenar — Saluda la anciana, mostrando un saquito con cosas.
Amelia, al escuchar a Dorotea, se aproxima a la puerta.
— Querida amiga, qué alegría verla. Por favor, pase, almuerce con nosotros.
Dorotea ingresa a la casa y ve a las mujeres que acompañaban al matrimonio. Son presentadas como sus amigas, sin saber la anciana que estas mujeres eran lobas.
Ese día fue muy agradable para todos, almorzaron un sabroso pavo horneado. Por la tarde, Perla y Dorotea limpiaron la mesa y la casa del matrimonio mientras charlaban. En cuanto a la pareja, salieron a la playa con las lobas a recolectar mejillones, que luego pusieron a ahumar en la sala que tenían en el patio. Con ayuda de sus amigas, lograron recolectar una gran cantidad, lo que les ayudaría para realizar varios intercambios por otros productos.

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Un Amor Tan Intenso
Historical FictionLos Fortunato, una rica y poderosa familia del siglo XIX, comprometen a su único hijo a contraer un matrimonio por conveniencia y heredar el gran imperio de los reyes del Carbón. Pero él, no tenia los mismos planes, amaba a otra mujer y abandona tod...